Turistas, curiosos y vecinos de toda la ciudad emprenden un fascinante viaje en el tiempo, cada vez que se adentran en alguno de los 500 negocios de antigüedades y galerías de arte que se concentran en la calle Defensa y sus alrededores, en el barrio de San Telmo, corazón de la bohemia porteña.
Con sus vidrieras y anaqueles atiborrados de esculturas, objetos únicos, arañas antiquísimas y chucherías vintage, la caminata por este barrio arrabalero se vuelve una escapada muy disfrutable si estamos de paseo por la Capital Federal. En sus locales se atesoran desde muebles y vajilla, hasta muñecas y miriñaques de épocas doradas. Hay de todo y para todos los gustos, aunque los objetos de estilo art decó y art nouveau son los preferidos.
Un circuito de fama internacional que es posta obligada para coleccionistas, decoradores y directores de arte, que van en busca de tesoros para ambientar escenografías e interiores para películas y obras de teatro.
¿Los mejores días para recorrerlos? ¡De lunes a sábados!
Calle Defensa
Planeta Art decó
Hace más de 40 años que los anticuarios se instalaron en la calle Defensa. De la mano de estos locales, surgieron los puestos de la Feria de Plaza Dorrego, famosa por sus artesanías y objetos vintage. "Según National Geographic, el mercado de antigüedades de la Argentina es el segundo más importante del mundo", asegura Luis Guevara, asesor en arte y antigüedades en Guevara Gallery, referente en art nouveau y art decó de la ciudad. "Si vas a Nueva York o Londres, estas piezas valen el doble o el triple que aquí. Las antigüedades en la Argentina son baratas. Los coleccionistas e intelectuales del arte nos visitan y compran piezas que nunca ven, ni siquiera en los museos más importantes de Alemania y Francia".
Tendencias deco
Lo nuevo y lo vintage dialogan
"Los muebles y las lámparas en estilo art decó son mis preferidos. Las consolas en raíz de nogal siempre lucen impecables y las mesas de grandes proporciones en enchapados de madera rubia son un clásico", comenta Julio Oropel, arquitecto y diseñador, al referirse a los muebles de estilo que siempre va a buscar a San Telmo para decorar. El arquitecto y escenógrafo Javier Iturrioz también apuesta a las bellezas del pasado: "Una casa con piezas antiguas adquiere otro sabor, una pátina especial que jamás aporta el mueble moderno. Cualquiera puede ir a una tienda y comprar un mueble en serie, pero una antigüedad es única y exclusiva, y da carácter y personalidad a ese ambiente." El interiorista –que en Casa FOA 2018 presentóel living de un coleccionista–explica que no hace falta que todo sea de época o valuado a precios desorbitados, sino que, con buen ojo, se pueden lograr ambientes muy cálidos y distinguidos. "La clave para no recargar es usar pocas piezas importantes y hacer un mix con otras de marcado carácter contemporáneo. Conseguir el equilibrio. La fusión de piezas modernas y antiques, muebles de época y arte contemporáneo, art decó con pintura o fotografía moderna, es un maridaje perfecto", propone Iturrioz. Según el arquitecto, el diálogo entre obras de arte y muebles hoy es lo más buscado en algunas tendencias de interioristas reconocidos de manera mundial.
La taza de la abuela
El acervo de los inmigrantes
En todas partes del país, y especialmente en Buenos Aires, pueden encontrarse piezas exquisitas traídas por nuestros antepasados durante los siglos XVIII y XIX, gracias a una gran inmigración proveniente de Europa Central y Oriental, responsable de influir en los gustos y la cultura de nuestro país. La vajilla inglesa, francesa y alemana, las arañas checoslovacas y muebles italianos nos hablan de una época donde se traía todo de Europa. "Somos como una galería del pasado que muestra la historia argentina desde adentro de sus grandes casas. En nuestros objetos se reflejan los movimientos artísticos que dejaron su marca en el país", señala Norberto Medrano, presidente de la Asociación de Anticuarios y Amigos de San Telmo. En la mayoría de los casos, las antigüedades son piezas únicas, por lo que la inversión es un valor seguro. Con cada venta, algunos anticuarios incluso entregan un certificado que garantiza que el comprador puede cambiar ese objeto de por vida.