Estás promediando la mitad de la vida, con algunas cosas resueltas y otras no, notás que tu espejo te devuelve una imagen con la que al menos te sentís conforme, creés que todo camina sobre ruedas, pero luego llegás a una farmacia a comprar unas simples vitaminas y el afuera se empecina en darte un sopapo. Vos sólo pretendés seguir estando bien. ¿Es eso tan difícil? Parece que para el farmacéutico del barrio sí lo es. No bien le pedís ese famoso complejo vitamínico de moda, él no duda en blandir sobre tu cabeza la espada de Damocles al preguntarte: "¿Quiere el clásico o el plateado?". Vos no sabés de qué demonios habla, apenas querías esas vitaminas para continuar con tu eterna jovialidad. Pero él insiste: "Depende de su edad. Después de los cincuenta se recomienda el plateado, porque ya se está grande y se necesita otro tipo de cuidados".
Y así descubrís, sin querer, que acabás de cruzar un límite invisible que pretende lanzarte sin escalas a la tercera edad. ¿Qué va a pasar ahora? ¿Entrarás en crisis y le harás un juicio por discriminación a la industria farmacéutica? ¿Robarás la ropa de tus hijos para camuflarte al salir a la calle? ¿Asumirás que los años no vienen solos y sos la representación viviente de Tutankamón?
No importa cuánto hagas para verte y sentirte bien... Pasados los cincuenta, tendrás menos ofertas laborales y tu imagen nunca será como la de los modelos juveniles que la sociedad tanto exalta en las publicidades. Es que ya no queda toda la vida por delante, sino apenas, y con gran suerte, la otra mitad. Y en tu farmacia amiga seguirán insistiendo en que debés tomar el complejo vitamínico plateado.
Entonces te replantearás tu pasado, tus proyectos de antaño, lo que deseaste ser cuando eras aún muy joven y lo que luego conseguiste de adulto. Será un tiempo de balances, con mejores o peores resultados, pero que sólo habrán de ser productivos si lográs hacerte esa pregunta que te ayude a continuar proyectando: "¿Cómo quiero vivir el resto de mi vida?" No importa en qué momento evolutivo te encuentres, la vida nunca finaliza con un ciclo, sino que siempre se abre a un ciclo nuevo que puede resultar prometedor. De vos dependerá que elijas rememorar viejos fracasos o proponerte nuevas metas. De vos dependerá que transités mirando hacia el pasado o de cara al futuro. De vos dependerá que optés por añorar la juventud perdida o por planificar una vida más adulta y plena.
Tenés varias ventajas a favor: contás con la experiencia de vida necesaria, lo que no te ha matado seguramente te ha fortalecido, el camino transitado te ha hecho conocer más sobre vos mismo y sobre lo que querés y lo que no. Y, además, tenés delante de tus ojos un camino que podrás transitar airosamente si entendés que se trata de una nueva oportunidad.
No importa qué tipo de vitaminas escojas, tampoco la etiqueta que intente poner sobre vos la sociedad. ¿Estás atravesando los cincuenta? Pues bien… Es una hermosa edad para tomar tus propias decisiones. Seguramente habrán de ser mucho más sabias.