Por Lorena Misetich
No hay grises en la vida para Valeria Mazza. O ves la vida con una mirada pesimista o sacás el provecho a las circunstancias más adversas. Una forma de transitar este mundo que hoy le permiten encontrar un camino divertido y dinámico, entre tanta incertidumbre.
En medio de la pandemia, la modelo y empresaria decidió volcarse a las redes sociales y mostrar un costado personal a la gente. Sin planearlo demasiado creó "Valeria en vivo", un ciclo de encuentros y charlas que mantiene con distintas figuras, referentes o personajes que a ella le llaman la atención, tres días a la semana por su cuenta de Instagram.
"No es algo que estaba planeado. Sí estaba trabajando en un proyecto para hacer algo de tele y de repente nos pusieron el freno de mano. Además nunca pensamos que iba a ser tan largo. Al principio disfrutamos de la casa, aprovechamos el momento y tratando de ser lo más creativos posibles para llevar la situación. Y me divierto. Trato de que sea una charla más que una entrevista", advierte en una extensa charla telefónica con Estilo sobre este ciclo que comenzó como un juego pero le sirve para conectarse con la gente.
Acostumbrada a ser ella la entrevistada, sabe que su frescura es la clave para generar la empatía entre el invitado y la demanda de las redes sociales.
"Siempre pensé que si hacía algo en la tele no serían entrevistas, porque siento que no es mi terreno. Y como estoy acostumbrada a dar entrevistas, soy mejor hablando de mí que hacer hablar al otro (ríe). Pero como empecé a hacer esto con amigos, o con temas que me interesan, entonces no me cuesta. Es como abrir la puerta de mi casa y dejar a la gente que participe de una charla que tiene que ver con mi interés. Voy buscando en las redes qué puede ser interesante y eso es lo que más me divierte. Encontré unos chicos jóvenes súper emprendedores, que hablan de inteligencia emocional y cómo ayudar para encontrar la vocación. Y me pareció muy interesante, entonces les envié un mensaje y la semana que viene voy a hacer una charla con ellos".
-¿Qué reflexión te despierta este momento?
-Creo que vamos a tener que aprender a convivir con este virus y la única manera es que la gente se haga responsable, que se abra con protocolos respetándolo, pero es la única manera de seguir.
Entiendo que lo primordial es la salud y me parece bien que le hayan dado libertad a cada provincia de tomar sus propios recaudos y reglas, porque la situación es distinta. Pero tampoco se puede comparar Argentina con otros países, porque al cerrar todo por tanto tiempo no hay una economía que pueda remontar fácilmente. Argentina ya estaba fundida, cómo hacés para salir. Estados Unidos tiene millones de desocupados, pero tiene espalda para recomponerse. Y nuestro país no. Todo el mundo va a sufrir esto, pero no sé cómo vamos a hacer para remontar tanto tiempo.
Además ha dejado en evidencia las cosas que ya sabemos. La desigualdad, la pobreza, cómo todo está tan centrado en Buenos Aires. Por ejemplo mi hermana, que vive en Rosario, tiene un local de ropa. Ella puede abrir, pero las fábricas de Buenos Aires están cerradas, no puede llegar la mercadería. Y eso que esté centralizado es tremendo, por eso hay que darle posibilidad a que cada territorio tenga su propia economía y no dependa tanto de Buenos Aires. Yo creo que peor que esto no vamos a estar, por eso es el momento de hacer cambios estructurales.
-Es la oportunidad para que la industria textil dé un giro.
-Claro. Y además la mayoría de los talentos que trabajan en Buenos Aires llegan de otras provincias. Hay que pensar de qué manera le dan facilidad a la industria para que crezca en lugar y no todo centralizado.
-¿Cuál es el cambio que puede surgir en el mundo de la moda?
-La moda siempre acompaña los procesos socioculturales y ya hace unos años se siente fuerte la moda ecológica. Hay que ponerse a pensar en hacer moda de otra manera, hay muchísimos diseñadores que lo hacen, pero hay que educar al consumidor. Porque hoy tenés la alternativa de comprar lo natural o lo industrial. Todo cambio lleva tiempo pero hoy está dentro del mundo de la moda, como se empezó a pelear por no usar pieles y hoy la mayoría usa piel sintética, lo mismo con el cuero ecológico. Y con las economías en crisis, creo que la moda tiene que producir a un precio más accesible, tiene que acompañar la situación.
-¿Sos consciente del consumo o comprás ropa por comprar?
-No soy compradora compulsiva. Soy de guardar prendas buenas y que sabés que vuelven. Reciclás de otra manera, lo que más tengo -porque me gusta- son los zapatos y carteras. Y ahora es un momento ideal para tener consciencia de todo lo que tenemos en el placard. Lo ideal es armar conjuntos, siempre les digo a las mujeres cómo hacer para combinar las prendas. Hacés la producción previa para darle distintas alternativas a una prenda, te hacés la foto de ese look, entonces tenés un registro de lo que tenés y cómo usarlo.
Hoy ya no existen reglas para combinar colores con estampas, se terminó que el cinturón tiene que combinar con el zapato. Hoy la moda hay que saber adaptarla a tu personalidad, a tu estilo de vida, a tu físico. Hay que aprender a usar la moda y no sufrirla.
-¿Se puede decir que tu look es lo natural?
-Para mí tiene que ver con el estilo de vida. Antes vivía arriba de tacos, con ropa ajustada, más sexy. Y cuando fui madre comencé a hacer el cambio y lo fui adaptando a la edad. Hasta los 30 años no me había puesto una camisa, eran remeras. Ahora te ponés un jean y una camisa y estás bien vestida. Cuando fui madre necesitaba practicidad y los tacos van en la cartera o los usás en la noche. Y me siento cómoda natural, no puedo estar todo el tiempo con el tajo, el vestido corto que no te podés mover.
-¿Cuál es tu mejor versión?
-Depende para qué. A mí la noche me encanta, los vestidos de fiesta, la gala, salgo a interpretar a la Cenicienta (ríe). Lo siento así cada vez que tengo la oportunidad de ponerme un gran vestido, para una ocasión importante, pienso todo el look. Y también me gusta y no sé por qué, pero de chica soñaba con el tailleur, el saco, el pantalón. Y tengo mucho de eso que lo reinvento, el jean con el saco, el traje con una camisa o remera. Y después la prenda básica es el jean, te lo transformo de mil maneras y me encanta.
El camino de una súpermodelo
Con un poco de inconsciencia, Valeria Mazza comenzó una carrera profesional en la moda a los 18 años. A los pocos meses de mudarse a Buenos Aires desde Paraná, aprovechó un viaje a los Estados Unidos y ese fue el puntapié para su desembarco en las pasarelas grandes de la moda.
En los '90 era la modelo latinoamericana con mayor reconocimiento internacional, compartiendo desfiles con Claudia Schiffer o Naomi Campbell; dos íconos de la moda en esos años. Valentino, Dolce & Gabbana, Versace, Christian Dior, entre otros grandes diseñadores la eligieron como una de las grandes modelos de sus desfiles.
Casada con Alejandro Gravier, pareja desde sus comienzos, disfruta la vida en familia con sus cuatro hijos Balthazar, Tiziano, Benicio y Taína. Pero sigue siendo una exponente de la moda con su trabajo como empresaria. Tiene su propia línea de anteojos Valeria Mazza Eyewear y es el rostro de varias marcas internacionales.
-Siempre fuiste muy arriesgada, ¿creés que eso te ayudó a lograr un camino internacional como modelo?
-Sí, sin duda. Yo siempre digo: hay millones de mujeres lindas en el mundo, hay miles de modelos, y hay menos modelos que son conocidas con nombre y apellido. La diferencia la hace la personalidad, ya no es la belleza, sino la personalidad, el estar en el lugar y momento indicados, la manera que tenés de trabajar. Para mí sigue siendo un desafío trabajar y hacer que todos la pasen bien y cuando termine el día, la gente tenga ganas de volver a trabajar con vos.
Hoy, viéndolo a la distancia, siento que era arriesgada. Los veo a mis hijos; que el mayor tiene 21 años y pensar que con 18 años me fui de mi casa. Y mi hijos me dicen: “vos cuando Taína tenga 18, te vas a dar cuenta de que era una locura que vos a esa edad estés de novia con un chico de 27 como papá” (ríe).
-Hoy estás en el lugar de tus padres, cuando vos te fuiste de tu casa muy chica.
-Yo me comunicaba una vez por semana con mis padres por teléfono o vía fax. Hoy mis hijos viajan mucho por el deporte y Balthazar tuvo su experiencia laborar en Europa y ya han viajado solos. Pero hoy sabés dónde están y los sigo por el teléfono. Pero es la aventura de la vida, vos les das herramientas a tus hijos, pero los que salen a caminar son ellos. Vos confías en lo que sembraste, pero a una cierta edad te tenés que correr y que tomen sus propias decisiones.
-De toda tu carrera, ¿hay algún momento que te marcó y fue un quiebre?
-Muchos. Cosas que me marcaron para mi carrera profesional, pero también cosas de las que aprendí mucho que tienen que ver con una enseñanza de vida. La primera vez que me dijeron que iba a hacer la campaña de Guess y me pareció tan increíble que no podía creer. Me acuerdo que no le conté a nadie hasta que no terminé de hacer las fotos. Yo estaba en Nueva York e hicimos la campaña en Hawaii. Y después de tres días de trabajo me di cuenta de que era verdad y se lo conté a todo el mundo. Ese fue un antes y después en mi carrera.
Lo mismo cuando hice el primer desfile de Versace, porque fue mi primer gran desfile. Y también increíble cómo se dio. Yo estaba dando vueltas en Milán, yendo a casting para desfiles, y de repente me avisan de mi agencia que me vaya ya a Versace que había un desfile y les faltaba una modelo. Y me acuerdo que fui y estaba Gianni Versace, su hermana Donatella y dos personas más, me hizo caminar y no me voy a olvidar nunca la cara de Gianni que se dio vuelta y le dijo a la asistente: "Va bene" (está bien). Y a las pocas horas estaba haciendo el primer desfile. Creo que es en parte el destino, pero vos vas haciendo tu camino, por eso el estar preparada, si yo hubiese llegado desarreglada, sin saber caminar, tímida, no me elegían. Y mil veces me dijeron que no, pero hay que insistir.
-Muchos creen que el camino fue más fácil, pero tuvo sus altibajos.
- El estar sola a los 18 años viviendo con otras chicas que no conocés, o que por ahí no te gusta. Me pasó también después de unos años, cuando ya era conocida, darle la posibilidad a chicas argentinas de viajar y trabajar afuera. Y a mí me parecía increíble que muchas lo rechazaran porque iban a extrañar o no podían. Pero cuando elegís en la vida dejás cosas atrás y es lo que arriesgás.
-¿Qué es lo que tiene que tener una buena modelo?
-Tenés que ser muy segura de vos misma, que es muy difícil cuando sos joven. Pero tenés que confiar en vos y saber interpretar lo que el otro quiere de vos. Es parecido a actuar, pero representar el papel que el otro necesita. Cuando hacés un desfile es el diseñador o el productor el que dispone. Cuando hacés fotos es el fotógrafo el que dirige, y cada uno tiene su modo de trabajo. Te tenés que adaptar en personalidad y ser camaleónica. No pensar en si te queda mejor una prenda que otra.
-¿Extrañás la pasarela?
-No. Fue una época, es un momento. Siempre comparo el trabajo de la modelo como el de un bailarín o deportista, tiene tiempo límite. Además hacer los desfiles de Milán, París, Nueva York... no tendría la energía para hacerlo. Fue una época disfrutada al máximo. Yo nunca soñaba con ser esto, no tenía idea de lo que era el mundo de la moda. Pero se me dio la posibilidad y cuando me di cuenta de que podía vivir de esto, lo tomé como un trabajo y me aboqué de lleno. Siempre hice todo lo que pude, busqué y se me abrieron otras puertas. Y después tomé la popularidad que me dio la moda, para amplificar mensajes que tienen que ver con la niñez, la discapacidad, uní esas dos pasiones que eran la docencia y la moda.
Hoy veo la moda como una manera de comunicar y transmitir. Por eso cuando todos los días te preguntás: “Qué me pongo?”, estás decidiendo de qué manera enfrentás tu día, de qué manera te ven los demás, cómo querés que te recuerden. Y lo dejo de ver algo frívolo, porque es un sello que estás dejando. Hagas lo que hagas, es tu carta de presentación.
"Este texto fue publicado originalmente por Los Andes. Se reproduce aquí con la autorización correspondiente".