En el fondo, todos lo sabíamos: pase lo que pase, en algún momento las cosas iban a volver a arrancar. En algunos casos de la misma manera que antes y, en otros, encontrando vías nuevas que hacen fluir lo que tiene la necesidad irrefrenable de fluir.
Tras el shock inicial del encierro, en el que la mayor parte de las pulsiones creativas quedaron comprensiblemente paralizadas, ahora no pasa un día sin que aparezcan nuevas canciones y discos, pequeños conciertos y encuentros entre creadores que animan el tedio de las redes sociales… Claro, la música lo tiene mucho más fácil que artes necesariamente “presenciales” como el teatro o el cine (por cierto, auguran que este año complejísimo para el rodaje de ficciones va a ser fecundo en documentales).
Apoyados en las nuevas tecnologías, que ponen un estudio casero al alcance de cualquiera, las y los músicos argentinos están que no paran de ponerle hitos a la banda de sonido de la pandemia. Así, a vuelo de pájaro, se me vienen a la cabeza canciones de cuarentena de gente como Lisandro Aristimuño, Los Auténticos Decadentes, Barbi Recanati, Daniel Melingo, Celeste Carballo y los uruguayos de No te va gustar, que publicaron una preciosa versión del clásico de Cerati, “Té para tres”. En estos días extraños también Vicentico hizo su aporte a la playlist: “No tengo”, otra versión de un clásico, en este caso de la gran Nina Simone. Y también su hijo Florián, que venía tocando la guitarra en Los Cadillacs y se largó solo nomás. El tema se llama “Lejos de mí” y es una linda perlita de la nueva generación. Llamemoslés cuarentennials.