La magia es un arte que existe hace cientos de años. Desde nuestros orígenes, a los humanos nos fascina lo sobrenatural y lo inexplicable. Ya en el siglo XVII existía la magia profesional como forma de entretener a las personas. Pero, ¿qué pasa dentro del cerebro humano cada vez que vemos un truco?
Esta es la pregunta que dos neurocientíficos españoles buscan responder a partir de la publicación de su nuevo libro, El cerebro ilusionista. Los autores son Jordi Camí, director del Parque de Investigación Biomédica de Barcelona y vicepresidente de la Fundación Pasqual Maragall, y Luis M. Martínez, responsable del laboratorio de Analogías Visuales del Instituto de Neurociencias de Alicante.
La tesis de los expertos es que el mago no engaña la mirada del espectador, sino su cerebro. Si bien el ojo es uno de los sentidos que más usamos, lo cierto es que es lento y trabaja con un retraso de un tercio de segundo en el procesamiento de la información. Es por eso que, para anular estos baches, la mente construye una ilusión de continuidad, hace inferencias y anticipa constantemente acontecimientos.
"El mago se aprovecha de esta anticipación. En la presentación de un efecto propone un relato que refuerza las predicciones del espectador para llegar a un desenlace donde desmonta estas expectativas lógicas. Es lo que llamamos 'disonancia cognitiva'. Te crea la ilusión de que ha sucedido algo imposible porque tienes una contradicción irresoluble entre tus expectativas sobre lo que sucederá, conforme lo guardado en las memorias, y el final que se te presenta", indica uno de los especialistas en diálogo con el diario El País.
Y agrega: "Se trata de estrategias para controlar la atención del espectador. Si sabes cómo irá un juego te ocupas de mirar otras cosas y es básico que el mago controle tu atención. Y en este control juega un papel muy importante la mirada del mago que, como en las relaciones humanas no verbales, dirige la mirada del espectador". Estas consideraciones explican el porqué de una de las reglas básicas de todo mago: nunca repetir un truco.
En base a estas observaciones, los autores también llegan a conclusiones relevantes por fuera del mundo de la magia. "Es significativo que las nuevas tecnologías no nos asustan aunque no las entendamos —por ejemplo el móvil— y, en cambio, siguen sorprendiéndonos efectos de magia del siglo XVIII. Eso quiere decir que la magia interpela mecanismos básicos del cerebro, automáticos, inconscientes", aseguran.
Para concluir, señalan que la persona con más formación suele disfrutar más de la magia porque se deja llevar: “La persona que está segura de su inteligencia no tiene problema para dejarse engañar. En cambio quien se toma el espectáculo como un reto a su inteligencia, de la que no está seguro, no lo disfruta y suele ser el típico espectador que va a reventarlo”.