Animales humanos: conscientes, atípicos y absolutos

En la tierra vivían, en relativo equilibrio, multiplicidad de especies vegetales y animales. Pero había una especie animal ciertamente atípica: el homo sapiens-sapiens.

Animales humanos: conscientes, atípicos y absolutos
Animales humanos

Había una vez un planeta que se llamaba Tierra, aunque la mayor parte de su superficie estaba cubierta de agua. En él vivían, en relativo equilibrio, multiplicidad de especies vegetales y animales. Pero había una especie animal ciertamente atípica.

Era una especie atípica por sus capacidades y características. Se los llamaba homo sapiens-sapiens porque tenían conciencia... Y, además, tenían conciencia de que tenían conciencia. Eran animales capaces de producir conocimientos y, paradójicamente, de creerse también cualquier creencia sobre cualquier tema.

E incluso podían ir más allá: si esas creencias respondían a sus expectativas y necesidades, las ubicaban coherentemente en una historia que resultaba creíble. Y si en esa historia los homo sapiens tenían un papel importante, les resultaba más fácil de creer todavía, aunque a veces la "aventura" de su conocimiento les costase la vida de la que tenían conciencia.

Estas características tan atípicas, sin embargo, no garantizaron nunca nada. Por el contrario, como especie, no podían dimensionar todo lo que no sabían. Y hasta podían "creer" que sabían, confundiendo esto con el hecho de "conocer la verdad"... Curioso: los humanos se han creído dueños de la verdad. Perdón por el enredo, pero desenrollar la madeja de la complejidad humana no resulta nada sencillo.

La historia de esta especie es harto conocida porque hace siglos que sus integrantes la estudian (lo que no significa que los sapiens-sapiens se hayan puesto de acuerdo sobre la interpretación de su propio derrotero compartido). No obstante, la multiplicidad de interpretaciones y creencias aplicadas a su historia, los separó sistemáticamente creando un abismo a veces imposible de franquear. Estos abismos eran conocidos con los nombres de fanatismos, dogmatismos e idolatría. Originalmente llamaron a este abismo Torre de Babel.

En los albores del siglo XXI, ellos mismos consideraron al siglo anterior como el más sangriento e inhumano, a partir del registro de todo lo malo que se han hecho entre pares. Pero esto, a fin de cuentas, tampoco fue tan importante: porque lo central para el ser humano siempre ha sido tener la razón; aunque, como especie, supieran que no es algo tan simple y lineal porque "las verdades" dan lugar a diferentes apreciaciones... Y a reacciones violentas de quienes no coinciden con esta razón.

Pero así las cosas... Las atipicidades han hecho de estos extraños animales los mejores amantes de los absolutos. Vaya paradoja. Conscientes de su fugacidad y relatividad se volvieron amantes de lo contrario. ¿Por qué? Porque querer siempre tener la razón y confundir una creencia con una verdad son actitudes de seres absolutos. Y esto ha llevado a esta especie a sentirse superior, una sensación muy importante cuando se tiene conciencia. En esto no han fallado en absoluto.

Todo lo atípico es promisorio, pero también puede resultar caótico.