Un reciente informe de la Asociación Argentina para el Estudio de las Enfermedades del Hígado (AAEEH) reveló que dos de cada cinco argentinos tiene hígado enfermo y no lo sabe. Las causas más frecuentes de este fenómeno están relacionadas al alcoholismo, el hígado graso y las hepatitis virales.
Los datos fueron obtenidos de rastreos efectuados por la comunidad médica durante el último año, en centros de salud de todo el país, los cuales fueron analizados por 2.000 especialistas nacionales y del exterior que participaron del Congreso HEPATO XX/19.
De acuerdo al informe, "la pandemia del hígado graso causada por sedentarismo, diabetes, colesterol elevado y sobrepeso será la principal causa de mortalidad por enfermedad hepática y de trasplante de hígado en los próximos años". Lo positivo es que es posible comenzar a prevenirlo desde hoy, cambiando algunos hábitos e impulsando leyes que protejan a los consumidores.
"El hígado graso afecta al 20% de los adultos y dispara el riesgo de cáncer" (AAEEH).
"El hígado graso es la acumulación de tejido graso en forma desproporcionada en el hígado. Éste órgano se va enfermando hasta que, en un momento, es insuficiente, no cumple sus funciones producto de este aumento de la grasa acumulada en él. Termina en una insuficiencia hepática, pero en los últimos eslabones", explica el Dr. Sergio Cappiello (M.N. 104406), especialista en cirugía general de Vittal.
Para Alejandra Villamil, presidenta del Congreso de hepatología, la incidencia del hígado graso en la población demanda acciones urgentes."La enfermedad de este órgano en casos severos de cirrosis, pone de manifiesto que existen aun en nuestro país grandes dificultades en el acceso a la atención médica especializada", destacó la especialista.
En esta línea, el Dr. Cappiello hace hincapié en que la enfermedad es asintomática y su evolución, silenciosa. Y que las causas que la producen están relacionadas con la mala alimentación, el consumo excesivo de alcohol y la diabetes.
"Hoy al paciente se le da una dieta lo más sana posible tratando de evitar el alcohol y los hidratos de carbono, la misma dieta que a los diabéticos", reconoce el especialista.
Pero la enfermedad no es nueva, sino que hoy, gracias a los métodos de diagnóstico, es posible detectarla tempranamente y trabajar en la prevención. "El hígado graso existió toda la vida. Pero con la masificación de la ecografía y los análisis de laboratorio, tiene un estudio de diagnóstico que hace que se diagnostique", advierte el Dr. Cappiello.
¿Cómo prevenirlo desde la infancia?
Pese a que el hígado graso puede pensarse íntimamente relacionado al consumo de productos grasos, también se vincula a la ingesta de azúcares y ultraprocesados.
"El azúcar en demasía se transforma en grasa. No nos olvidemos que el hígado es un procesador de productos. Cuando un paciente se excede, se transforma en glucosa y luego en grasa", explica el Dr. Cappiello.
En esta línea, la periodista Soledad Barruti, autora de los libros "Malcomidos" (2013) y "Mala leche. El supermercado como emboscada" (Planeta) lleva más de media década advirtiendo sobre las consecuencias de alimentar a nuestros hijos con las propuestas marketineras del mercado.
"Los alimentos ultraprocesados son los que más se publicitan para los chicos y son alimentos que están hechos siempre en base a los mismos ingredientes: harina, azúcar y aceites ultraprocesados. Todos relacionados con el hígado graso y todos maquillados como si fueran cosas diferentes a lo que ofrecen", advierte la escritora, especialista en temas vinculados a la alimentación y la industria alimentaria.
En esta línea, explica: "A uno le llega la idea de que te dan galletitas con cereales, vitaminas y minerales, pero en realidad te están dando harina, azúcar y aceite".
Sin embargo, cuando Barruti habla de azúcar no solamente se refiere al endulzante como lo conocemos sino de los jarabes de maíz de alta fructosa. "La fructosa es uno de los principales disparadores del hígado graso y en la composición del jarabe de maíz generalmente está más excedida que en la sacarosa y genera un sobreconsumo en un 200/300 por ciento más de lo que se consumía hace una década", detalla la escritora.
A comienzos de julio, Barruti impulsó una petición en Change. org, dirigida al secretario de Salud de la Nación Adolfo Rubinstein, para que se coloquen sellos negros en los productos procesados y ultraprocesados que informen lo que se está consumiendo. La misma ya consiguió más de 59 mil firmas.
"Lo que yo estoy impulsando es que se legisle en la Argentina teniendo en cuenta la evidencia y no los intereses de las marcas. Porque en nuestro país la Secretaría de Salud dijo en 2018 que íbamos a avanzar hacia un rotulado como el chileno y, el mes pasado, el secretario de Salud dijo que no, que iba a ser un rotulado híbrido porque tenía que ponerse de acuerdo con las marcas y a las marcas ese rotulado no les convenía. Esto es terrible y lo que procuro hacer es exponer esa situación y advertir a las personas que lo que está pasando es algo en contra de la salud colectiva", advierte la escritora, que también brinda charlas de deconstrucción alimentaria en las que busca que la gente vuelva a consumir alimentos naturales.
Esta iniciativa ya se convirtió en ley en varios países de la región. En Chile, se aprobó en 2016; en Perú, se puso en vigencia en junio; y, en Uruguay, se podrá ver en las góndolas en 2020.
"En Chile el rotulado funcionó muy bien, la ley no es solamente que se marquen los ingredientes con sellos negros sino que además los alimentos que tengan sellos negros no puedan ir acompañados de ningún elemento que atraiga a los niños, ningún personaje, ninguna publicidad de las típicas promociones o figuritas; tampoco pueden ser vendidos en escuelas o entornos escolares; no pueden tener comerciales en horario de audiencia infantil. En el caso de los productos más problemáticos, que son las bebidas azucaradas, tienen que ir grabadas con un 18% de impuestos", revela la periodista.
En esta línea, Barruti llama a los legisladores a aprender de la experiencia de los los países vecinos, también de sus errores, para elaborar un proyecto superador. Por ejemplo, en el caso chileno esta ley llevó a que muchas marcas reemplazaran el azúcar por edulcorante. Por eso, en el petitorio la periodista incluyó estos endulzantes, para evitar que suceda algo similar.
Para la autora hoy en día hay más conciencia alimentaria en los consumidores, pero remarca que se ha llegado a ello "desde un lugar trágico que es la mala salud de las personas". "Las personas están cada vez más enfermas por lo que comen y eso hace que cada vez se inclinen más a buscar cómo alimentarse mejor", reconoce.
El último informe de la AAEEH ha dejado en evidencia que nos encontramos frente a una pandemia que traerá consecuencias en el corto plazo. Por eso es fundamental trabajar en la prevención, la educación y fomentar políticas de Estado que acerquen a los consumidores y los productores, que fomenten la producción sustentable, que tomen partido a favor de la salud, no de las empresas.
"La ley tiene que complementarse con ese acceso a la comida de verdad que va desde los consumidores a los productores. Para que estos últimos puedan acceder a mercados, a una comercialización sin intermediarios y a subsidios para producir agroecológicamente", cierra Barruti.