"Peperina nace hace cinco años con tres objetivos: clases magistrales gratuitas, buenas; restaurantes para poder comer en la feria; y un paseo de compras relacionado con la gastronomía. En esa tercera pata no lográbamos atraer al productor directo, y este año tuvimos más de 100 expositores. Para nosotros fue una cosa soñada", resume Andrés Chaijale, chef y alma mater de la feria cordobesa que este año rompió récords en tamaño y visitantes.
El balance de Peperina es necesario en un momento en que la gastronomía, la figura de los cocineros y la atención de cada persona está puesta en los alimentos, ya sea por cuestiones relacionadas a la salud, la ecología o simplemente porque la cocina casera es un modo de ahorrar en tiempos de crisis, y "salir a comer" se convierte en un paseo en sí mismo.
La feria cordobesa se realiza desde hace un lustro en Alta Gracia y pasó de ser un festival local donde se podía degustar alimentos de la zona y ver a algunos cocineros a generar movimiento desde distintas provincias para traer productos y visitantes.
“Estamos entrando en una liga, que no es un objetivo ni estamos corriendo atrás de eso, de ser una de las ferias específicas gastronómicas más grandes del país, con este formato de tener dos o tres pilares como los que ya mencioné”, afirma Chaijale.
Según estimaciones de Defensa Civil, se calcula que unas 100 mil personas visitaron la feria en los cuatro días que se realizó (del 18 al 22 de abril pasado).
"Este año fue radicalmente más grande, consumimos todo el espacio disponible del predio polideportivo de Alta Gracia (la parte techada y la parte al aire libre) en el cual pudimos plasmar crecimiento no solo en grilla sino también en algo que venía siendo como una espina que teníamos, que era la formación de un mercado nacional lindo e interesante en contenido", evalúa el cocinero y organizador de la feria. "Este año fue el primer año en el que ese mercado se consolidó, y creo que la gente lo disfrutó".
En Córdoba abundan las fiestas alrededor de la gastronomía: Fiesta Nacional del Oro Blanco (quesos), del Pan Casero, Fiesta Provincial del Cabrito en Quilino, Fiesta de la Avicultura, Fiesta del Lechón en Bañado de Soto y muchas más. Pero con el tamaño que ha ganado Peperina, la comparación directa es pensar en la feria Masticar, de Buenos Aires, que lidera Narda Lepes junto a un grupo de profesionales del rubro.
"Hay una amistad, hay una relación entre Masticar y Peperina", revela Chaijale, al tiempo que señala: "Hay cosas que nosotros no vamos a tener nunca que tiene Masticar y hay cosas que ellos no van a poder tener nunca que tiene Peperina. Desde el tipo de público que nos visita a nosotros, que es más federal , hasta la idiosincrasia que tenemos nosotros en el interior para recibir invitados y plantear situaciones como las clases, que en Peperina son muy importantes y un atractivo en sí mismo, ya que no tenemos la oportunidad de ver tan a menudo a algunos de estos profesionales que vienen".
Osvaldo Gross, Dolly Yrigoyen, Iwao Komiyama, Lelé Cristóbal, Pedro Lambertini, Jimena Monteverde,Soledad Nardelli, Francisco Sade, Juan Braceli, Santiago Blondel y Juan Cruz Galetto son algunos de los profesionales afamados que este año pasaron por la fiesta gastronómica de Alta Gracia dando clases magistrales.
"Montamos una cocina profesional, un set de tres cámaras para tomar las imágenes con pantalla gigante de LED de tres caras, sistema de audio inalámbrico, esponsors de productos de primera calidad para cubrir todas las necesidades de la clase… Así todo profesional que viene trabaja con los mejores insumos que se pueda imaginar para hacer su demostración. Le ponemos mucho foco a eso. Es una clase de cocina real", amplía el entrevistado.
"Esta semana ya nos juntamos para ver la edición 2020. Nuestro modus operandi es cerrar una edición, hacer el balance y proyectar un esqueleto sobre el que vamos a construir la edición que viene y cómo vamos a crecer", se entusiasma Chaijale.
- ¿Este tipo de ferias sirve para impulsar productos cordobeses en la cocina?
- Sí, totalmente. Es una gran vidriera y ahora que la feria ha tomado un volumen interesante lo que sigue es '¿Che, qué había bueno, que había distinto para cocinar?'. Y ahí aparece esto que venimos trabajando hace cinco años que es el tema de nuestra miel, de nuestro azafrán, de nuestras alcaparras, de nuestras carnes, de nuestros pescados de río. Todo eso se empieza a poner sobre la mesa y se empieza a darle valor, se empieza a querer que esos productos lleguen también a otros lugares.
- ¿Qué feedback recibieron de los productores?
- Están encantados. Para nosotros hay índices de éxito y uno es que al terminar la feria los expositores y puesteros nos digan 'Reservame un lugar para el año que viene'. Entonces la verdad que hemos tenido sorpresas de productores que traían con cierta timidez cantidad de productos y que se hayan quedado a los dos días sin nada que vender. Y eso también es bueno porque aumenta en la gente el deseo de buscarlo y conseguirlo. Inclusive en los restaurantes también pasó. Un puesto de locro vendió cinco mil porciones el día que refrescó.