Los medios especializados en realeza tienen un gran interés por el futuro próximo de Europa, donde la mayoría de países tendrán reinas sentadas en sus tronos, como es el caso de Países Bajos, donde Amalia, la hija mayor de Máxima y Guillermo, será coronada como reina.
Es que los detalles detrás de estas monarquías llaman la atención, especialmente en este gran cambio generacional, donde se colocan mujeres como cabezas de las realezas. Esto genera dudas sobre cómo se manejarán las leyes monárquicas en varios aspectos, como por ejemplo qué pasará si Amalia decidiera estar en pareja con otra mujer, un debate que hace algunos años tuvo una respuesta.
Sin embargo, otro de los debates que más se ha hablado en los medios de chismes y del corazón en Países Bajos y Bélgica tiene que ver con la continuidad de una antigua ley que prohíbe rotundamente a los miembros de la familia real belga casarse con algún miembro de la casa Orange.
Por lo que las especulaciones sobre qué pasaría si el príncipe Gabriel de Bélgica, segundo de los cuatro hijos de los reyes Felipe y Matilde de este país y segundo en la línea de sucesión al trono, decidiera junto con Amalia entablar una relación y llevarla hasta el altar no se hicieron esperar.
La ley que no dejaría que Amalia y el príncipe Gabriel se casen
Una ley promulgada en el siglo XIX impide que cualquier unión entre ambos llegue a buen término. La ley belga de 1830 establece “la exclusión perpetua de la familia Orange-Nassau de cualquier poder en Bélgica”.
En aquel momento, durante la revolución belga por la independencia, tenía sentido evitar por decreto cualquier vínculo matrimonial con la casa real de los Países Bajos, como una medida para garantizar que Bélgica no volviera a caer bajo la influencia de este país.
Han transcurrido muchos años desde el siglo XIX hasta la actualidad, y resulta incierto cómo reaccionaría la población belga ante una posible unión matrimonial entre las dos casas reales. Lo que sí es absolutamente cierto es que cuando la hija de Máxima y futura heredera decida contraer matrimonio (lo cual se espera que ocurra en varios años), el Parlamento deberá dar su aprobación para que el enlace sea válido.