¿Notaste que de repente tu perro dejó de hacerte caso y se puso rebelde? ¿Creías que porque tenías mascotas en vez de hijos humanos zafarías de la adolescencia? ¿Pensabas que ya habías visto todo con tus adolescentes?
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Resulta que una investigación publicada hace un año en The Royal Society presenta evidencia sobre el comportamiento conflictivo en la fase adolescente de los perros y, además, una asociación entre el apego a los humanos y el momento de la pubertad de la mascota.
Tal como sucede en el seno de una familia, donde las relaciones suelen volverse conflictivas durante la adolescencia de los hijos e hijas. “Las relaciones entre padres e hijos comparten un sorprendente número de similitudes con las relaciones entre el dueño y el perro, incluidos mecanismos análogos de comportamiento y vínculos hormonales”, detalla el documento.
El informe señala que la adolescencia del perro podría ser un momento vulnerable para las relaciones entre el dueño y la mascota, porque cuando comienza la pubertad también empiezan “las motivaciones potencialmente competitivas en el perro doméstico: criar con congéneres y vivir al cuidado de los humanos”.
“La fuerza del vínculo entre humanos y perros es posible gracias a que los perros se apoyan en los mecanismos humanos para vincularse con los niños. Aquí, encontramos evidencia que sugiere que el apego humano-perro puede, a su vez, influir en el comportamiento del perro y la fisiología reproductiva durante la pubertad”, describe el artículo firmado por Lucy Asher, Gary CW Inglaterra, Rebecca Sommerville y Naomi D. Harvey.
El equipo indica que los resultados encuentran una asociación entre la pubertad más temprana y un apego inseguro a un cuidador humano. “Esto replica los hallazgos correlacionales de los adolescentes humanos que ingresan a la pubertad antes si no tienen un fuerte apego a las figuras de los padres”, asegura el texto.
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Entre los descubrimientos, destacan que cuando los perros alcanzaban la pubertad, era menos probable que siguieran las órdenes dadas por su cuidador, pero no por otros (ya vemos que cualquier semejanza con lo que sucede con nuestros hijos no es coincidencia, sino que tiene un fundamento científico).
“La naturaleza socialmente específica de este comportamiento en los perros (obediencia reducida solo para su cuidador) sugiere que este comportamiento refleja más que cambios hormonales, cerebrales y de recompensa generalizados que ocurren durante la adolescencia”, señala el informe que asegura que ahondar en esta investigación permitirá entender mejor la adolescencia en humanos.