“Tengo sesenta años y vengo de una generación que ocultaba todo: las inclinaciones sexuales, las ideologías políticas, si había alguien en la familia con discapacidad. Luché toda la vida contra los prejuicios y siento que como sociedad estamos transformando de a poco estas cuestiones, y que la pandemia nos da una oportunidad”.
En el audio de WhatsApp, a Benito Fernández se lo escucha embalado y reflexivo, como perro que sabe de grandes hazañas pero pega la oreja al suelo para anticipar la tormenta. Empresario y modisto adorado de Máxima de Holanda, Susana Giménez, Pampita y Tini Stoessel, reconoce que al comienzo de la pandemia de Covid-19 –y viendo lo que pasaba en Europa– presintió que sería un año bisagra, complejo y propicio para grandes cambios personales... Y para ser más solidario que nunca.
Con esa sintonía fina, resolvió relanzar su histórica marca -Benito-, y nada menos que con sus hijos, Marina y Lucas... Una enorme movida que lo tiene trabajando atareadísimo desde su casa, por lo que acepta gustoso la nota para Rumbos, pero pide hacerla por WhatsApp: “Estoy a mil, perdón, y como soy disléxico prefiero contestarte por audio que por escrito”, admite con buena onda.
-En medio de todo este sacudón mundial a vos se te ocurre relanzar tu marca. ¿Por qué te pareció un buen momento?
-BENITO: La pandemia y la cuarentena me generaron una gran necesidad de cambio. Quiero transformarme de cero desde lo conceptual y que mi marca de prêt-à-porter sea más solidaria e inclusiva. Más empática. Por eso sumé a Marina y a Lucas a la empresa y repensamos todo. Ahora Lucas va a lanzar su colección-cápsula sin género: ropa que puede usar todo el mundo, ropa que no discrimina.
-¿Qué cambios atrajo esta nueva época laboral?
-BENITO: Inauguré tres locales y me fui de los shoppings. Cambié las estrategias de ventas y marketing. ¡Cambió todo! Me puse a hacer más accesorios porque la gente ahora no va a querer probarse tanta ropa. Incorporé a las prendas más algodón, que es la tela que estamos usando todo el día en casa para trabajar más cómodos... Más jogging y remeras.
-¿Cómo serán las próximas tendencias? ¿Qué proyecciones hacés para la moda post-pandémica?
-BENITO: La moda capta al instante lo que nos pasa colectivamente, y siempre ha sido expresión de las tensiones sociales y momentos históricos: interpretó al ser humano antes que la arquitectura o las artes plásticas. A las guerras mundiales siguieron los diseños austeros. Y no por nada, yo estoy hace siete meses fabricando barbijos y sets portabarbijos. En las próximas colecciones el algodón tendrá un lugar protagónico, y probablemente las grandes marcas propongan ropa suelta y pantalones amplios con elástico en la cintura. Venimos de muchos meses de encierro hogareño en todo el planeta, y nuestros cuerpos van a necesitar seguir sintiendo esa comodidad y suavidad de la ropa que usamos en la cuarentena. Hasta las marcas de alta costura mundiales están haciendo prêt-à-porter porque saben que en los próximos meses habrá más vida doméstica que fiestas. Los accesorios también van a tener un rol protagónico.
La moda interpreta al instante las tensiones sociales y momentos históricos: la próxima tendencia será de ropa suelta y cómoda, con mucho algodón, como vestimos en la cuarentena.
-La moda es un fenómeno cultural paradójico: tiene el poder de reivindicar lo genuino de un lugar, las raíces, pero también está muy ligada a lo aspiracional y a mirar “lo de afuera” como si fuera mejor... ¿Está en crisis ese paradigma de la moda global?
-BENITO: Definitivamente. Es que veníamos por el camino de la globalización, sobre todo en el diseño, y ahora la pandemia ha provocado un efecto contrario, haciendo que lo hiperglobal quede asociado inconscientemente a sensaciones negativas: coronavirus y contagios, economías devastadas, encierro, distanciamiento físico. Al menos a mí, todo esto me ha representado un quiebre en la manera de ver las cosas; por eso, dentro de las reformulaciones de mi marca, quiero apuntar a una moda más personalizada, con una impronta familiar y cercana: series chicas de ropa, colecciones más cortas, la incorporación de detalles en las prendas, que las hagan especiales.
-¿Para dónde se orientarán nuestros hábitos de consumo a partir de esta experiencia masiva de comprar un pantalón o una camisa por la web? ¿Se terminó la era del probador?
-BENITO: En estos meses comprobamos que el consumo se las arregla para encontrar nuevos cauces. Ahora se consolidó más el comercio digital, que estaba más instalado en otros mercados pero no tanto en el nuestro. Aunque no sé qué pasará a futuro, no creo que sea algo tan tajante, al punto de que no pisemos más un probador. Pero sí tengo claro que quienes nos dedicamos a la moda, vamos a tener que ser más empáticos con las clientas, que están haciendo un mayor esfuerzo económico y emocional al exponerse a entrar a un negocio. La empatía es una de las claves de estos tiempos.
-¿Qué ventajas y desventajas le ves al comercio digital de indumentaria?
-BENITO: La moda es un rubro muy presencial y eso no se puede soslayar, porque para comprarte una prenda necesitás tocar la tela para saber si te gusta, tener referencias de talles porque cada cuerpo es distinto, mil cosas… Habrá que ver cómo se desarrolla todo esto con el tiempo, pero no creo que toda la venta se traslade a internet: todavía tenemos que aceitar un montón de cosas, las entregas y las devoluciones puerta a puerta. Igual tengo plena confianza de que vamos a lograrlo, porque los argentinos tenemos mucha cintura, y una vez más estamos demostrando que nos adaptamos a todo.
-¿Qué medidas concretas de estímulo le propondrías al gobierno para sacar a flote al sector textil?
-BENITO: Se pueden tomar medidas impositivas, otorgar préstamos a la actividad, ayudas a la exportación. Podemos hacer mucho como país, pero es fundamental que sean movidas a largo plazo. Tenemos como ejemplos a España y Brasil, que no eran naciones textiles y se propusieron hace treinta y veinte años, en cada caso, medidas concretas de estímulo a la actividad, y hoy son potencias de la moda. Podemos lograr que el diseño argentino sea muy competitivo porque es un rubro con gran valor agregado; acá hay mucho diseño y creatividad. Vale la pena intentarlo porque la moda genera muchas fuentes de trabajo, y eso es algo que necesitamos en nuestros países latinoamericanos.
Me pongo en tus zapatos
Benito dice que no es un tipo de bajonearse seguido, sino de los que le buscan la solución al asunto: “Soy muy resiliente”. De chico tuvo que sobreponerse a las burlas constantes por su dislexia; y en el fatídico 2001, la vida lo puso a prueba otra vez: se separó de la madre de sus hijos y poco después su empresa quebró. Tuvo que arrancar de cero, en Barcelona, cosiendo vestidos de novia. Por eso este año, viendo como venía la mano, se puso en modo solidario.
Alineado con la campaña #YoMeQuedoEnCasa, a fines de marzo presentó en las redes su nueva colección “Botánica”: una suerte de desfile virtual compuesto por 4000 fotos de maniquíes. Y a mediados de abril confeccionó unos barbijos de alta costura para donar al Hospital de Niños “Pedro de Elizalde”, que fueron subastados a beneficio de los nenes y nenas internados.
En paralelo, se contactó con la ONG “Mamis solidarias”, a quien donó quinientas prendas de la colección-cápsula de su hija Marina, que hace indumentaria infantil dentro de la marca Benito.
-Entre tanta movida solidaria, este año también te sumaste a una campaña de concientización del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados. ¿En qué consistió tu aporte?
-BENITO: Diseñé un modelo de poncho azul de edición limitada, que busca concientizar sobre esta problemática tremenda. Hay más de 70 millones de refugiados en el planeta, y de ellos, unos 40 millones son chicos esperando en las fronteras para que los dejen entrar a otros países. Muchos famosos me ayudaron a difundir esta acción, como Valeria Mazza, Juana Viale, Marley y Mirko, Guillermina Valdes y Osvaldo Laport, que es embajador de ACNUR.
-En estos meses se reinstaló el debate acerca del medioambiente y el efecto devastador de nuestros hábitos cotidianos y el consumo desaforado. ¿Estas problemáticas llegan a plantearse al interior de tu actividad, o pasa por el costado?
-BENITO: La moda está atendiendo cada vez más la temática de lo sustentable desde lo social, lo económico y lo ecológico. Son las tres patas que estamos tratando de implementar. A veces nos cuesta tomar decisiones o adoptar ciertas medidas, pero hay una reflexión sobre estos temas cada vez mayor.
-Desde hace unos años, se han renovado con fuerza los debates feministas en la Argentina y hay una mayor aceptación de las diversidades sexuales. ¿Notás algún correlato de todo esto en la manera de expresarnos a través de la moda?
-BENITO: Sí, y toda esta movida con mi marca también tiene que ver con esas búsquedas. Mi hijo está diseñando prendas sin género. Hay que vivir con mayor libertad y menos prejuicios. Como diseñador acompaño a las mujeres desde hace más de tres décadas, y voy siguiendo la evolución que han tenido y cómo están luchando por sus derechos. Esto se suma al reconocimiento de las diversas identidades sexuales y a un montón de temáticas que se están poniendo sobre la mesa. Está buenísimo que se hable de todo.
-¿Sentís que te estás “deconstruyendo”, como se dice ahora?
-BENITO: No solo lo siento, sino que busco que todo eso se exprese en esta nueva época laboral que comenzó en la pandemia. Creo que todos nos tenemos que deconstruir porque necesitamos armar una sociedad donde nadie se quede afuera y en la que cada persona tenga el lugar que se merece.
* Ximena Pascutti es editora de revista Rumbos. Contenido exclusivo de Rumbos.