Cuando cambiás una planta de lugar, lo primero es rociar sus hojas con un preparado “antiestrés” consistente en una aspirina disuelta en 8 litros de agua a temperatura ambiente; con el líquido que sobra, regá la tierra de esta y otras plantas. Una vez dentro del hogar, hay que evitar que estas especies sufran por falta de humedad ambiente; una buena estrategia es colocarlas a todas juntas y entre medio de ellas poner un plato hondo relleno de arena que luego regaremos (si ponemos agua sola podrían criarse mosquitos).
Además, siempre orientá las hojas de la planta hacia la misma dirección que tenían en el jardín. Es importante mejorar la luminosidad y esto se logra, en los primeros días, colocando papel metalizado o espejos detrás de las plantas para duplicar los reflejos. Por último, limpiá las hojas grandes cada tanto, con un paño húmedo, que esto las ayudará a asimilar mejor la luz.