Mientras nos acostumbramos a las nuevas rutinas que nos impone el coronavirus, barbijos, asepsia, distancias varias, este tiempo fuera del tiempo pareciera estar desplegando a nuestro alrededor otro efecto que no esperábamos: una brecha de esperanza para la castigada naturaleza.
Las redes sociales se llenaron estas semanas de videos que ilustran la paradoja: mientras nosotras, nosotros aplaudimos o intentamos socializar desde los balcones, confinados a los límites de la pandemia y a los propios, una variedad insospechada de animales de las periferias urbanas han asomado a las calles, curiosos, para ver a qué se debe tanto silencio humano.
Jabalíes y pavos reales paseando por Barcelona, zorros agarrados in fraganti en el centro londinense, pingüinos que recorren nuestras playas de Miramar y formidables cardúmenes en ríos de Córdoba, Santa Fe y el Litoral. Desde puntos remotos del planeta, los registros de millones de personas con sus móviles parecieran hablar de lo mismo: cielos más límpidos y aguas de ríos y lagos más claras... Un insospechado lado B de este tiempo de pandemia, desencadenado por la cuarentena y el parate drástico de los procesos industriales y los transportes, y también por el desacelere del consumo masivo y una disminución significativa de residuos.
Hasta el Himalaya se ha vuelto visible desde algunas ciudades de la India tras décadas de “cortina de humo” por la contaminación.
¿Pero cuán significativo es todo esto que vemos por la ventana? ¿Estamos ante un cambio de paradigma o volveremos después del Covid-19 al mundo de siempre?
“Se están dando varios fenómenos interesantes, pero cuidado con lo que viralizamos en las redes porque hay muchas fotos sacadas de contexto vinculadas a la recuperación de la naturaleza, como los supuestos delfines de Venecia, y se presta a confusión”, advierte Rodrigo Fariña, Director del Departamento de Conservación de la ong Aves Argentinas.
“Algo constatable es que desde que nos metimos en nuestras casas redujimos el disturbio: hay menos tráfico en las calles, en rutas y cursos de agua, menos presencia humana. Esto lleva a que ciertos bichos se sientan confiados y entren a la ciudad a explorar. Además este contexto de mayor tranquilidad nos permite a nosotros, humanos, registrar aspectos de la naturaleza que pasábamos por alto”.
LA MULTIPLICACIÓN DE LOS PECES ARGENTINOS
En Córdoba, Santa Fe y el Litoral se viralizaron videos de los ríos con asombosos cardúmenes de bagres, dorados y sábalos.
Coincide en la reflexión el naturalista y museólogo Claudio Bertonatti: “Siempre que en una ciudad baja el nivel de disturbio, por el motivo que sea, empezaremos a ver a las especies más generalistas que habitan los alrededores, que salen a indagar, a ver si pueden ganar terreno. Pero no es más que eso, no representa un fenómeno de trascendencia ambiental. Así como llegaron se irán cuando vuelvan los bocinazos y la gente”, explica este investigador de la Universidad Maimónides y asesor científico de la Fundación Azara.
Otro testigo privilegiado de estos matices es el especialista en Jardinería de Rumbos, Guillermo Grimoldi: “Desde hace unos días tengo dos tremendos jotes que se posan a la tarde en el tanque de agua. Sólo los había visto en las Altas Cumbres, pero se ve que con esta serenidad se han acercado a los barrios de Córdoba. Me generan un problemón, porque cuando hago mis columnas radiales para Cadena 3, los perros les ladran a los bichos y salgo al aire con ladridos de fondo”.
Lo que cobra sentido cuando se charla con gente dedicada a la naturaleza es que la pandemia, a fin de cuentas, resulta una oportunidad inédita para reconectarnos con algo que nos trasciende y asomar a prácticas gratificantes como el cultivo de plantas y huertas, la observación de aves y la alimentación consciente. Pero también tendría que servir para repensarnos como parte de sociedades donde el cuidado del ambiente sea tan importante para el Estado como al interior de cada hogar.
“Pese a este momento difícil, para mí es esperanzador lo que está suciendo desde el punto de vista del ciudadano común, que quizá registra por primera vez, y con alegría, a los animales que caminan por su ciudad. Puede ser un despertar de conciencia”, asegura Bertonatti y, como buen maestro, ilustra con un ejemplo: “En un ecosistema cualquiera, un pastizal, una laguna, vemos que sucede lo mismo que en la ciudad: hay actos reproductivos, nacimientos, familias, muertes; pero lo que no hay es basura. La naturaleza se encarga de reutilizar todo lo que ya no usa. Ahí tenemos la máxima lección que el mundo natural puede darnos en este momento”.
Para Fariña, de Aves Argentinas, el primer paso es tomar conciencia del impacto que generamos con nuestros hábitos y consumos, y animarnos a un cambio, aunque sea paulatino. “Es central disminuir los ruidos que generamos, y ser responsables con nuestros residuos aprendiendo a separarlos y reciclar. Y por favor, dejemos de elegir algo en la góndola por el packaging”.
A la par de esto, nos propone adoptar una mirada curiosa ante la naturaleza que nos rodea: “Averigüemos sobre los árboles de nuestro barrio y las aves que visitan nuestros jardines y balcones. Y cuando vayamos a comprar flores al vivero, elijamos primero las que eran nativas de donde vivimos; así atraeremos a las aves y mariposas propias de la zona. En la web de la asociación, www.avesargentinas.org.ar, van a encontrar mucha info sobre las especies de cada provincia, cómo reconocerlas y tips para atraerlas”.
VENECIA Y FAKE NEWS
Si bien los delfines eran un invento, sí es cierto que las aguas de sus canales lucen por estos días tan claras que pueden verse las algas.
La entrerriana María Elena Zaccagnini es una de las expertas en biodiversidad, manejo de vida silvestre y gestión ambiental más reconocidas de la Argentina. Su preocupación, dice, es que la cuestión ambiental nunca resulta relevante para los gobiernos argentinos ni de tantas naciones de la región.
“Noto que se banalizan los temas ambientales, y es muy triste porque contamos con copiosa información. Basta con ver los informes producidos por científicos del IPCC (grupo mundial dedicado a investigar el cambio climático), la FAO y el IPBES sobre la pérdida de biodiversidad y lo que eso implica para la seguridad alimentaria. También hay millones de trabajos científicos publicados en revistas muy serias internacionales y nacionales; y poco y nada de esta valiosa data está siendo tomada en cuenta por los Estados mundiales”.
Zaccagnini asegura que “el conocimiento lo tenemos: científico y empírico, indígena y tradicional. Sin embargo, está claro que la forma en que hoy usamos el planeta, a nivel global, continental, nacional, provincial y local, no es sostenible y, además, es muy inequitativo. Por eso es fundamental que los Estados apunten a lograr estas dos cosas: sustentabilidad y equidad”.
3.900 MILLONES
La mitad de la población mundial se ha recluido en sus hogares por el Covid-19.
Al ser consultada sobre los efectos del turismo masivo sobre el medioambiente, algo en el tapete ante las fotos que muestran las aguas de Venecia más límpidas, prefiere ser cautelosa: “Es un tema complejo porque tiene aristas económicas, sociales, culturales y ambientales. No debería ser un problema si la gente aprendiera a conducirse en los ambientes. Pero tenemos el gran impacto de la aviación, que estimula el calentamiento global por la emisión de gases de efecto invernadero. Es una de tantas cuestiones que hay que analizar bien para buscar alternativas menos dañinas”.
Tanto la bióloga como Manuel Szwarc, director de la ong Árboles sin Fronteras, señalan como otro problema central la urbanización exacerbada y la pobreza que se genera en sus periferias, con graves consecuencias humanas y ambientales: “Urge reconsiderar la densificación de las ciudades. Aunque resulte ventajoso económicamente para Estados y empresarios, en el plano sanitario es serio”, asevera Szwarc. “Con un ejemplo de mi actividad quizá se entienda mejor: a veces me preguntan por qué, en mi vivero, no pongo a todos los ombúes o árboles de la misma especie juntos. Los separo porque si viene una plaga los mata a todos, pero manteniéndolos a distancia tengo chances de que sobrevivan. Con las ciudades superpobladas pasa igual; aparece una peste y estamos más expuestos”.
25% CAYERON LAS EMISIONES DE CO2 EN CHINA, DURANTE MARZO, DEBIDO AL GRAN PARATE INDUSTRIAL Y DE TRANSPORTES.
Para el experto en árboles, estas semanas enrarecidas por la pandemia pueden ser un tiempo para hacernos preguntas profundas: “¿Qué tipo de cambios deseamos a partir de esta experiencia del Covid-19? ¿Podría sertirme satisfecha con menos, si mi felicidad no estuviera tan ligada al consumo? ¿Qué tipo de vida elijo de aquí en más?
HIMALAYA
La inmensidad oculta por la polución
Luego de treinta años, la cordillera más alta del planeta ha vuelto a ser visible desde la ciudad india Jalandhar, a 230 km de distancia. Lo atribuyen a la cuarentena y la merma de la contaminación ambiental.