La formación de los profesores, seguida de cursos en el aula con información, actividades y apoyo emocional, mejora el estilo de vida de los profesores y los estudiantes, según una investigación presentada en el Congreso de la Sociedad Europea de Cardiología (ESC, por sus siglas en inglés), que se está celebrando en París (Francia).
Estas conclusiones se desprenden de un programa, conocido como 'Vida Feliz, Corazón Sano', en diez escuelas públicas de la ciudad de Frederico Westphalen (Brasil).
En el estudio, participaron 473 estudiantes de 6 a 12 años y 32 profesores. Las evaluaciones de referencia incluyeron el peso, la estatura, la actividad física, la ingesta de alimentos y el conocimiento de la salud en los niños; y la actividad física y el consumo de alimentos en los maestros. Las mediciones se repitieron una vez finalizada la intervención.
El programa tuvo dos etapas: la formación de los profesores y la formación de los alumnos en el aula. Los maestros asistieron a cuatro reuniones en un período de cuatro meses, recibieron un folleto y tuvieron acceso a lecciones en video. El material estaba dividido en siete capítulos, sobre actividad física, etiquetado de los alimentos, salud emocional y calidad de vida, elección de alimentos saludables, o prácticas saludables y cambios en los hábitos.
Cada sección contenía teoría más sugerencias para las actividades de clase basadas en el tema, la edad de los niños y las metas previstas.
En el aula, los profesores cubrían un tema por semana, incluyendo al menos una actividad. Los profesores eran libres de elegir o modificar las actividades y podían incorporarlas en proyectos basados en el programa de estudios de la escuela.
Para fomentar la participación de los profesores, se creó un grupo en una red social donde recibieron mensajes y recordatorios del investigador sobre el tema en el que se suponía que debían trabajar. Los profesores también compartieron sus propias experiencias. Los investigadores visitaron las escuelas de intervención para estimular a los profesores y ofrecer orientación.
En el caso de las escuelas del grupo de control, los profesores no participaron en el curso de formación y los alumnos asistieron a las clases habituales de la escuela sobre salud y alimentación sana basadas en el plan de estudios.
Tanto los estudiantes como los profesores se beneficiaron de la intervención. La proporción de estudiantes que siguieron los consejos de la Guía de Alimentos Brasileños para evitar las pizzas, hamburguesas y los refrescos aumentó significativamente en un 15 y un 20 por ciento, respectivamente. Además, hubo un aumento del 28 por ciento en el número de maestros que eran físicamente activos.
"Los niños tanto en el grupo de intervención como en el de control aumentaron su nivel de conocimiento de salud durante el estudio. Pero solo aquellos en el grupo de intervención cambiaron sus conductas alimenticias. Esto sugiere que la información por sí sola no conduce a mejoras en el estilo de vida. En nuestro estudio, un programa que combinaba información con actividades lúdicas y apoyo emocional fue beneficioso para los niños y los profesores", concluyen los investigadores.