Por qué hay que lavarse los pies con agua tibia y limón: para qué sirve

Es una práctica casera, económica y efectiva que ayuda a cuidar los pies, combatir el mal olor y relajar el cuerpo después de un día largo.

Por qué hay que lavarse los pies con agua tibia y limón: para qué sirve
La razón por la que hay que lavarse los pies con agua tibia y limón.

En épocas de frío o calor, nuestros pies siempre están expuestos: transpiración, zapatos cerrados, caminatas largas o simplemente el desgaste diario. Por eso, mantenerlos cuidados no es solo una cuestión estética, sino también de salud e higiene.

Un truco simple que empezó a ganar popularidad en redes y fue respaldado por especialistas es el lavado con agua tibia y limón. Aunque parezca una receta de cocina, esta combinación tiene múltiples beneficios terapéuticos y relajantes.

Agua con limón en ayunas.
Agua con limón en ayunas.

Los beneficios del agua tibia con limón para los pies

Según podólogos y dermatólogos, sumergir los pies en esta mezcla natural puede marcar una gran diferencia. El jugo de limón, con su poder antibacteriano, ayuda a eliminar hongos, prevenir infecciones y neutralizar el mal olor. Ideal para quienes sufren de pie de atleta o transpiración excesiva.

Truco para lavarse los pies y sacar impurezas.
Truco para lavarse los pies y sacar impurezas.

Por su parte, el agua tibia relaja los músculos, activa la circulación y calma los pies cansados. Es perfecta para aliviar dolores después de una jornada intensa o reducir hinchazones causadas por retención de líquidos.

Además, el ácido cítrico del limón exfolia de manera natural. Así, podés suavizar durezas, eliminar células muertas y renovar la piel, sobre todo en zonas problemáticas como los talones.

Cómo aplicar este truco y potenciar sus efectos

Para lograr un lavado completo, llená una palangana con agua tibia y agregá el jugo de uno o dos limones. Si querés, sumá también las cáscaras, que aportan aceites esenciales y refuerzan el aroma.

Este truco casero es muy fácil de hacer.
Este truco casero es muy fácil de hacer.

Dejá los pies en remojo entre 15 y 20 minutos. Después, pasá una piedra pómez o cepillo suave para ayudar a la exfoliación. Al salir, secá muy bien los pies, en especial entre los dedos, para evitar humedad. Terminá el ritual aplicando una crema humectante o aceite natural. Esto no solo hidrata, sino que sella los efectos del lavado.