“Sobre gustos no hay nada escrito”, reza la frase popular, aunque a la hora del sexo no parece ser cierto.
Sobre sexo hay demasiado escrito, aunque pareciera no haber límites a la hora de los gustos en la intimidad. Y entre todas las opciones que hay, existe el denominado "sexo vainilla".
Si bien no se puede asegurar quién bautizó así a esta práctica, sí se sabe que surgió en la década del 80 como respuesta al Bondage (práctica erótica basada en el sadomasoquismo) y que una de las primeras en utilizar el término fue la antropóloga cultural estadounidense Gayle Rubin, en el libro "Reflexionando sobre el sexo: notas para una teoría radical de la sexualidad".
Sin embargo, en esta época el término se hizo conocido por la trilogía Cincuenta sombras de Grey.
Se denomina de esa forma al sexo tradicional, placentero, suave y sin juegos sexuales previos, que permite llegar a realizar el acto sexual en sí a través de caricias. Esto lleva a la pareja a sentir comodidad para pasar a la intimidad en la tradicional pose "el misionero". El vocablo "vainilla" fue adoptado porque es el sabor más común entre los postres y combina con todo. Haciendo un paralelismo con el sexo, esa posición asegura el placer para quienes la practiquen.
Aquellos que se denominan "vainilleros" en la intimidad, aseguran que menos acción no significa resignar placer. Por el contrario, permite lograr encuentros íntimos y muy emotivos, ya que crea un lazo más fuerte por ser una posición que invita a la ternura y a las demostraciones de afecto.
Beneficios del sexo vainilla
Las parejas que lleven mucho tiempo juntas y que se deciden por la posición convencional (él arriba y ella abajo), pueden lograr reencontrarse.
Además, es una de las más cómodas, favorece a llegar fácil al orgasmo y permite sentir el cuerpo del otro. En los hombres, la pose les proporciona una penetración profunda e intensa, mientras que a las mujeres sienten mayor excitación y llegan de inmediato al clímax.