Durante la cuarentena me enganché a Claudio María Domínguez. Cosas que pasan. Me quedo hasta cualquier hora escuchándolo. Mucho de lo que dice me resulta un delirio (la sucesión de reencarnaciones es chino básico), pero su forma de hablar me produce efectos ansiolíticos. Y, en estos tiempos, encontrar algo que te calme vale más que un pleno en la lotería.
El tránsito por esta para-realidad pandémica está siendo en gran medida un desafío mental. Un combate interior contra la paranoia, la claustrofobia y las expectativas frustradas. Hace rato abandoné las ilusiones de solución rápida -nueva normalidad a los premios- y me vengo autoimponiendo un entrenamiento de ninja emocional para sostenerme en el largo plazo.
En Spotify descubrí un podcast español llamado "Entiende tu mente", protagonizado por un grupo muy llevadero de psicólogos y coachs de mindfullness. Hay un episodio particularmente útil, que da buenas pautas para evitar la hipocondría (¡levante la mano el que no se autodiagnosticó al menos dos clases de cáncer diferentes durante el último mes!).
Lo escuché la semana pasada y todavía no me obsesioné con ninguna enfermedad terminal nueva. Un record. En fin, toda la evidencia marca que esto va para largo. Abracemos aquella máxima autoayudística que dice: "a menos aspiraciones, menos frustraciones". O algo por el estilo.