Aunque tiene sólo 45 años, Charlize Theron parece haber vivido muchas vidas en una. A sus 18 dejó atrás una complicada historia familiar en su Sudáfrica natal para probar suerte como modelo y bailarina en Estados Unidos, pero al poco tiempo un agente artístico la descubrió por casualidad y la adentró en el mundo de la actuación. Debutó en Hollywood en 1995 y desde entonces actuó en cerca de 50 filmes, ganó un Oscar y un Globo de Oro por su papel en Monster –donde interpreta a la escalofriante asesina en serie Aileen Wuornos– y fundó su propia compañía de producción cinematográfica.
Luego de tener un gran 2019 gracias a su protagónico en El Escándalo, el filme que narra la historia real de varias periodistas de la cadena Fox News y sus alegatos sobre acoso sexual por parte de su fundador Roger Ailes, ahora Charlize se mete en la piel de Andy en La Vieja Guardia, el nuevo filme de acción que llega a Netflix el próximo 10 de julio.
Basada en los cómics creados por el ilustrador argentino Leandro Fernández y el escritor estadounidense Greg Rucka, La Vieja Guardia sigue a un pequeño grupo de mercenarios inmortales que llevan siglos luchando para proteger al mundo, aunque un nuevo peligro amenaza con poner todo en jaque.
“Creo que la historia tiene mucho que ver con estos tiempos y con la falta de fe en la Humanidad que tenemos hoy en día. Pero en última instancia creo que la película es esperanzadora en el sentido de que no importa lo difícil que sea, hay que llegar al otro lado y no se puede dejar de pelear”, cuenta Charlize en una entrevista exclusiva con Rumbos, pocos días antes del estreno del filme.
Para esta película tuviste que aprender a manejar un hacha de batalla y también perfeccionarte en muchas técnicas de lucha. ¿Fue difícil?
Eso siempre es un desafío, porque muchas de esas cosas no se pueden fingir. Necesitás la cantidad de tiempo necesario y tuvimos cuatro meses para saber cómo queríamos que fueran las escenas de lucha. Andy era una luchadora que había existido durante casi 6000 años, por lo que debía tener ciertas habilidades y eso fue realmente difícil de aprender y de perfeccionar. Hay personas que dedican su vida entera al estudio de las artes marciales, así que teníamos que ser muy inteligentes al respecto. Tuve un gran equipo de especialistas, trabajábamos cuatro horas al día y entrenaba mucho. Realmente nos desafiamos a nosotros mismos, tratando de hacer algo nuevo y emocionante.
Fue muy desafiante al punto de que sufriste algunas lesiones durante la filmación, ¿es así?
Sí, me rasgué los tendones en el pulgar y me lastimé el codo y las costillas.
¿Suele pasar eso al filmar películas de acción?
Creo que esto y una lesión que tuve en una película llamada AEonFlux, en 2004, fueron probablemente las peores que tuve. En el incidente de 2004 estuve casi paralizada y tuve miedo.
En este caso el esfuerzo pasó por la exigencia en el entrenamiento y en otras películas tuviste que sufrir una gran transformación física como en Monster, en la que subiste mucho de peso. ¿Es algo que disfrutás o a veces es estresante?
Yo vengo del ballet, esa fue realmente mi primera carrera y hay una disciplina que viene con el hecho de ser bailarina de ballet que es muy similar a las artes marciales. Creo que por eso realmente respondo a la disciplina, me gusta ese tipo de demanda física en mi cuerpo, me gusta probar los límites. Es algo que disfruto pero sí, debés ser bueno con tu cuerpo y ser inteligente al respecto. Me gusta contar historias físicas, creo que eso me recuerda a mi época de bailarina, a una primera parte de mi vida en la que fui una narradora con mi cuerpo, sin decir una palabra. Disfruto mucho poder llevar eso a las películas y a las secuencias de acción.
Has interpretado a personajes de la vida real como la asesina Aileen Wuornos o la periodista Megyn Kelly. En esos casos, ¿los cambios físicos te parecen más desafiantes que los detalles relacionados a lo actoral?
Yo diría que es diferente. Hay un nivel de frustración que viene con todos y cada uno de ellos. Creo que encontrar la manera de hablar a veces puede ser muy desafiante y en muchos casos toma tanto tiempo como las transformaciones físicas. Realmente tenés que darte el tiempo suficiente, no podés sonar como otra persona de la noche a la mañana. En cierto modo es como ir al gimnasio: tenés que sentarte en una mesa y trabajar con sonidos, pronunciación y acentos, y debés hacerlo durante horas todos los días. Pero creo que los roles en los que tuve que aumentar de peso han sido probablemente los más perjudiciales para mi cuerpo.
¿Lo harías de nuevo?
No aprovecharía la oportunidad de hacerlo nuevamente en el corto plazo. Creo que la primera vez que lo hice tenía 27 años y no tuve problemas, luego la segunda vez que lo hice tenía 40 y fue horrible y mi cuerpo realmente sufrió. No sé si haré uno de esos papeles de nuevo, mi salud realmente sufrió y ya no quiero correr ese riesgo.
La pandemia y el aislamiento llevó en muchos casos a tener más tiempo para ver series o películas. ¿Qué viste que te llamó la atención?
He vuelto a mirar programas y películas clásicas y muchos documentales. También terminé Normal People, una serie que a pesar de contar una historia de amor juvenil hace un trabajo increíble para que no se limitara sólo a un tipo de público o a la generación millennial. Soy una mujer de 45 años y realmente obtuve mucho emocionalmente de esa serie. Todo en ella es increíble: la producción, la actuación, la música, los lugares donde se filmó, la narración y hasta el final. Creo que es una serie muy bien hecha.
Una vida de reivindicaciones
Hay temas de la coyuntura que tocan las fibras más íntimas de Charlize Theron y el feminismo es uno de ellos. En varias entrevistas la actriz contó el traumático momento que vivió de adolescente en Sudáfrica, cuando vio a su propia madre matar a su padre alcohólico y violento en defensa propia, o aquellla vez –ya comenzada su carrera como acriz– en la que un productor de cine quiso propasarse sexualmente con ella a cambio de darle lugar en una película.
¿Creés que las mujeres hoy en día tienen un papel más importante en la industria del cine?
Sí, la industria está cambiando, pero creo que necesitamos aún más. Me preocupa cuando decimos “¡Sí, lo hicimos!”, porque no es suficiente. Quiero ser parte de esa lucha y asegurarme de que la empresa de producción cinematográfica que yo fundé, Denver & Delilah Films, esté buscando activamente desarrollar proyectos con gran protagonismo de las mujeres, no sólo en la actuación sino también en los departamentos de arte o de filmación. Nos avergonzó que nuestra industria no creara suficientes oportunidades para las mujeres y, a través de esa vergüenza, realmente nos esforzamos por cambiarla. Sé que las personas están trabajando activamente para lograrlo, pero necesitamos que se haga más. El racismo es también un tema que te toca muy de cerca, siendo una mujer sudafricana que creció en la Sudáfrica del apartheid.
Actualmente Estados Unidos está pasando por un momento crítico a raíz del asesinato del ciudadano afroamericano George Floyd. ¿Cómo analizás la situación?
Me entristece decir que nunca he pensado que el racismo no existía, no solo en Estados Unidos sino en muchos lugares del mundo. Y es triste, hay una parte de mí como sudafricana que quiere aprender activamente de las lecciones y no cometer los mismos errores, pero no es necesariamente así como funciona el mundo. Mi propio país, Sudáfrica, es un gran ejemplo de ello. Nos unimos y tuvimos una revolución y el apartheid fue eliminado, pero realmente el racismo sistemático nunca acabó. Y creo que el racismo sistémico es algo mucho más grande que la simple caja en la que queremos ponerlo. Su sesgo inconsciente es más profundo que simplemente no gustarle a alguien por tu piel. Es el hecho de cómo funcionamos en la sociedad y en este mundo donde pensamos que estamos haciendo lo correcto y, sin embargo, cuando miramos los números y las estadísticas y la brutalidad policial, no hay forma de evitar el hecho de que hemos estado haciendo un trabajo terrible con las minorías, no solo en Estados Unidos sino también en el resto del mundo. Y es desgarrador.
Tenés dos hijas afroamericanas que aún son pequeñas. ¿Tuviste que hablar con ellas sobre este tema?
Sí, tuve que sentarme con mi hija de cuatro años y mi hija de 8 durante este período y tener una discusión muy desgarradora con ellas. Hay una parte de su inocencia que se pierde por completo durante este proceso que está sucediendo en este momento en Estados Unidos. Tuve que explicarles la verdad de lo que está sucediendo y eso me rompe el corazón como madre, porque creo que mis hijas merecen sentir algún tipo de seguridad o inocencia durante mucho más tiempo. La idea de hablar sobre la brutalidad policial con una niña de 4 años no es algo que realmente quieras hacer como madre, pero es muy necesario. Y quería que ellas protestaran, que formaran parte de esta revolución porque realmente creo que este podría ser un momento histórico para nosotros. Y para mí, como mujer blanca, madre blanca, solo quiero aprender más, quiero escuchar y quiero ayudar, y ahí es donde nos encontramos como familia en este momento.
¿Creés que estos hechos de brutalidad unen más a la sociedad en sus reclamos?
Hemos cambiado cosas pequeñas pero no hemos erradicado lo que necesitamos erradicar. Es sorprendente que esto esté sucediendo, pero ya ha sucedido antes. Esta no es una experiencia única que te abra los ojos. Ha habido una alarma sonando durante casi 350 años y realmente no hemos hecho nada al respecto. Soy positiva y veo lo bueno que muchas personas están haciendo, pero también siento que las personas blancas, especialmente, no deberían darse palmadas en la espalda de ninguna manera. Realmente dejamos caer la pelota y en ese sentido siento que tal vez ese sea el combustible que necesitamos para combatir este fuego en este momento, no detenernos hasta que lo hayamos erradicado por completo. Creo que hoy la comunidad negra es muy inspiradora para mí por el hecho de que no están renunciando a sus protestas, y eso ha sido inspirador de ver.