La entrevista de Rumbos con Sebastián Wainraich nos sorprende en pleno aislamiento social obligatorio por la pandemia del coronavirus, y lo que iba a ser un encuentro cara a cara se convierte, indefectiblemente, en una llamada por celular. En tiempos tan extraños es difícil adivinar cómo será el humor de la persona al otro lado del teléfono (incluso para un comediante), pero a Wainraich se lo escucha positivo y con expectativas.
Por un lado, está preparando la próxima emisión de Metro y Medio –el programa de radio Metro que conduce desde 2007 todos los días junto a Julieta Pink–, que siguen realizando desde sus casas. Además, acaba de estrenar por Netflix la serie Casi feliz, escrita y protagonizada por él mismo y dirigida por Hernán Guerschuny, la misma dupla que en 2016 llevó a los cines la comedia Una noche de amor.
“Hacía un tiempo que coqueteábamos con la idea de la serie y era como un proyecto casi natural después de la película. Finalmente lo hicimos y resultó todo ideal, como un sueño”, cuenta Wainraich.
En clave de comedia semibiográfica, Casi feliz sigue la historia de un comediante y conductor de radio (interpretado por Wainraich) que debe sortear los obstáculos de su vida adulta, entre los que se encuentra una larga lista de inseguridades y una relación complicada con su ex esposa y madre de sus hijos (encarnada por Natalie Pérez). Al elenco se suman también algunas participaciones especiales como Juan Minujín, Carla Peterson, Julieta Díaz y Adrián Suar.
Ya habías trabajado previamente en cine, pero esta es tu primera producción para Netflix. ¿Fueron diferentes ambas experiencias?
Sí, muy. Lo del cine estuvo buenísimo pero se vive la locura del estreno del primer fin de semana, esa mezcla toda junta de euforia y alegría. Acá fue un proceso medianamente largo de escribir los guiones, ensayar, corregirlo, grabarlo. Trabajamos con toda la libertad del mundo cuanto a elenco, tiempos y contenido. Después ahora llega el estreno y obviamente hay ansiedad y expectativas pero no está la locura del rating o de tener que vender tantas entradas, es más relajado.
Fuiste siempre una persona muy de la radio y el teatro. ¿Le estás tomando el gusto al mundo del cine y las series?
Sí. El teatro y la radio son un poco actuación porque envuelve todos los géneros. La radio da mucho lugar para la improvisación y acá es un trabajo más sutil y muchísimo más colectivo. Hay un director que pone la cámara y decide la edición, el texto es mío pero lo interpretan otros actores. Es más relajado, porque no tengo que estar al tanto de todo, aprendo a delegar y comparto mucho con todos los demás.
¿Mientras escribías el guión ya sabías que ibas a ser vos el protagonista?
Sí… ¿Vos decís que no tendría que haber sido?
Sí, pero siempre veo en tus guiones un personaje que sos vos mismo, como en las películas de Woody Allen.
Cuando sea viejo lo voy a poner en mi lugar a algún actor que ahora esté empezando (risas). Parto a veces de algunos sucesos reales pero después es inventado, hago lo que quiero con el guión. Me divierte, me gusta, pero me pone cómodo e incómodo, las dos cosas a la vez, ¡mirá qué neurótico!
¿Qué es lo que te incomoda?
El personaje no es bueno en un 100 %, como todas las personas en la vida. Son personajes más complejos, contradictorios, con algunas miserias. A veces me puede llegar a incomodar un poco eso. Yo ya no sé si es autobiográfico o no, pero hay muchas decisiones que en la vida yo hubiera hecho otra cosa y el personaje toma otros caminos.
El protagonista es un poco mal arriado, le molesta que le pidan fotos o autógrafos en la calle. ¿A vos te pasa lo mismo en la vida real?
No, no. En eso soy más relajado. Salvo que esté con mis hijos, que a ellos no les gusta tanto y que además interrumpe un momento de familia. Pero me gustaba que el personaje fuera así. No es que le molesta, creo que le da más vergüenza o incomodidad y es tan neurótico y está tan preocupado por otras cuestiones que eso lo viene a interrumpir y le trae un quilombo más.
¿Se te hace difícil a veces poder conjugar la fama con la paternidad?
Nunca me hice demasiado rollo con ese tema, tampoco me considero súper famoso, pero sí, soy conocido. Y mis hijos ya se criaron así, les tocó esta madre y este padre, pobres chicos, pero ya lo tienen incorporado. Muchas veces les preguntan o les dicen “mi papá fue a ver a tu papá al teatro” o “mi mamá escucha a tu papá en la radio”. Qué se yo, cada uno tuvo su padre o su madre con sus cosas buenas y malas. Hay que bancársela.
El protagonista de Casi feliz está preocupado con que su programa de radio "se quede" o se vuelva aburrido. ¿A vos te pasó con Metro y Medio después de más de 10 años al aire?
Sí, a veces la percepción es real y a veces es falsa. A veces es un malhumor o una sensación, pero me preocupa ese tema siempre. Por eso estoy trabajando constantemente y les quemo la gorra a los productores, que responden maravillosamente. Pero ese es el gran desafío. Obvio que siempre quiero que escuche la mayor cantidad de gente, pero es también para no aburrirse uno. Porque si uno va desganado no tiene sentido. Para mí todos los días es una motivación espectacular. Me gusta mucho mi trabajo y me motiva mucho, entonces tengo esa alarma de cambio y le pongo garra.
¿Creés que esa alarma es la clave del éxito?
No tengo idea. Pero creo que puede ser. Eso no significa que alguien que se preocupe siga muchos años al aire, porque te podés preocupar y trabajar todos los días y te puede ir mal. Tiene una cosa de azar también. Por ejemplo, ya en los últimos días de rodaje de la serie yo estaba pensando qué puede pasar en la segunda temporada. Me surge espontáneamente es así.
Hace muchos años que hacés humor, pero en el último tiempo se fue modificando el concepto de lo que es gracioso y lo que es políticamente correcto. ¿Eso cambió tu forma de trabajar al escribir un guión o hablar en la radio?
Sí, pero no desde lo moral sino desde el gusto y desde el criterio. Hay algo también arbitrario y azaroso con eso. Yo hago chistes con la Segunda Guerra Mundial y con Hitler, pero no hago chistes con la Dictadura y con Videla. No lo sé, tal vez es por la cercanía en el tiempo o porque todavía es una herida que duele, no lo sé. Para mí no hay límites con el humor y que cada uno haga el chiste que quiera. Lo que pasa es que si te metés en un tema bravo tiene que ser gracioso, porque si solo lo hacés para provocar no es humor, es provocación. Desde ahí todo vale, se puede hacer chistes con todo. Después, chistes con la suegra me parece que no van más, pero no por una cosa moral sino porque ya fue la época, ya no es gracioso, lo mismo que joder con la “jabru” o mi “jermu”.
¿Cómo aplicaste eso en tu humor?
En una parte de mi unipersonal Frágil, que hice en el teatro, yo hablaba de cómo sería si yo fuera mujer. Traté de encontrarle la vuelta por ahí, ver desde dónde me puedo correr yo para salir del chiste de siempre y buscar otro. Me parece que es más una apuesta y un desafío que ponerse en el lugar de policía de “esto está bien o esto está mal”, y más en la comedia. Eso es una locura.
Estás en pareja hace casi 20 años con la también comediante y actriz Dalia Gutmann. En una entrevista ella dijo que el feminismo había modificado su relación de pareja. ¿Es así?
No le creas nada (risas). Sí, cambia todo el tiempo. Cambia para los dos, pero el que se replantea todo soy yo en este caso. Uno dice “yo no soy machista”, pero hay diferentes niveles. Está claro que no es lo mismo el que dice el chiste de “jermu” o el que asesina a una mujer. Pero cada uno tiene un rincón machista. Yo empecé a pensar cuáles eran los míos, de qué me podía llegar a arrepentir, qué podía cambiar y a partir de eso accionar.
¿Tuviste que cambiar mucho?
Nunca fui de decir “tienen que ir a lavar los platos” o que la mujer tiene que estar en la cocina. Pero a veces sí me pasó de subestimar la sensibilidad de la mujer, decir que hay que tratarlas distinto o “tené cuidado que se puede enojar”. Empecé a trabajar en eso. Además empecé a ver cosas que no veía antes. Por ejemplo, en las radios prácticamente no hay una directora mujer y los que estamos al aire en su gran mayoría somos varones. Ahora empezaron a entrar mujeres, pero somos más varones.
¿Se habla de eso en el ambiente de la radio o del cine?
Cuando estábamos haciendo la serie fue 8 de marzo. Las mujeres hicieron una hora de paro durante el rodaje y después hicimos una reunión sólo para hablar de estas cuestiones. En la serie estaba muy nivelado a nivel de género y cuando ellas te cuentan las historias ahí te das cuenta, porque como varón muchas veces no lo veías, o cosas como el micromachismo. Eso creo que está cambiando de a poquito y que yo estoy cambiando también.
Mientras cumplían la cuarentena con Dalia, tu mujer, hicieron unos videos graciosos sobre la vida en pareja durante el encierro. ¿Creés que el humor es clave en estos momentos?
Sí, ni hablar. Lo viví con la radio, que la audiencia valora muchísimo que estemos al aire. Nos lo dicen y subió mucho la audiencia en las aplicaciones. El humor, reírse, pasarla bien, entretenerse, eso te cambia un montón.
¿Cuáles son, para vos, las claves para sobrellevar este momento tan particular que nos toca vivir?
Para mi fue fundamental tener los platos limpios, bañarse todos los días y no quedarse en pijama, vestirse, ponerse zapatillas. Hacer cosas que te den pilas pero no autoexigirse con que tenés que estar feliz, estudiar tres idiomas, cuatro instrumentos y ver 25 series, pero tampoco tirarse abajo. Quererse y tratase bien. Todo depende de la situación en la que estás. Creo que los que estamos en situación privilegiada tenemos que ayudar a los demás.
Para seguir en la clave del humor, ¿estuviste viendo alguna película o serie para recomendar?
Estoy viendo dos, en lo relacionado con la comedia. Una es Poco ortodoxa, que está viendo mucha gente ahora. Me pareció muy buena. Yo soy judío pero laico, me siento judío emocional, vocacional, sentimental, pero nada que ver con ser religioso, y me parece que esta serie es tremenda y muestra cómo una mujer quiere ser libre y seguir su vocación. Está metida prácticamente en una secta y muestra todo lo que hace para salir. Además me parece que la actuación de la actriz protagonista es conmovedora. Después me encantó Bob & David, que es una mezcla de ficción con no ficción. Está hecha en formato de sketch, que es un formato que se está perdiendo un poco. Es muy divertida y rescata lo que fueron en su momento los Monty Python. Son capítulos de media hora muy bien hilados, actuados y escritos. •