Este martes se desarrolló la séptima audiencia del juicio por el crimen de Fernando Báez Sosa, el caso que tiene al país en vilo. Durante la jornada, se confirmó que la huella de la zapatilla Cyclone, que quedó marcada en el rostro de la víctima, es de Máximo Thomsen.
María Eugenia Cariac, criminalista, fue convocada para brindar precisiones sobre la presunta similitud entre el calzado con suela blanca, utilizado por el acusado Máximo Thomsen. A su vez, declararon María Luján Elvira Molina, quien intervino en las pericias para establecer las medidas de los pies de los imputados, y Haydeé Almirón, quien fue citada para referirse a pericia scopométrica que comparó el dibujo de las suelas de los calzados secuestrados a los imputados con la huella hallada en el rostro de la víctima.
Los expertos realizaron un estudio para determinar de quién era el calzado, cómo fue utilizado y qué tipo de golpes propinó. La marca en el rostro de Fernando fue cotejada con todas las zapatillas encontradas en la casa donde los rugbiers fueron detenidos: en total, 19 pares.
El análisis se llevó a cabo en Mar del Plata, dentro de un laboratorio de la Polícía Federal Argentina, por orden de la fiscal Verónica Zamboni, de la Unidad Funcional de Instrucción 6 de Villa Gesell.
Así es la scopometría, la técnica utilizada en el caso Báez Sosa
La scopometría comprende el uso de técnicas y procedimientos derivados de la física –la observación y la medición- para comparar dos o más objetos de estudio con el objetivo de identificarlos. Se puede aplicar a cualquier objeto que haya sido manufacturado en serie: no sólo zapatillas, sino tarjetas de crédito, papel moneda, sellos, libros, etc.
A partir de un sistema digital, el estudio toma el modelo y la marca de la zapatilla que golpeó el rostro de la víctima y superpone las imágenes con fotografías de una base de datos. El análisis compara esa pequeña porción de calzado hasta que encuentra un patrón idéntico.
El estudio de huellas suele ser clave para la investigación de crímenes. El comisario inspector Oscar Alfredo Barrios Kogan, de la Policía Científica, dijo que la fuerza posee “una base de datos de alrededor de 10.000 modelos de calzado”.
“Todas, en material fotográfico. Nos mandan las imágenes que se obtienen en las escenas del crimen. A partir de eso las calificamos en función de las figuras geométricas que conforman el diseño de la pisada. Luego se analiza la suela del calzado y cotejamos en nuestra base de datos”, puntualizó.
Esta base de datos, clave para identificar la zapatilla de Thomsen, es única en Argentina. “Se empezó a armar esta base de datos en 2004. Se fue conformando porque en nuestra región no obteníamos éxitos con el levantamiento de huellas dactilares. Aquí, por tener un clima subpolar ártico, andar con las manos enguantadas es natural”, cuenta sobre por qué debió armarse esa base.
Y siguió: ”En cierta manera, esos resultados infructuosos nos llevaron a tener que valernos de alternativas y fue entonces cuando buscamos seguir e identificar los rastros de pisadas. La base de datos la nutrimos de varias formas. Por un lado, a cada sospechoso arrestado se le toman fotografías de su calzado; también vamos a los comercios para conseguir imágenes de las suelas de los modelos nuevos, algo que también buscamos en Internet”.
“Luego de identificar el modelo podemos individualizarlo, porque gracias a la técnica de scopometría analizamos, por ejemplo, si una suela tiene algo clavado o si está gastada de cierta forma por el uso, situación que se aclara en el informe que se envía a la Justicia. Todas esas pistas quedan representadas en la pisada. La suela es un sello, cuando caminás, sellás el piso”, apuntó Barrios Kogan.
Caso Báez Sosa: las huellas en la cara de Fernando
El rostro de Fernando Báez Sosa tenía dos impresiones de suelas: una de ella, muy pequeña, resultó insuficiente para determinar el propietario. La otra no dejaba lugar a dudas: eran unas Cyclone, que Máximo Thomsen utilizó aquella fatídica noche de enero de 2020. Incluso el calzado tenía manchas de sangre: el rugbier no se molestó en lavarlas.
Thomsen dijo a la Policía que dicho calzado correspondía a Pablo Ventura, otro joven que no estuvo en el lugar de los hechos y que pasó varios días detenido por la declaración.
En las conclusiones de la causa determinaron que “existe correspondencia en cuanto a las características de clase entre la impresión del rastro visible en el maxilar inferior izquierdo de la víctima con la impresión tomada de la suela de la zapatilla derecha marca Cyclone, específicamente en el área interna del talón”.
Julieta Báez Pini, auxiliar superior y expertas en Rastros, dijo que “el rastro de la pisada, que es un acto involuntario, un rastro muy susceptible de ser borrado, puede ser visible o latente. Esa imagen latente puede ser revelada. Se puede tomar una imagen del cuerpo de la víctima y cotejarla con impresiones de todos los calzados. Se busca la morfología de la suela, si coincide se analizan características de uso, de desgaste, si hay un corte”.
Una patada propinada con una zapatilla deja “una marca por equimosis, una marca visible por la rotura de los vasos sanguíneos debajo de la piel, eso se imprime”, añadió la especialista.
“Es un equipo que tiene diversas longitudes de onda de luz. Uno coloca un elemento y el equipo revela impresiones, se ve lo que a simple vista lo que no se puede ver. En el caso de la plantilla analiza el desgaste, el uso. Van quedando marcas en la plantilla. Lo que hacemos es resaltar lo que ya existe”, cerró la perito.