Demoró 5 días en llegar a Alemania y una bomba le estalló “al lado”: el agitado 2021 de un mendocino en ese país

El arquitecto mendocino Federico Lucero (32) llegó a Alemania en abril para iniciar una nueva vida. Su llegada a aquel país no fue nada fácil, y hace 5 días una vieja bomba de la Segunda Guerra Mundial estalló a dos minutos de su trabajo, mientras estaba allí.

El agitado 2021 del mendocino Federico Lucero en Alemania: desde los 5 días que demoró en llegar hasta la vieja bomba de la Segunda Guerra Mundial que explotó en el vecindario donde estaba. Foto: Gentileza Federico Lucero.
El agitado 2021 del mendocino Federico Lucero en Alemania: desde los 5 días que demoró en llegar hasta la vieja bomba de la Segunda Guerra Mundial que explotó en el vecindario donde estaba. Foto: Gentileza Federico Lucero.

El arquitecto mendocino Federico Lucero (32) está viviendo uno de los años más frenéticos y agitados de su vida. Ni siquiera él mismo se anima a hablar en pasado, porque sabe que al 2021 le quedan todavía 27 días y muchas cosas pueden pasar en ese tiempo. De hecho, sus aventuras -o desventuras, según cómo se mire- ni siquiera comenzaron el 1 de enero, sino que fue a principios de abril en que comenzó a vivir este vuelco de 180°.

En solo 8 meses del 2021, Federico pasó por todo tipo de situaciones que lo ubicaron en una especie de montaña rusa; una que lo mantiene en la parte más alta del recorrido por estos días, pero que por momentos -y como cualquier montaña rusa- lo tuvo también en caída libre. Por empezar, Lucero logró ingresar a Alemania en un año donde la pandemia complicó absolutamente todo, pero no fue fácil y el viaje desde Mendoza hasta aquel país le llevó 5 días casi completos. Y como si con esto no fuera suficiente, hace solo tres días -el 1 de diciembre-, mientras estaba en su oficina de trabajo, escuchó como una antigua bomba de la Segunda Guerra Mundial explotaba a 8 cuadras de donde estaba. “Sentí la explosión como si estuviera al lado y pensé que era una bomba antigranizo, ya que estamos en invierno y es muy común. Pero después empecé a leer en los medios de acá -y en los de todo el mundo- que había sido una antigua bomba de la Segunda Guerra Mundial que había explotado”, cuenta Fede -como lo llaman sus amigos- desde Múnich.

El agitado 2021 del mendocino Federico Lucero en Alemania: desde los 5 días que demoró en llegar hasta la vieja bomba de la Segunda Guerra Mundial que explotó en el vecindario donde estaba. Foto: Gentileza Federico Lucero.
El agitado 2021 del mendocino Federico Lucero en Alemania: desde los 5 días que demoró en llegar hasta la vieja bomba de la Segunda Guerra Mundial que explotó en el vecindario donde estaba. Foto: Gentileza Federico Lucero.

La explosión de la que habla el mundo

Como bien dice Federico, el pasado miércoles la noticia generó impacto a nivel mundial, sobre todo porque cuatro personas resultaron heridas -una de ellas de gravedad- cuando una bomba de cerca de 250 kilos que había sido desenterrada durante unas obras explotó en las vías del tren. Según confirmaron las autoridades de esa ciudad, se trataba de una bomba que estaba enterrada desde la época de la Segunda Guerra Mundial y en el episodio volaron escombros a varios cientos de metros de distancia.

“Así como en Mendoza hay que respectar las condiciones sismorresistentes y cumplir con ciertos requisitos para construir, en Alemania hay presentar un detallado estudio de piso, porque son frecuentes las bombas enterradas de esa época”, sintetiza Federico a Vía Mendoza desde Múnich, donde decidió empezar su vida desde cero y actualmente es el único arquitecto de una importante firma en aquel país europeo.

Una vieja bomba de la Segunda Guerra Mundial explotó en Múnich el 1 de diciembre y dejó 4 heridos.
Una vieja bomba de la Segunda Guerra Mundial explotó en Múnich el 1 de diciembre y dejó 4 heridos.

En bicicleta, el principal medio de transporte con el que se maneja Lucero en aquella ciudad, el trabajo del arquitecto mendocino está a 2 minutos de las vías donde se produjo la explosión. Más de una vez el mendocino ha pasado por el lugar.

“Cuando pasó, yo estaba como sorprendido. Y la gente que me conoce y con la que hablo desde Mendoza me empezó a preguntar por el hecho”, confiesa.

La pandemia de coronavirus tampoco le ha sido esquiva al mendocino, quien por estos días atraviesa la enfermedad tras haberse contagiado por segunda vez. Afortunadamente, y al igual que en la primera ocasión en que se contagió, no ha tenido grandes complicaciones, más allá de tener que aislarse y cumplir con todas las recomendaciones.

El agitado 2021 del mendocino Federico Lucero en Alemania: desde los 5 días que demoró en llegar hasta la vieja bomba de la Segunda Guerra Mundial que explotó en el vecindario donde estaba. Foto: Gentileza Federico Lucero.
El agitado 2021 del mendocino Federico Lucero en Alemania: desde los 5 días que demoró en llegar hasta la vieja bomba de la Segunda Guerra Mundial que explotó en el vecindario donde estaba. Foto: Gentileza Federico Lucero.

“Aquí en Alemania se está notando un nuevo pico, pero tiene que ver con lo que ocurre en cualquier país cuando comienza el frío. Lo que sí hay es un miedo generalizado y en Austria y Alemania hay tolerancia cero con los antivacunas. Hay decretos que les restringen el ingreso a distintos lugares públicos -restaurantes, cafés-, por lo que si no una persona no está vacunada, tiene que llevar una vida como si estuviera confinada”, describe.

Su llegada a Alemania, una verdadera odisea

Si bien Federico Lucero ya está más que instalado en Múnich, allá por abril -cuando emprendió este nuevo rumbo- pasó “las mil y una”, como suele decirse. Y es al día de hoy que el mendocino recuerda las vueltas que debió dar, las situaciones estresantes que atravesó y engrana como lo hizo hace unos meses.

“Desde que salí de Mendoza y hasta que llegué a Alemania estuve 5 días dando vueltas, me agregaron escalas, me hicieron pasar por Brasil -cuando en Alemania habían sacado un decreto a raíz de la pandemia que decía que ningún ciudadano iba a poder entrar al país si había estado aunque sea de paso en Brasil- y hasta me recomendaron que esconda los tickets del equipaje y el billete que decía que venía de Brasil para poder entrar sin problemas. Fue muy engorroso”, rememora Lucero sobre lo que -si dudas- se convirtió en el peor viaje de su vida.

El arquitecto partió de Mendoza en un itinerario aéreo que, al menos en un principio, incluía escalas en Buenos Aires, Chile, San Pablo y Madrid hasta, finalmente, llegar a Frankfurt. Pero antes de siquiera llegar al aeropuerto ya las aerolíneas le habían cambiado los planes. Porque desde Buenos Aires iba a volar hasta Chile y directamente desde el país trasandino viajaría a Madrid; sin la escala intermedia de San Pablo. “Llamé como 18 veces al servicio técnico y ellos no sabían bien del viaje ni de las escalas. Cuando iba en camino, me avisaron que habían agregado una parada técnica en San Pablo -que no era escala-, y ahí me entró el temor. Porque si yo llegaba a parar en Brasil con el vuelo, no me iban a dejar ir entrar a Alemania”, recapitula Federico, quien tiene ciudadanía italiana y pudo viajar con menos complicaciones gracias a esta documentación.

La compensación que le dieron a Federico Lucero tras estar 36 horas varado en el aeropuerto de Asunción (Paraguay). Foto: Gentileza Federico Lucero.
La compensación que le dieron a Federico Lucero tras estar 36 horas varado en el aeropuerto de Asunción (Paraguay). Foto: Gentileza Federico Lucero.

En ese primer día, Lucero debía viajar desde Buenos Aires a Chile y allí evidenció la primera complicación: no estaba en la lista de pasajeros, aunque en el sistema si figuraba que había comprado el pasaje. “Lo que ha pasado es que te han hecho una carga fantasma”, le explicaron como si fuese algo que ocurre a menudo. Y al momento de ahondar en la explicación, le detallaron que el pasaje estaba comprado, pero él no figuraba en ningún lado. “Recién 5 minutos antes de que el avión saliera me pudieron cargar en el sistema. Literalmente subí corriendo al avión”, agrega el profesional mendocino sobre su partida. Y a ello se suma que, estando arriba del avión, les comunicaron de una nueva escala: Asunción (Paraguay). Por lo que, entonces, el itinerario quedó de Buenos Aires a Asunción, de allí a Chile, luego la parada técnica en San Pablo (Brasil) para continuar hasta Madrid y, finalmente, a Frankfurt.

El segundo día, ya en Paraguay, fue más agitado y conflictivo que el primero. Porque Federico Lucero debió pasar 36 horas -un día y medio- en el aeropuerto de Asunción y que, prácticamente, estaba vacío por la pandemia. “Ya en el tercer día, antes de que mi vuelo saliera, me confirmaron que cancelaban mi vuelo a Chile y que yo iba a salir directamente de Asunción a San Pablo. Le insistí a la gerenta de la aerolínea que no podía pasar por Brasil por el decreto de Alemania mediante el cual no me iban a dejar entrar y su recomendación fue que -cuando llegue a España- no muestre el boleto que decía Brasil - España y que esconda el del equipaje, que diga que venía directamente de Chile así me permitían seguir a Alemania. Yo le dije que no podía hacer eso, que si decidían hacer un chequeo exhaustivo de mi viaje iba a saltar que venía de Brasil. Y su única respuesta fue: ‘Bueno, ojalá no suceda eso’”, rememora Federico, mientras que en sus palabras y en su voz se cuela el mismo tono de incredulidad que tuvo cuando escuchaba esta recomendación por parte de una de las autoridades de la aerolínea. A ello se le suma que en esas 36 horas, y tras solicitar una compensación por todo el tiempo que perdió por las cancelaciones y el día y medio en la capital paraguaya, le dieron un jugo de naranja, una gaseosa, un sanguchito de miga y una tacita de café con leche.

Tras volver a abonar un PCR en Paraguay -con un costo de 80 dólares y que era obligatorio para poder subir al avión, por más que tuviese uno de dos días antes ya con resultado negativo-, Lucero abordó su vuelo hacia Brasil.

El día cuatro en su diario de vuelo lo encontró en el Aeropuerto de San Pablo. Sugestionado por la posibilidad de que le pidieran los tickets y confirmaran en algún control de rutina en las salas de embarque que su destino final era Alemania -lo que le haría caer el viaje en el acto-, el mendocino hizo absolutamente todo lo posible por pasar desapercibido. Pero le pidieron los tickets -personal y del equipaje- en un control de rutina, salió a la luz que su último vuelo era a Frankfurt y comenzaron los intercambios de comunicaciones privadas entre las autoridades aeroportuarias. “Sentí que se me caía todo el viaje, porque no me iban a dejar salir. Y me saqué, realmente. Les dije que me dijeran qué tenía que hacer, por lo que me otorgaron una autorización para entrar a Madrid. Cuando despegó el avión de San Pablo a Madrid, experimenté una calma y una paz que no había vivido jamás en mi vida. Yo nunca duermo en los aviones, por lo que había calculado que en un viaje de 12 horas iba a ver 4 o 5 películas. Pero apenas le di play a la primera, me quedé dormido. Estaba quemado”, agrega. Y vuelve a recordar ese nerviosismo.

Fede Lucero y parte del el grupo de amigos que hizo en estos 8 meses en Alemania. Foto: Gentileza Federico Lucero.
Fede Lucero y parte del el grupo de amigos que hizo en estos 8 meses en Alemania. Foto: Gentileza Federico Lucero.

Un último obstáculo

El quinto y último día de este inolvidable viaje, casi a mediados de abril, encontró a Federico Lucero llegando al aeropuerto de Barajas, en Madrid. Si bien ya había ingresado a Europa, aún restaba el momento más difícil: que lo autoricen a seguir hasta Alemania, después de haber estado en Brasil (aunque más no sea en el aeropuerto de San Pablo y sin salir).

“Llegamos a Madrid a la mañana, desembarqué y seguí a la gente. Le pregunté a un oficial donde tenía que ir, me dice que a la Terminal 1 y, cuando llegué, intenté escanear el pasaje para que se habilite la puerta, pero no se abrió y me apareció una cruz roja. Pensé que me quedaba sin el viaje por haber estado en Brasil. Hasta que se acercó una autoridad, le conté que no me dejaba pasar el sistema y me dijó que era porque tenía que ir a la Terminal 2, que me había equivocado″, sigue el arquitecto mendocino.

Fede Lucero y parte del el grupo de amigos que hizo en estos 8 meses en Alemania. Foto: Gentileza Federico Lucero.
Fede Lucero y parte del el grupo de amigos que hizo en estos 8 meses en Alemania. Foto: Gentileza Federico Lucero.

Frente al acceso a la esperada Terminal 2, Fede vio pasar todos sus planes por delante de sus ojos. Si le volvía a aparecer la cruz roja en el visor, su meta de intentar empezar una vida nueva en Alemania se desmoronaría como una pila de latas a la que le quitan una de la base. Y sería el momento de recalcular sus planes, quizás en España. “Estaba tiritando cuando acerqué el pasaporte y el pasaje, y la espera hasta que el visor me mostró el resultado fue eterna. ¡Pero fue un tilde verde! Ya tenía una mezcla de paranoia, cansancio, agotamiento mental y físico. Solo quería llegar. Y cuando aterricé y bajé en Frankfurt, me estaba esperando una amiga a la que le di el abrazo más grande que he dado en mi vida”, cierra con el recuerdo de su viaje.

La vida de un mendocino en Alemania

Cerca de cumplir 8 meses en Alemania y en Múnich, Federico Lucero confiesa estar viviendo un sueño. Él mismo aclara que poder trabajar de arquitecto allí es algo realmente difícil y que le demandó más de dos meses y medio, pero consiguió su oportunidad y su lugar y está haciendo todo para aprovecharlo.

“Mi primer trabajo fue como carpintero, solo por un fin de semana. El segundo, en tanto, fue en un estudio de diseño -en negro-, mientras que mi tercer laburo fue en una empresa de limpieza de comercios de alta gama. Uno de mis principales pensamientos tiene que ver con que el universo siempre se va a nivelar solo. Si uno ha sufrido mucho para conseguir algo, se va a notar en los resultados. Lo mismo cuando todo ha sido muy fácil, en algún momento se va a complicar”, concluye.