"Mis armas son palabras porque fierro no tengo", decía el Pity Álvarez en una de sus canciones. Si el rock fue durante un tiempo la expresión popular de la sociedad, si el rock ocupó el lugar de denuncia y el grito de los jóvenes (y no tan jóvenes) contra una sociedad injusta, entonces no debería sorprender que cuando el rock dejó de ser lo que era, exista la necesidad de que venga otro género a ocupar su lugar.
Pocos días atrás, Trueno vino a sembrar la polémica sobre un hecho que ya estaba sobre la mesa. El artista de trap y doble campeón argentino de freestyle publicó en las plataformas digitales "Atrevido", su primer álbum. "Te guste o no te guste, somos el nuevo rock and roll", dice en una de sus canciones en la que también participa Wos, otro gran referente del género.
La frase despertó en las redes sociales distintas sensibilidades y se abrió el debate sobre si el trap realmente ocupa el lugar que el rock local se adjudicó años atrás.
Desde el arranque, el rock argentino fue escribiendo su historia cuestionando el accionar de los aparatos represivos y las políticas de exclusión social. Inició su historia allá por los 60 con la idea de marcar una diferencia y buscar cierta iluminación a través de la música, de la mano de Los Gatos con Litto Nebbia y Los Beatniks.
La dictadura de los '70 solamente empeoró las cosas y una segunda etapa del rock del país, marcada por Charly García y Luis Alberto Spinetta, quedó reducida por la persecución y censura de los represores, que durante todos esos años junto a la Policía llevaron adelante rutinarias razzias, según describe Sergio Marchi en su libro El Rock Perdido.
Pero ni la censura, ni la persecución, ni la proscripción lograron frenar el espíritu contestatario que le dió origen. Ya después del fin de la dictadura, el rock marcó un cambio en sus letras, porque, como diría el Indio Solari años después, "con la democracia ya no tenía sentido despotricar, con las viejas armas, contra un sistema que estaba cambiando". Ahora el rock levantaba la bandera de los marginados, de los que quedaron afuera de la política que se estaba implementando, víctimas del hambre y la desocupación.
También por los '90, durante la campaña de Carlos Menem, varios ideólogos hicieron un gran esfuerzo por incorporar al rock de forma proselitista a causa de su público que iba desde jóvenes universitario y acomodados hasta los de más bajos recursos. El rock lograba unificar y generar una identidad que trascendía de las clases sociales.
La crisis del 2001 profundizó aún más este costado del rock y dio inicio a una etapa más barrial, más callejera. Después de las bandas que marcaron la época del 2000 (con Cromañón en el medio y todas sus consecuencias) el rock dejó de producir bandas con el espíritu de denuncia y contestatario que un día supo representar.
La tecnología también cambió, cambiaron las formas de producir y distribuir contenidos, y poco a poco el trap y las "peleas de gallos", encontraron en las plataformas digitales y el streaming un lugar para expresarse y para denunciar aquello que el rock hace rato no hacía. Pero no necesariamente para hacerle frente.
Pocos meses atrás, el rapero Wos recibió durante una entrevista un regalo del Indio Solari, un libro autografiado por el mítico ex Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota. El trapero no oculta su fanatismo por el Indio y, de hecho, utilizó una frase de sus canciones en una propia, "Canguro". La famosa "fijate siempre de qué lado de la mecha te encontrás", referencia a la canción "Queso ruso", del disco La Mosca y la Sopa.
En diálogo con el canal Rock es Compartir, Trueno parece estar bastante seguro: "Siento que con el Wos somos la voz del pueblo, los que vienen para quedarse", sentenció.