La audición es uno de los atributos más importantes del ser humano. El oído es un sintetizador natural de sonidos. Desde que nacemos, lo utilizamos para comprender al medio que nos rodea y gracias a él se pueden captar infinidad de estímulos que permiten la adquisición del habla y del lenguaje y comunicar las necesidades, contribuyendo con la inserción en la sociedad y permitiendo una comunicación efectiva.
La Organización Mundial de la Salud estima que, en todo el mundo, unos 460 millones de personas sufren pérdida auditiva discapacitante, una problemática que se expresa en diferentes grados, a través de pérdidas auditivas leves hasta casos en los que podrían darse dificultades permanentes o incluso verse comprometida la vida. Este organismo internacional también asegura que la mitad de estos casos serían evitables con medidas preventivas.
Una persona con un problema de audición no diagnosticado lentamente va aislándose de su afectos y compañeros de trabajo o de estudio.
La pérdida auditiva puede ser uni o bilateral, de leve a profunda, aparecer de manera tardía, heredarse de los padres, surgir a partir del nacimiento prematuro o por bajo peso al nacer.
También puede ocurrir por dificultades durante el parto (provocando falta de oxígeno en el recién nacido), por ciertas infecciones en la madre como rubéola, sífilis, sarampión, citomegalovirus y toxoplasmosis durante el embarazo; por el uso de ciertos medicamentos que dañan la audición (ototóxicos); por ictericia, especialmente cuando no fue tratada; infecciones crónicas en el oído medio, exposición al ruido excesivo y por el natural envejecimiento del organismo.
A partir de la primera infancia, si el niño no recibe los estímulos auditivos adecuados, un diagnóstico y una rehabilitación tempranas, se verá impedido de interpretar correctamente las señales, provocando esto retrasos en su inserción escolar y social. Algo parecido puede ocurrir en la edad adulta cuando una persona presenta dificultades para escuchar y no realiza una consulta a tiempo: la deprivación sensorial la llevará al aislamiento social, factor que incidirá negativamente en los aspectos neurocognitivos que afectan la atención y la memoria.
Algunos tips para proteger la audición:
- Hacer controles auditivos al recién nacido a través del screening auditivo neonatal, al momento del ingreso escolar y toda vez que se presenten síntomas de pérdida auditiva, dolor de oídos, supuración, inflamación, sensación de oído tapado, zumbidos o acúfenos y mareos.
- Controles periódicos si se trabaja en ámbitos de ruidos intensos, como también luego de los cincuenta años o cuando se sienta dificultad para seguir una conversación o escuchar la tele.
- No introducir hisopos, elementos punzantes, sustancias, gotas, alcohol ni nada que no haya sido indicado por el otorrinolaringólogo. Pueden provocar infecciones en el conducto auditivo externo o lesionar el tímpano.
- Ojo con la higiene: conviene limpiar solo el pabellón auricular, dejando al médico la limpieza profunda si hubiera tapones de cera o cuerpos extraños en el conducto.
- Hay que recordar que, ante la pérdida auditiva, las consultas con el otorrinolaringólogo y el audiólogo y el diagnóstico temprano son fundamentales para brindar el asesoramiento, la inclusión y el apoyo adecuados.
* Fonoaudióloga, Servicio de Otorrinolaringología del Hospital Italiano. maria.gargantini@hospitalitaliano.org.ar