Los altos niveles de estrés, la mala alimentación, la depresión, el sedentarismo, un sueño poco reparador y las malas posturas tienen diversas consecuencias en nuestro organismo. Una de ellas es el bruxismo, un hábito involuntario y mecánico que hace que los pacientes aprieten los dientes a modo de compresión. Esto se produce con más frecuencia durante la noche, en las horas del sueño.
En los últimos años, hubo un gran aumento de esta afección en niñas y niños, debido a patologías neurológicas o por la sobreexigencia en el ámbito escolar. Según cifras de la Asociación Argentina de Kinesiología, el 30% de la población tiene bruxismo y lo padecen un hombre de cada tres mujeres.
Si bien es más común recurrir al odontólogo, que receta una placa semidura relajante y una medicación acorde, el tratamiento adecuado es integral. Dado que el bruxismo afecta las funciones respiratorias, masticatorias, deglutorias y fonatorias, es necesaria una intervención conjunta de todas las especialidades médicas y afines que se puedan ocupar de él: odontología, psicoterapia, kinesiología, médico de cabecera, estomatología, fonoaudiología, psicología, etcétera.
Los signos y síntomas de bruxismo más frecuentes son el desgaste dentario, la rigidez mandibular, el chasquido al abrir y cerrar la boca, y el dolor facial y de oído. También puede sentirse dolor de cabeza derivado de la sobrecarga articular. En ocasiones, puede darse un mayor desarrollo de la musculatura, lo cual hace que el rostro del paciente se torne más cuadrado.
El diagnóstico del bruxismo generalmente se realiza en base al examen clínico y con estudios complementarios realizados por el odontólogo, apoyado por el relato del paciente. ¿Cuál es la función del kinesiólogo en estos casos? El tratamiento kinésico es indispensable y necesario ya que, al tratarse de una alteración mecánica articular, la intervención debe realizarse en forma precoz. Para esto, el kinesiólogo realiza un examen físico detallado con el fin de poder diagramar un programa terapéutico. En esta evaluación se valora el movimiento mandibular y los músculos masticatorios, la región cervical y la postura corporal general.
Existen varios tratamientos relacionados con esta área. En este sentido, la kinesiología trabaja muy cerca de la osteopatía y otras terapias complementarias para la rehabilitación cráneo-sacra, con maniobras intrabucales que relajan al paciente.
También se pueden aplicar sesiones de campo magnético, que alivian el dolor, y hacer tratamientos de psicoterapia, dado que, muchas veces, las causas pueden ser somáticas. Para ello, se realizan diferentes tipos de técnicas de relajación, ejercicios posturales y RPG, y fisioterapia. En algunos casos, hacer yoga también puede resultar beneficioso como una técnica alternativa.
[La autora de esta nota es kinesióloga y fisiatra de ALPI Asociación Civil].