Los nombres científicos de las plantas nos aportan certezas. El primer nombre, que siempre se escribe en latín y con la letra inicial en mayúscula, corresponde al “género”, es decir, a un grupo de plantas con características comunes. Dentro de ese género puede haber muchas “especies”, que son subdivisiones menores.
Por eso el segundo nombre, que representa la especie, siempre se escribe en minúscula. Estas convenciones rigen en todo el mundo: yo pido una Camellia sinensis en cualquier rincón del planeta y siempre estaré hablando de esta planta que pertenece al género Camellia.
Esta especie –sinensis– nos indica que proviene de China y sus hojas se usan desde la antigüedad para hacer té; mientras que su hermana menor, la Camellia japonica, proviene del Japón y es la Camellia de flores dobles que disfrutamos en el jardín en julio-agosto. Así son estas hermanitas Camellia, que habitan el planeta desde hace 33 millones de años y son las más famosas de un género que tiene alrededor de doscientas especies.
Las hojas de la sinensis son las que se usan para hacer té.