Un tema para tratar en octubre es la conquista de América. Y como a los grandes sucesos de la Historia hay que estudiarlos desde antes que ocurran –detrás de toda casualidad existe la inevitable causalidad–, pensé repasar los hechos producidos antes de la llegada de los españoles.
Como el pueblo que más influyó en la historia de la Argentina precolombina es el del Perú, debemos comenzar con la conquista de esta tierra, que no la iniciaron los españoles, sino los incas, que pasaron a ser, con la llegada de Pizarro y otros, los conquistadores conquistados.
Era el Perú anterior al siglo XVI un inmenso reino que iba desde Quito hasta el río Maulli, al sur de Chile; hacia el Este, tomaba gran parte de lo que hoy es la Argentina hacia la llanura pampeana y su influencia pesó sobre la mitad de Córdoba, cortándola a lo largo.
Sus reyes empezaron dominando el Cuzco a lanza, flecha y maza, y terminaron por conquistar un continente. En principio se exterminó a los indomeñables. Y a los problemáticos se los trasladó –como hicieron siglos después los españoles con Quilmes y Calchaquíes–, pues el hombre alejado de su tierra pierde fuerza, cae en la melancolía y se siente un paria: no son esas las cualidades que sostienen a un guerrero.
Los menos belicosos fueron obligados a trabajar para los vencedores, a veces en esclavitud perpetua, otras en esclavitud temporal, pero siempre en esclavitud virtual. Al frente de los reinos conquistados, el inca colocaba a sus "curacas", más obedientes de lo que fueron al rey de España sus capitanes, que terminaron casi todos en el patíbulo.
Muchos se preguntarán en qué se basan estas historias, ya que casi todos estos pueblos carecían de escritura: sucede que tenían una rica tradición oral –no menos importante que la escrita de los españoles– y contaban con cronistas que dejaron su testimonio; algunos en textos sagrados de mayas y aztecas y, en Sudamérica, en las crónicas chimúes, un pueblo más culto que el de los incas, que sucumbió al poderío de éstos.
Eran tan importantes estos cronistas (formaban alumnos de generación en generación, pasándoles la historia de su pueblo, sus costumbres, su mitología, sus derrotas), que años después de haber sido sometidos, todavía tenían sacerdotes que preparaban a los jóvenes que iban a reemplazarlos.
Existen otros testimonios: los dejados por los mismos incas que se adaptaron a la conquista española, aprendieron a leer y escribir el idioma de los cristianos, y rescataron antiguas historias que atestiguan las campañas anteriores a la llegada de los europeos.
Al leerlas, nos parece escuchar a nuestros viejos historiadores, que hablaban con admiración de cómo doblegaron a los pueblos que encontraban: es decir, sin la conciencia histórica y social que hoy tenemos para estudiar estos temas.
Estos cronistas, indígenas del Imperio incaico, hablan con orgullo del poderío de estos hombres aguerridos que subyugaron a pueblos más atrasados o pacíficos.
El Inca Garcilaso dice en sus Comentarios Reales: "Como el principal cuidado de los incas fuese conquistar nuevos reinos y provincias, por la gloria de ensanchar su imperio como por acudir a la ambición y codicia de reinar, que tan natural es en los hombres poderosos…".
Así exaltaban el espíritu de conquista que caracterizó a su pueblo y que padecieron las naciones sometidas a su paso.
Sugerencias:
1) Si van a Lima, visiten los museos de las culturas precolombinas.
2) En la National Geographic, ver el documental sobre los chimúes.