"Nada es veneno, todo es veneno: la diferencia está en la dosis", reza un dicho del médico suizo, Teofrasto Paracelso. En un mundo en el que se promueve comer sano comienzan a surgir incógnitas en torno a los alimentos considerados saludables. ¿Podemos afirmar, por ejemplo, que el consumo de frutas y verduras que contienen pesticidas, que hoy no nos resultan perjudiciales para la salud, en el futuro y con un consumo prolongado a través del tiempo, no nos provoquen ciertas enfermedades? ¿Sabemos si la cantidad de productos industrializados y transgénicos que venimos comiendo y bebiendo desde hace años, pueden llegar a ser los causantes de infertilidad o malformaciones congénitas?
Desde 1979, cada 16 de octubre se celebra el Día Mundial de la Alimentación, proclamado por la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), con el objetivo de generar conciencia sobre el problema alimentario mundial y disminuir el hambre en el mundo.
Este año, la FAO además agregó una campaña para que esa comida sea realmente saludable y cubra los requerimientos del organismo, según la edad de la persona. Por eso el eslogan 2019 es "Una alimentación sana para un mundo #HambreCero".
Cabe destacar que en la Segunda Encuesta Nacional de Nutrición y Salud de Unicef se dio a conocer que en la Argentina "el 43 por ciento de chicos entre 5 y 17 años tienen obesidad o sobrepeso". Para peor, "es un número que se profundiza en los adultos", según afirmó recientemente Fernando Zingman, especialista en salud de este organismo.
En esta línea, la Doctora María Alejandra Rodríguez Zía, médica clínica y endocrinóloga UBA (MN 70.787) en diálogo con Vía País, nos invita a cuestionarnos qué consideramos venenoso y qué inocuo para nuestro cuerpo. "La inocuidad es un concepto que se refiere a la existencia y control de peligros, asociados a los productos destinados para el consumo humano, a través de la ingestión (como pueden ser alimentos y medicinas), a fin de que no provoquen daños en la salud del consumidor", explica la especialista.
Y detalla: "Un tema que genera muchas dudas, es si el cultivo transgénico es o no inocuo. Los alimentos transgénicos son aquellos que han sido producidos a partir de un organismo modificado mediante ingeniería genética, y al que se le han incorporado genes de otro organismo para producir las características deseadas".
Según la especialista, esto aplica a cualquier ser vivo, animal o vegetal, manipulado en su material genético con el fin de modificar una o más de sus funciones. Por ejemplo, ser resistente a un pesticida, como sucede con la soja y el maíz.
"El cultivo transgénico es una especie modificada genéticamente, incorporando un gen de otra especie. El nuevo genoma tiene nuevas actividades y, por lo tanto, puede generar un pesticida natural de la propia planta, poseer un gen de crecimiento rápido, o uno para obtener mayor resistencia a la fermentación posterior a la cosecha. Así vemos como este tipo de semillas transgénicas se patentan, y se transforman en una propiedad privada", describe la Doctora sobre el proceso que se lleva a cabo con muchos de los alimentos que consumimos a diario los argentinos.
De acuerdo a la especialista, una característica de este tipo de productos es que "son muy estéticos, duran meses después de la cosecha y son grandes". "Cabe aclarar que, en general, la planta es grande pero las raíces son pequeñas, están llenos de agroquímicos y vacíos de nutrientes (especialmente antioxidantes), y no tienen el gusto ni el olor de los productos que crecen sin modificaciones genéticas", advierte la Dra. Rodríguez Zía.
Menos nutrientes
La Doctora María Alejandra Rodríguez Zía advierte que los suelos de los cultivos transgénicos y los de monocultivos, no tienen minerales ni forma de reciclaje para que sigan produciendo.
"Cada vez son menos los nutrientes del monocultivo transgénico. En la Universidad de Texas, en Estados Unidos, en el año 2004 se estudiaron la frutilla y el maíz, y en ellos se encontró una disminución muy marcada de proteínas, calcio, fósforo, hierro, vitamina B y vitamina C. En esos informes se afirmaba que comer una manzana en el año 1940, considerando sus nutrientes, equivalía a comer 3 manzanas en el año 1991", observa la especialista
"Comer una manzana en el año 1940, considerando sus nutrientes, equivale a comer 3 manzanas en el año 1991".
En esta línea, la Doctora alerta: "El impacto de los transgénicos sobre la salud (sin considerar a los pesticidas), especialmente de maíz y soja, son las malformaciones congénitas en cerdos y ratas. También se ha visto que los cerdos alimentados con transgénicos, tienen infertilidad y abortos".
Un estudio realizado en Francia investigó ratas alimentadas con transgénicos durante seis meses. Las conclusiones fueron terribles: presentaron cáncer de riñón, de hígado y de mamas. Al continuar alimentándolas así durante dos años, los porcentajes de cáncer subían al 80%.
Baratos y adictivos
La llamada "la revolución verde" ha impulsado a la industria a industrializar alimentos naturales e intentar convertirlos en productos cada vez más baratos a costa de modificaciones que terminan afectando la salud de las personas.
La Doctora Rodríguez Zía contó que, en el caso del maíz, ha distribuido un producto llamado jarabe de maíz, que no aporta ningún nutriente al organismo. Tiene calorías vacías, es barato, adictivo y se incorpora a una infinidad de alimentos industrializados.
Según advierte la especialista, este alimento "no es inocuo, dado que el monocultivo del maíz se hace repleto de pesticidas. Además es transgénico, es más dulce que el azúcar y genera en el cerebro una tendencia adictiva con cambios neuroquímicos".
Un dato curioso que revela esta médica endocrinóloga es que el jarabe de maíz comienza a actuar desde que el bebe está en la panza de la mamá, porque este producto atraviesa la placenta. "Así empieza a formar un cerebro con receptores que lo reconocen, para cuando esté ingiriendo alimento fuera del vientre materno. El jarabe de alta fructosa se encuentra en el kétchup, en panes, galletitas y postres, hasta en hamburguesas, salchichas y jugos light. Dentro de los alimentos industrializados, lo invade casi todo", detalla.
En esta línea, la doctora advierte que se consumen más de 700 calorías vacías por día. "Con estos aditivos se genera una población más adicta, y son los más pobres los que consumen mayor cantidad de alimentos refinados, llenos de azúcares, harinas, grasas y sal", destaca Rodríguez Zía.
¿Somos libres cuando compramos los alimentos que consumimos?
"Las manipulaciones alimentarias son todas las modificaciones que el ser humano hace en forma artificial con los alimentos, desde cocinarlos, refinarlos, agregarles aditivos o modificarlos genéticamente. Un ejemplo claro de manipulación alimentaria lo podemos ver en los kioscos. Este es un negocio especialmente diseñado para tentar a los niños y adiestrarlos en el consumo de sustancias industrializadas", denuncia la doctora.
En esta línea, Rodríguez Zía asegura que consumir productos como bebidas gaseosas u otros alimentos llenos de colorantes, aromatizantes, saborizantes, azúcares y grasas industrializadas, pueden generar una adicción tan fuerte como el tabaco. "Nos manipulan desde la vista, el oído, el gusto, el olfato y, fundamentalmente, desde la emoción", asegura la especialista.
Lo mismo ocurre en el supermercado donde comienza el desafío de discernir entre las maravillas que publicitan y la verdad de las etiquetas. "A través de estas manipulaciones, comemos galletas que se informan como diet y libres de ácidos grasos trans, pero que están llenas de jarabe de alta fructosa, aceites hidrogenados, azúcar refinada, sal y harina refinada", alerta.
Según el dictamen de 2014 de Estados Unidos, sobre la carga tóxica en los alimentos vegetales frescos que más se consumen, se dieron a conocer los vegetales más y menos contaminados.
Vegetales y frutas más contaminados:
Manzanas
Uvas
Apio
Duraznos
Espinacas
Pimientos rojos
Pepinos
Tomates cherry
Papas
Arándanos
Lechugas
Ciruelas
Cerezas
Peras
Mandarinas
Zanahorias
Arvejas
Calabaza
Zapallitos
Frambuesas
Brócoli
Naranjas
Bananas
Tomates
Sandia
Champiñones
Vegetales y frutas menos contaminados:
Batatas
Coliflor
Melón
Pomelo
Berenjena
Kiwi
Mango
Espárragos
Cebollas
Arvejas congeladas
Repollo Ananá