En las últimas horas, se produjo una avalancha de correcciones a la baja en las proyecciones sobre la evolución de la economía argentina en 2023, que pone bajo la lupa el cumplimiento de las metas fijadas en el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y acentúa los temores de los agentes económicos.
Con este escenario, el ministro de Economía, Sergio Massa, llegará el jueves a Washington junto a su equipo económico y el presidente del Banco Central, Miguel Pesce, para participar de la Asamblea de Primavera del organismo, pero la atención estará en las reuniones parales en busca de fondos y la auditoría preliminar de las metas al 31 de marzo.
El FMI no lo recibirá con buenas noticias a Massa, aunque en rigor a la verdad el ministro ya estaba anoticiado de la situación. En su publicación “Perspectivas Económicas Mundiales” presentada este martes en el marco de la Asamblea, el organismo redujo a un magro 0,2% el crecimiento económico del país para este año.
A su vez, admitió que la tasa de inflación será mucho más alta de lo previsto y la ubicó en el orden del 88%, aún muy por debajo de las proyecciones privadas que la apunta en 110%.
Estos cambios no son menores, ya que el acuerdo en curso se hizo bajo premisas de crecimiento económico de 3,5% y una inflación de 60%.
Ahora, con menor expansión económica y casi al borde de la recesión, más una suba de precios que impactará en el consumo, todas las variables incluidas en el entendimiento tambalean y profundizan la incertidumbre de los agentes de mercado que esperan más medidas para encauzar las cuentas públicas a los compromisos asumidos.
Si bien la situación de Argentina se encuadra dentro de un contexto regional adverso en el que también abundan las correcciones negativas, en el caso del país la situación es más delicada por la falta de acceso al crédito.
Además de sus participaciones oficiales, Massa ya tiene agendado un encuentro cara a cara con la titular del organismo, Kristalina Georgieva. Hace dos semanas el ministro se había entrevistado con la segunda del FMI, Gita Gopinath, y en esta ocasión podrá establecer un contacto directo con la más alta autoridad del organismo, donde no se descarta que se intente avanzar con una flexibilización del acuerdo.
La continuidad del programa estará en el centro de la escena, máxime cuando sus colaboradores y el staff técnico del FMI certifiquen que la quinta revisión del acuerdo puede necesitar de uno o varios “waiver” (perdón) para seguir en camino. El Gobierno juega al límite convencido de que el organismo hará las concesiones necesarias para no quedar como responsable del colapso a poco de una elección presidencial.
Al mismo tiempo que el FMI daba a conocer sus previsiones, la consultora Moody’s emitió un informe en similar sentido.
La calificadora de riesgo crediticio evaluó que el PBI caerá 1,5% en 2023, desde un - 0,5% previo.
La situación de la sequía y su impacto en las cuentas públicas es uno de los motivos centrales de la modificación.
Por su parte, el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA) redujo a 27 millones de toneladas la cosecha de soja y a 37 millones la de maíz. Un mes atrás, el mismo organismo esperaba 33 millones de toneladas de soja y 40 millones de toneladas de maíz.
Estos cálculos son levemente superiores a las estimaciones locales, que pronostican una recolección de soja no mayor a las 25 millones de toneladas. En cualquier caso, la situación deviene en una fuerte caída de ingresos para el fisco por la contracción general de la economía.
En tanto, la tercera edición del “dólar soja” que pretende recaudar al menos U$S 9.000 millones permanece frenado, dado que recién este martes la Secretaría de Agricultura publicó la reglamentación correspondiente.
Pese a esta situación, el BCRA logró revertir una racha de 23 jornadas con salida de reservas y adquirió U$S 2 millones. En el mes acumula una caída de reservas de U$S 416 millones, acumulando en el año una pérdida de U$S 3.396 millones.