En el corazón del norte cordobés, la Estancia Jesuítica de Jesús María se erige como un testimonio palpable de la labor de la Compañía de Jesús en Latinoamérica. Adquirida hace más de cuatro siglos, precisamente en 1618, esta heredad rural con 20.000 cepas de vid se destinó principalmente al sostén del Colegio Máximo, enfocando su producción en la elaboración de vino.
Contigua a la Estancia Caroya, a orillas del río Guanusacate, Jesús María se convirtió en un núcleo productivo esencial para la congregación. Los jesuitas demostraron gran ingenio al introducir el manejo de la energía hidráulica en el entorno del casco de la estancia. Implementaron canales, un tajamar y dos molinos harineros, además de un batán para la industria textil.
CÓRDOBA: LA BODEGA QUE CREÓ EL PRIMER VINO DE ARGENTINA
A comienzos del siglo XVIII, iniciaron la construcción definitiva de los edificios centrales alrededor de un patio con galerías en dos plantas. La planta baja albergaba los espacios dedicados a la producción y almacenamiento de vino, incluyendo un corredor para los lagares y una gran bodega con bóveda de medio cañón.

El vino, conocido entonces como “lagrimilla”, se utilizaba en las misas, en los refectorios jesuitas y se transformaba en vinagre para conservar alimentos. Una porción significativa de la producción también se destinaba a la venta, alcanzando los 1.300 litros anuales.
CÓMO ES LA ESTANCIA JESUÍTICA DE JESÚS MARÍA
La iglesia, diseñada con la intervención del arquitecto jesuita Andrés Blanqui, presenta una sola nave y un importante crucero, destacándose por su cúpula con pechinas adornadas con relieves de cuatro ángeles con rostros indígenas. El templo se complementa con una gallarda espadaña en diagonal.

Hoy, la Estancia de Jesús María funciona como el Museo Jesuítico Nacional, donde se conservan herramientas antiguas utilizadas en la elaboración del vino. Los visitantes pueden recorrer la antigua residencia, la iglesia y la bodega, observando restos de molinos y los lugares donde se molían las uvas.
Desde el año 2000, este sitio histórico, junto con otras estancias jesuíticas de Córdoba, fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, reconociendo su valor universal excepcional.

La visita a la estancia es libre y gratuita, ofreciendo la oportunidad de apreciar objetos de los siglos XVII y XVIII, grabados y colecciones numismáticas. Además de su función museística, algunos espacios de la estancia se utilizan para la realización de conferencias y seminarios. Ubicada en la ciudad de Jesús María, provincia de Córdoba, en Pedro Oñate S/N, esta joya arquitectónica e histórica invita a descubrir el legado de la Compañía de Jesús y el origen del vino argentino.