Por Natalia Lazzarini.
Ser madre adolescente aumenta las chances de mortalidad infantil. La información se desprende de un análisis sobre factores de riesgo realizado por la Secretaría de Salud de la ciudad de Córdoba.
Según el informe, en la mayoría de las 173 mujeres registradas en 2016, la madre tenía menos de 19 años. "El embarazo adolescente, así como la escasa instrucción de la mujer y la carencia de obra social, aumentan el riesgo de mortalidad infantil", indicó Gabriel Acevedo, secretario de Salud de la Municipalidad.
El análisis indica que en 2016 nacieron 22.224 niños. En la mayoría de los casos (13.722), la mujer tenía entre 20 y 34 años. Le siguieron las madres mayores de 35 (con 4.441 nacimientos) y, finalmente, las menores de 19 años (1.810 niños).
Curiosamente, la tasa de mortalidad infantil (que se calcula cada mil nacidos vivos) fue mayor en el caso de las madres adolescentes: el índice registrado fue del 17,7, seguido por mayores de 35 años, con una tasa del 8,1. Finalmente, en mujeres de 20 a 34, el indicador fue del 7,3.
"La conflictividad propia de la etapa adolescente se mezcla con la complejidad de dar a luz. A mayor edad, están más resueltas algunas cuestiones y la mujer llega al parto con más controles de embarazo", agregó Diego Gauna, secretario de Atención Primaria de la Municipalidad.
En la ciudad de Córdoba, el 9,7 por ciento de los nacimientos se registra en menores de 19 años. En 2016 se reportaron además tres bebés en menores de 15.
"Muchas veces, el embarazo adolescente está relacionado con situaciones de riesgo. Las madres tardan en madurar y se sienten responsables del niño recién cuando lo tienen en brazos", agrega Vanesa Méndez Lagger, coordinadora del programa Acompañando tu Embarazo (ver aparte).
La especialista aclara que la joven no se expone al riesgo a propósito, sino que tarda en madurar la idea de que va a ser mamá. El consumo de drogas, conducción de vehículos sin casco o cinturón y mal nutrición, hasta que "cae la ficha". Muchas veces, los hogares son ambientes expuestos a contaminación, hacinamiento y hasta humo de cigarrillo.
“A la mayoría de las chicas, les cae la ficha de que van a ser madres recién cuando tienen sus bebés en brazos. El vínculo afectivo surge cuando logran apartar sus miedos: al rechazo, a lo que va a suceder con su cuerpo, al fracaso escolar o a la reacción que puedan tener las familias”, agrega.
Otros factores. La falta de estudios también incidiría como factor de riesgo, aunque por falta de datos precisos, no podría afirmarse de manera tan contundente. La carencia de una obra social estaría influyendo, pero como indicador de factores más macro: falta de estabilidad laboral y un nivel de ingresos más bajo.
El 49 por ciento de las muertes infantiles registradas el año pasado en Córdoba podrían haberse evitado. Las malformaciones congénitas, las fallas del sistema circulatorio o respiratorio y los trastornos relacionados con el bajo peso y la prematurez fueron las principales causas. El Ministerio de Salud de Córdoba no difundió aún las cifras globales a nivel provincial.
"El vínculo surge cuando se van los miedos"
Sentirse madre no es lo mismo que serlo. En algunos casos, lleva cierto tiempo madurar la idea. El instinto no se despierta en forma automática cuando la joven debe cambiar los libros por pañales. En todo ese proceso, la contención es fundamental.
"Reconstruir el vínculo entre la embarazada y el bebé no es fácil, pero tampoco es imposible. Muchas chicas llegan solas a la instancia del parto y entonces necesitan tiempo para hacerse responsables de esos niños, o para madurar", explica Vanesa Méndez Lagger, coordinadora del programa Acompañando tu Embarazo, que funciona en distintos centros de salud municipales.
El servicio de preparación para la maternidad y el parto consiste en el dictado de talleres de dos horas de acompañamiento emocional, en el que las jóvenes se conectan con su embarazo y se sienten más respaldadas.
“El vínculo afectivo surge cuando las mujeres se apartan del miedo. Cuando superan sus temores a ser rechazadas, a fracasar en la escuela o a la reacción adversa de sus padres”, agrega Méndez Lagger.
El equipo apunta a que los adolescentes puedan vivir su sexualidad en forma responsable y que, después del nacimiento, surja una planificación familiar acorde con cada una de las realidades.