Por qué este año no explotó el dengue

Con una cifra récord de larvas en domicilio, la enfermedad transmitida por mosquitos no hizo pico en Córdoba. Cómo influye la inmunidad. Nuevas formas para controlarlo.

Por qué este año no explotó el dengue
Dengue.

Los índices del monitoreo del mosquito Aedes aegypti en la ciudad de Córdoba arrojaron cifras récord este año. Índices nunca antes vistos en nuestra capital. Incluso tampoco en la gran epidemia de 2009. Pese a eso, los casos de dengue no explotaron en nuestra provincia. Algo que se explica, en parte, por la inmunidad.

“Después de un gran brote, subiste una especie de inmunidad en la población que hace que por algunos años la enfermedad no se presente. Córdoba, como en el resto de los países de América del Sur y Central, experimentó en 2016 una de las mayores epidemias de dengue que se recuerde”, indicó Laura López, responsable de Zoonosis del Área de Epidemiología de Córdoba.

El fenómeno se explica con el término que se conoce como “efecto rebaño”. En países con elevados índices de infestación, el virus afectó al 60 por ciento de la población. Eso de alguna manera protegió a nuestros viajeros que visitaron el lugar y a que no regresen con el virus. Si el dengue no tiene la posibilidad de mantenerse, tampoco transmite nuevos casos. “Es una inmunidad natural”, informó López.

Algo diferente ocurrió con el zika y chikunguña, ya que por estas latitudes tuvo una presentación muy diferente de la reportada en los países del Caribe. En América Central y Brasil, la primera provocó grandes índices de malformaciones en niños. Y el segundo virus dejó inválida a una buena parte de la población mayor de 30 años, por provocar artritis reumatoidea, problemas en los huesos y en la circulación.

“Son virus nuevos que se están estudiando. La Organización Panamericana de la Salud está pidiendo a los Estados que analicen las manifestaciones de estos virus. Y que reporten. En Córdoba se conformó una red con las principales maternidades para estar atentos a los síntomas del zika”, agregó la funcionaria.

Una mayor notificación de casos también ayuda a mitigar el impacto de estas enfermedades. Cuando más se conocen y mayor es el alerta en los centros de salud, existen más chances de controlar un brote. Lo que también se sabe es que los niveles récord de larvas en domicilio no necesariamente determinan la aparición de una epidemia.

“Durante este verano encontramos cifras récords en nuestros monitoreos aédicos. Nos preocupamos bastante porque bastaba con que el virus entrara para que aquí se produjera un incendio. Por suerte, los índices altos no influyen positivamente en la ocurrencia de un brote. Pero hay que controlarlos porque la única forma de prevenir una epidemia es eliminando el mosquito”.

Argentina analiza por estos días nuevas tecnologías para eliminar el vector, como el llamado “control biológico”, un método que se utiliza en Cuba. Se trata de diversos productos que regulan el crecimiento, como hormonas que se inoculan a las larvas en los criaderos o bacterias que actúan por contacto y esterilizan los insectos. La tercera actúa mediante la irradiación de una colonia de mosquitos genéticamente modificados que compiten con los actuales y no se pueden reproducir. Estos sistemas actúan mejor en poblaciones chicas y aisladas, como la isla de Fidel, aunque no se descartan para nuestro país.

Finalmente, el trabajo articulado con la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (Conae) permitirá la creación de modelos matemáticos para predecir epidemias en determinados lugares de la provincia. Los monitoreos continuarán, con la colaboración del Instituto de Investigaciones Entomológicas de la Universidad Nacional de Córdoba.