Un panadero sanjuanino recibió una pena de 18 años por abusar de su hija menor

El hombre confesó el delito y se mostró arrepentido en su declaración. Los ultrajes comenzaron cuando la chica tenía 11 años y duraron hasta los 15.

El violador de su hija tiene 50 años y admitió la autoría de sus delitos en un juicio abreviado.
El violador de su hija tiene 50 años y admitió la autoría de sus delitos en un juicio abreviado.

Un maestro panadero y pastelero sanjuanino de 50 años, confesó haber manoseado a su hija desde que tuvo 11 y que la violó entre los 13 y los 15 cada vez que tuvo la oportunidad. Por estos ataques sexuales, recibió una pena de 18 años de cárcel. Su defensor Narciso Godoy y la fiscal Marcela Torres acordaron el castigo en un juicio abreviado.

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La identidad del violador no se da a conocer para preservar a su hija. La pena fue ratificada ante el juez Víctor Hugo Muñoz Carpino, de la Sala I Cámara Penal, quien decidirá si acepta y qué castigo impondrá. Por su parte, el abusador se mostró arrepentido de lo que hizo: “Estoy arrepentido en el alma (...) lloro todas las noches, porque he perdido todo, mi familia, todo”.

El caso se descubrió en la madrugada del 25 de octubre de 2019, en la casa del confeso violador, en el departamento Pocito. Ahí convivía con su numerosa familia y había llegado de trabajar a eso de las 5. Nuevamente, quiso abusar de su hija, por entonces de 15 años, pero ella empezó a gritar y salió llorando hacia el comedor. En ese momento, el hombre buscó minimizar la situación y culpó a la niña atribuyéndole un supuesto enojo porque él le había borrado unos mensajes de su celular. La chica lo increpó al grito de “no seas mentiroso, decí la verdad”, mientras que él le respondió “lo que pasa es que ella cree que yo ando con tu hermana”, le dijo a su mujer y se fue de la casa.

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Una vez que la niña quedó a solas con su madre, le contó que la manoseaba desde que tenía 11 y luego a una prima le contó que la había violado desde los 13. En el ANIVI, contó que su padre siempre la sometía con la amenaza de matar a su madre o a sus hermanos, que le mandaba poemas y que le decía que no sería de nadie más. Además, contó que su padre no la dejaba salir ni tampoco la mandaba a la escuela.  En el momento de defenderse, el acusado quiso instalar la versión de que su hija lo buscó para entregársele a cambio de plata, aunque el informe de psicólogos indicó que la menor no mentía y que presentaba los signos habituales de los niños abusados.