El sostenimiento de la demanda estará en manos de la rápida prolificidad de la especie dentro de nuevas condiciones de producción, donde el cerdo ya no compartirá la familia productiva como hasta ahora si no que se establecerá en nuevas granjas con las comodidades de trabajo en condiciones sanitarias sumamente superadas y en grandes cantidades.
Seguramente mercados alternativos como Japón, Corea y México son críticos para sostener el alto flujo de producción norteamericano, por lo que acuerdos comerciales como el establecido entre Estados Unidos y Japón y el T-MEC son vitales para que el sector porcino estadounidense retenga y aumente sus exportaciones.
Por otra parte el sector porcino de EE. UU tiene grandes oportunidades de exportación en numerosos mercados más pequeños, especialmente en el Caribe, Centroamérica y Sudamérica.
Por ello Argentina no estará exenta de este nuevo escenario, lo cual nos lleva a pensar en sostener la producción con mercado alternativos desarrollados como a desarrollar con alta calidad, motivar un mayor consumo local así como pasa a tener importancia no dejar de hacer los convenios con las maternidades chinas que nos ven con gusto como los criadores de sus próximos lechones y/o capones, no como un negocio de corto plazo si no como algo sostenible a lo largo del tiempo, sin desvalorizar a los jugadores en vigencia.
Claramente los márgenes para los productores han sido razonables en los últimos cinco años, remarcando que las operaciones de los criadores porcinos y sus balances se han expandido en forma sincronizada con las nuevas plantas de procesamiento, por lo que se debe pensar en todo lo que viene, ya que los nuevos márgenes seguramente llevarán a los productores a un ciclo de pérdida que la producción de cerdos de los productores ha presentado cíclicamente en forma habitual y para lo cual hay que ir amortizando el posible golpe que represente la renovación del stock del más grande consumidor porcino mundial.