Rediseñar la escuela, una transformación que requiere de todos

Este lunes y martes se realizará en la Ciudad de Buenos Aires el Foro Latinoamericano de Educación. Entrevista exclusiva a Lila Pinto.

Lila Pinto
Lila Pinto

"Rediseñar la escuela es urgente". Así lo afirma la especialista en Educación Lila Pinto, quien sostiene que los modelos tradicionales de escolarización "están resultando ser poco estimulantes para la generaciones contemporáneas".

Para debatir sobre qué modelo de escuela tiene que tener la Argentina, por qué hay que hacer una transformación también desde la gestión e intercambiar experiencias, Pinto elaboró el documento base que especialistas de todo el mundo debatirán en el Foro Latinoamericano de Educación -que se realizará este lunes y martes en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires-, evento organizado por la Fundación Santillana con el apoyo de la Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura (OEI).

En pleno año electoral y ante la falta de propuestas en materia educativa por parte de los candidatos, la doctora en Educación con especialidad en Nuevas Tecnologías de la Universidad de Columbia y actual directora ejecutiva del Colegio Tarbut plantea que la transformación de la escuela es un tema que genera consenso en todos los agentes involucrados y que requerirá de "un contrato social" para pensar qué institución se quiere.

- ¿Qué modelo educativo se está discutiendo en la Argentina en la actualidad?

- Es difícil en este momento decir cuáles se están discutiendo son porque estamos en un año muy particular en donde justamente las propuestas vinculadas con temas de educación no se han expedido y los programas que tienen que ver con propuestas específicas son una incógnita.

- ¿Lo dice por la falta de propuestas de las fuerzas políticas que se presentan en las elecciones? N. de R.: Más de 30 expertos en educación junto al Observatorio Argentinos por la Educación lanzaron una iniciativa para que los precandidatos presidenciales presenten sus planes educativos.

- Sí, claro. Hasta este momento se han fortalecido algunas cuestiones de infraestructura en algunas regiones, se ha avanzado en algunos intentos importantes de reforma en la escuela media, a través de cambios fundamentalmente curriculares, y las iniciativas provinciales van variando, de acuerdo a cada jurisdicción. Por supuesto que hay preocupación por la retención del egreso y por la calidad de los aprendizajes, donde todavía en algunas dimensiones estamos por debajo de estándares que nos gustaría alcanzar.

Hay algo clave que es la formación de directores. Para que la escuela pueda funcionar y cambiar la variable más importante son los maestros y probablemente la segunda sea el liderazgo del director. Es un tema que no está muy desarrollado en término de formación y ahora se está empezando a poner en agenda.

¿Qué modelo educativo sería aplicable en el país? ¿El método Waldorf o el modelo finlandés, por ejemplo, son sistemas pedagógicos que funcionarían?

- Creo que la Argentina necesita construir su propio modelo y sacar lo mejor de cada una de las iniciativas que existen. Necesitamos mucha creatividad y compromiso de todos los sectores para pensar qué modelo le hace falta al país. No hay recetas mágicas. Es una construcción, casi un contrato sociales que debemos hacer entre todos.

En términos de modelos, hablando más macro y no tanto de las iniciativas locales, diría que hoy se está discutiendo cómo precisamente salir de un modelo estandarizado y homogéneo, hacia modelos que favorezcan la construcción de trayectorias diversificadas, en función de intereses y necesidades de cada uno de los alumnos y de las pequeñas comunidades que forman las escuelas. Esto, por supuesto, plantea dilemas en relación a las condiciones de igualdad y democratización a la vez de calidad. No es un tema sencillo.

Lila Pinto
Lila Pinto

- En este sentido, ¿cómo dialogan las políticas públicas con las iniciativas de cambio locales?

- Es precisamente un tema que tenemos que discutir. Creo que la demanda de cambio existe, está instalada en el mundo y en la sociedad, pero no está de todo articulada. Necesitamos buscar estrategias que nos permitan articular qué cambio queremos, si ese cambio es igual para todos, qué cosas son comunes para todo el sistema y qué cosas pueden ser decididas por cada jurisdicción o cada escuela. Tenemos todos que sentarnos a construir políticas públicas que acompañen y empoderen en muchos sentidos a los actores del sistema a cambiar.

- Uno de los ejes del Foro es el rediseño de la escuela para y con las habilidades del siglo XXI, ¿cree que es urgente llevarlo a cabo?

- Sí, es urgente. Los modelos tradicionales de escolarización están resultado ser poco estimulantes para la generaciones contemporáneas. Ese rediseño tiene que ver con todo lo que hace la experiencia escolar: desde qué y cómo enseñamos, cuándo lo enseñamos, quiénes lo enseñan y cómo lo evaluamos. Hay que problematizar algunas cosas que hemos naturalizado de la escuela que conocemos, sin descuidar los contextos locales. Ahí hay un diálogo que es el más fructífero y fértil: no lo es lo mismo pensar el rediseño de una escuela en Capital Federal que en Córdoba o en Jujuy. Cada localidad tiene particularidades y necesidades distintas. Por eso es interesante hablar de diseño porque el diseño es este diálogo permanente entre la realidad y las aspiraciones y así podemos pensar qué cambios son posibles y deseables.

- En este cambio de la cultura organizacional de la escuela que usted plantea, ¿qué rol ocupan las familias?

- Sabemos que cuando las familias se involucra en la educación de sus hijos todos ganamos. El desafío es construir oportunidades genuinas de participación y enriquecedoras para todos, no solamente administrativas o coyunturales sobre actividades específicas que hay que hacer. Cuando la escuela logre desarrollar una propuesta de cambio importante las familias van a tener que aprender también cómo acompañar a sus hijos en esa nueva experiencia escolar.

- ¿Qué demandan los docentes para hacer un cambio profundo dentro de las escuelas?

- Más allá de las demandas que tienen que ver con las condiciones de trabajo, en general, lo que muchas veces se demanda tiene que ver con información y formación para entender mejor cuáles son esos cambios, de qué hablamos cuando hablamos de cambiar, qué tipo de escuela estamos queriendo construir. Lo que planteo en este documento es que todos los que hacemos la comunidad educativa, los docentes, directivos, las familias y los alumnos, fundamentalmente, tenemos un rol que jugar y una voz que asumir en la responsabilidad de definir qué escuela queremos y de qué forma organizarla.

Lila Pinto
Lila Pinto

- ¿Qué rol ocupan las nuevas tecnologías en este cambio?

- Lo más importante no es qué hacer con la tecnología sino qué hacer con la escuela en un mundo tecnológico. La tecnología existe porque vivimos en una cultura atravesada por los fenómenos de la cultura digital y eso es innegable, con o sin dispositivos. Lo primero que debe hacer la escuela es preguntarse qué hace con los fenómenos del saber del conocer, del expresarse y luego qué herramientas o que dispositivos creer que son útiles para poder hacer puentes significativos entre la escuela y la cultura contemporánea que indudablemente es también la digital. Ahí están las oportunidades de rediseño más grande. Las escuelas que rediseñemos probablemente sean menos encapsuladas y más abiertas que lo que hoy conocemos. Algo que me parece más sustantivo para la infraestructura escolar es más la colectividad que los aparatos. Me parece que hoy estamos en un paradigma donde la conexión es tal vez sustantiva.

- ¿Cuántos años puede demandar un cambio cultural de esta magnitud?

- Creo que necesitamos al menos 4 o 5 años para que una escuela pueda transitar por ese proceso siendo muy optimista, pero menos de ese tiempo es difícil ver un cambio cultural en la organización escolar que favorezca el tipo de educación que queremos construir. No podemos copiar el modelo finlandés pero lo que sí podemos aprender de las experiencias internacionales exitosas es que forman parte de una política de estado. Tal vez esa sea la lección más importante.