Un reciente estudio de la Universidad de Atenas (Grecia) comparó la inmunidad contra el COVID-19 generada por las vacunas de Pfizer-BioNTech y de Oxford-AstraZeneca, y advirtió que dilatar a 12 semanas la segunda dosis de esta última no genera una respuesta sustancialmente mejor, por lo que sugirió achicar ese plazo.
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Los datos fueron plasmados en una “carta al editor”, un formato común en el ámbito científico, del American Journal of Hematology. Allí se establece un novedoso paralelismo entre las dos vacunas: la de Pfizer, basada en tecnología ARN mensajero, y la de Oxford, que contiene un vector viral (no replicativo) de adenovirus, un “transportador” de la información genética del COVID.
“Comparación de las respuestas de anticuerpos neutralizantes contra el SARS-CoV-2 en voluntarios sanos que recibieron el ARNm de BNT162b2 o la vacuna AZD1222: ¿Debe administrarse antes la segunda dosis de la vacuna AZD1222?”, se pregunta el título original del reporte
Al comienzo, cuando apenas se lanzó la vacuna de AstraZeneca, se sugería administrar la segunda dosis libremente entre las semanas 8 y 12. Pero luego, en febrero de 2021, un paper publicado en The Lancet rectificó los dichos y afirmó que “mientras más tarde, mejor”.
Luego, la propia compañía adhirió a la idea de que se obtenía “una mayor eficacia de la vacuna con un intervalo de refuerzo más prolongado, y que una sola dosis de vacuna es eficaz en los primeros 90 días, lo que proporciona más evidencia para la política (inglesa) actual”.
Según explica un artículo de Clarín, en aquel estudio contabilizaron “anticuerpos” en general, pero, según explicó Jorge Quarleri, doctor en Bioquímica, investigador Principal del Instituto de Investigaciones Biomédicas en Retrovirus y Sida (INBIRS-UBA-Conicet), “no parece haber habido un foco dedicado al comportamiento de los anticuerpos neutralizantes, que son los que bloquean la entrada del coronavirus”.
Y esto es justamente lo que ahora hicieron los autores del trabajo de Atenas. Tomaron grupos de 70 personas de 57 a 67 años, y en lugar de cotejar “grupo vacuna” vs. “grupo placebo”, compararon “vacuna” vs. “vacuna”.
Como resultado, indicaron: “Aunque muchos países han optado por un intervalo de 12 semanas entre las dos dosis de AstraZeneca para aumentar el número de personas vacunadas con al menos una dosis, nuestros resultados defienden utilizar un esquema de administración más corto, especialmente a medida que haya más vacunas disponibles”.
Según Quarleri, “el estudio tiene dos puntos de corte. El primero es a los 21 días luego de la primera dosis. Allí se ven diferencias estadísticamente significativas entre las vacunas, con una mayor respuesta a anticuerpos neutralizantes de parte de la de Pfizer”.
Entre los vacunados con Pfizer se determinó que el 8,9% tenía un 75% de protección. Mientras, los de AstraZeneca con ese grado de inmunidad eran algo menos: el 6,8%. Y mientras el 21,8% del grupo de Pfizer tenía anticuerpos neutralizantes por debajo del 30%, los de Astra en esas condiciones eran el 43,8%.
Luego, cuando el grupo Pfizer recibió la segunda dosis a las tres semanas, el grupo de AstraZeneca, no. La intención de esta demora fue “recrear” la estrategia que se utilizó en muchos países, y se está usando en Argentina, de demorar la segunda dosis para vacunar a más personas con la primera.
Así, esperaron cuatro semanas y “se advirtió lo esperable”, evaluó Quarleri. Un “aumento sustancial de personas vacunadas que presentaron alta concentración de anticuerpos neutralizantes”. Sin embargo, los resultados son desparejos según la marca.
En detalle
En el grupo Pfizer, la mitad de los vacunas obtuvieron una protección superior al 95%, otros superaban el 75% de protección, y solo dos personas fueron clasificadas como “negativos”, con protección debajo del 30%.
En cuanto a AstraZeneca, cuyos participantes solo tenían una dosis, el 10,9% mostró protección por anticuerpos neutralizantes encima del 75%, y un 25% de los voluntarios quedó debajo del 30% de protección. Son “niveles por debajo de lo deseable”, dijo Quarleri.
El experto aclaró: “Este estudio, de todos modos, estaría ofreciendo evidencias de la durabilidad y concentración progresiva de los anticuerpos neutralizantes logrados por AstraZeneca, en niveles moderados aun 7 semanas luego de la primera administración”. Para los investigadores griegos, el bajo número de individuos bien protegidos sería razón de sobra para modificar la estrategia de las 12 semanas.
Es decir que al no haber una mejora sustancial en la protección, los países que dispongan de vacunas deberían aprovechar para adelantar ese refuerzo con la segunda dosis.
En Argentina, la entrega de turnos para la segunda dosis de las vacunas es muy despareja: en algunos casos se convoca a las ocho semanas de la primera dosis, y en otros a las 12. Por eso, esta información podría aportar algo de tranquilidad, ya que demuestra que ambos escenarios no son tan diferentes.
La patóloga argentina Marta Cohen (divulgadora del COVID residente en Londres), lo resumió: “Lo importante, en definitiva, es dar la segunda dosis. Sea a las 8 semanas como a las 12, pero dar, en definitiva, el esquema completo de vacunación”.