Se cumplen 20 años del diciembre más doloroso que nos tocó vivir a los argentinos. El 3 de diciembre de 2001 el Gobierno del entonces presidente Antonio de la Rúa, anunciaba por cadena nacional el famoso “corralito”, medida adoptada por el ministro de Economía de la época, Domingo Cavallo, y que limitaba la libre disposición de dinero en efectivo de cuentas corrientes, cajas de ahorro y plazos fijos.
Se autorizaba extraer hasta 250 pesos semanales mientras que Cavallo sostenía que la drástica decisión era para combatir a los “fondos buitres” que buscaban la devaluación y el default.
Con el paso de los días la situación se tornó prácticamente ingobernable. Este manotazo de ahogado que tiraba el gobierno era para poder cumplir con los organismos internacionales. Frente a este panorama comenzaron los saqueos, cacerolazos y la represión de un estado impotente ante la situación.
Mendoza no fue ajena a tal situación, pero no tuvo un gran protagonismo en el estallido social de una clase media que se sintió ultrajada, pero sí fue una de las primeras en que los vecinos intentaron saquear un supermercado.
En una entrevista realizada por diario Los Andes en 2018, Roberto Raúl Iglesias, quien fuera gobernador de la provincia entre 1999 y 2003, contaba que la decisión más difícil y que más le costó tomar fue la reducción salarial a los estatales.
“Pero no me arrepiento, la tomé a conciencia y en ese contexto me parecía justo. La sociedad estaba padeciendo, se habían incautado fondos, había despidos, las empresas no podían financiarse, había cierre de comercios y pymes, la gente estaba pasando una situación angustiante. Le estábamos pidiendo al sector privado que ajustara y el Estado no daba ninguna señal hacia adentro”, señaló el exgobernador en aquella entrevista.
Como se puede ver la situación era insostenible. Muchos mendocinos vivieron en carne propia estas malas decisiones del gobierno. Perdieron parte de sus ahorros de toda la vida y con ellos se vaporizaron sus sueños.
Indemnización laboral: “Desistí de un emprendimiento soñado”
Enrique O. que vive en Ciudad cuenta que de la crisis del 2001 no se olvida más. “Luego de trabajar casi 13 años en una empresa un día decidieron prescindir de mí, me echaron, y me pagaron la correspondiente indemnización, como en aquel momento existía la convertibilidad con el dólar, lo cambié a la moneda norteamericana y lo dejé depositado en la entidad bancaria. Era octubre de 2001″, rememora.
“Ese dinero tenía un destino determinado, realizar un emprendimiento con el cual había soñado siempre, más ahora que estaba desocupado”, relata reviviendo ese momento traumático.
Entonces, Enrique tenía 34 años y dos hijos, uno de 8 y el otro de 11. Su familia dependía de su trabajo para poder vivir. “Al mes y medio llegaron los anuncios de Cavallo, y mi indemnización quedó atrapada en el bendito corralito decretado. Solo podía retirar 250 pesos por semana”, detalla.
Y sigue: “Mi angustia era terrible, el país se prendía fuego y mis sueños también. Recuerdo todo como un momento muy estresante y de mucha incertidumbre. Nadie sabía qué iba a pasar, en Buenos Aires la gente ya comenzaba a protestar frente a los bancos reclamando la devolución de sus ahorros”.
Según cuenta, en Mendoza la situación era un poco más tranquila, pero el clima de la calle era feo. “Había que seguir viviendo. Recuerdo haber ido al banco casi diariamente, en busca de respuestas infructuosas. No sabía qué hacer. En el banco preguntabas y nadie te respondía”, dice Enrique.
“Luego comenzamos a enterarnos de algunas excepciones para poder retirar el dinero. Una de esas era que se debía demostrar que la plata depositada era fruto de una indemnización laboral. Algo que recuerdo también fue que se vino una devaluación terrible. Otra de las condiciones que daban era devolvernos el dinero, en pesos, pero a una cotización de $1,40 por dólar, y en ese momento, si mal no recuerdo estaba casi en 9 pesos”, apunta.
“Tras cientos de trámites legales, pude demostrar el origen de mi depósito, así que acepté, a mi pesar ya que lo necesitaba, y me hice del dinero. Lógico mi sueño se fue, ya que en ese momento no pude encarar ningún proyecto. Solo usamos la plata, para poder seguir viviendo con mi familia”, concluye.
Casa propia: “Tuve que frenar la construcción por falta de plata”
Tomás N., de Godoy Cruz, tenía en aquella época 63 años, y ejercía su profesión de arquitecto. “Había realizado un anteproyecto, que luego se llevó adelante para la construcción de un importante local de restaurante ubicado en Ciudad, una vez concluido me pagaron con un cheque, así que lo deposité, todo esto a fines de noviembre de 2001″, explica.
“Luego vinieron los anuncios de Cavallo y me encontré con mi dinero incautado, solo podía retirar 250 pesos por semana. En esos momentos estaba construyendo mi casa, en la que vivo hoy, con un diseño muy personal. Estaba instalando las aperturas metálicas y necesitaba pagar no solo a los obreros, sino también los materiales que necesitaba. Tuve que frenar la construcción por la falta de plata”, recuerda con preocupación.
También para Tomás fue una experiencia muy triste, pero ahora a la distancia, admite que la gran cantidad de gente que la pasó realmente mal. “En mi caso fue un algo momentáneo, pero vi que había personas que había perdido los ahorros de toda su vida, y prácticamente quedaba en la calle”, se lamenta.
Y agrega: “Esta situación fue un retroceso para toda la gente. En general yo no estaba acostumbrado a trabajar con los bancos, así que solo me afectó en esa situación. La recuperación fue muy lerda. Realmente en esos momentos me sentí una víctima del sistema”, destacó Tomás.
“Sacando el dinero de a poco, fue la única manera de continuar con mi obra. Se me atrasó casi un año, pero insisto la situación en ese momento del país era terrible. Había gente que pasaba hambre, y realmente no tenía para comer. De hecho recuerdo que luego se produjeron los saqueos, cosa que acá en Mendoza ocurrieron en varios supermercados”, considera.
“Hoy a mis 83 años agradezco estar bien en general. Y aquellos tristes momentos que viví, y vivimos en la Argentina son tan solo recuerdos, ya históricos, que espero los sepamos tener en cuenta y no repetir los mismos errores”, termina de contar Tomás de su vivencia de hace hoy 20 años.
Tratamiento y cirugía: “La salud de mi padre en manos de un banco”
Luis L., de Ciudad, recuerda con tristeza y bronca la situación que vivió su padre, de 72 años y jubilado, durante el corralito había vendido un departamento y cobrado en dólares.
“Para no tener la plata en su casa lo depositó en un banco que era de su total confianza; en él operaba sus pequeños plazos fijos que hacía para no perder el poder adquisitivo del dinero que podía ahorrar. Era una entidad de Italia, el país de mi abuelo. Era fines de 2001, octubre si mal no recuerdo. Llegó diciembre y a principios del mes escuchamos por televisión los anuncios del ministro de Economía”, empieza a narrar.
“Nosotros le habíamos advertido de los rumores, de la posibilidad de que el Gobierno se apoderada de los depósitos de los bancos. Él no lo creyó, creo que ninguno en el fondo pensó que podría ocurrir algo así. Mi hermana, abogada, interpuso un amparo para que pudiera retirar el dinero, cosa que fue denegada por las disposiciones dictadas por el Banco Central de la época. Mientras tanto veíamos por televisión los cacerolazos y las protestas de la gente para que los bancos les devolvieran sus ahorros”, cuenta Luis.
“A mediados de diciembre a mi papá le apareció una mancha en la nariz, tras estudios y análisis, resultó que se trataba de un carcinoma de piel. Había que comenzar urgente un tratamiento, y lo más importante una operación. Necesitaba más que nunca de ese dinero que él pensaba gastarlo en otra cosa”, explica.
Por la entidad bancaria se enteraron de que había que contratar a un abogado que tenía que ver con el banco: “No lo sabíamos muy bien, mantuvimos una reunión con él y nos dijo que adjuntando los estudios, podríamos lograr al menos la devolución de parte del depósito. Lógico, los honorarios que cobraría eran un porcentaje del monto depositado. Tras reuniones, análisis, informes logramos cumplimentar todo. Mi padre no entendía lo que pasaba, no entendía porqué no le devolvían el dinero que era suyo, que era legal, como él decía”.
“Finalmente a principios del 2002 logramos que se le devolviera parte de lo depositado, el resto se lo reintegraron en cuotas trimestrales que se le abonaron durante casi más de un año. Pudimos afrontar los tratamientos y la operación. Mi padre falleció hace siete años”, apunta.
Y reflexiona: “Murió sin entender porqué le habían retenido su plata, perdió la confianza en el sistema bancario y renegando cada vez que veía por la tele a ese ministro de Economía, que pese a todo continuaba opinando. Si él supiera que, a 20 años de esa gravísima crisis que vivimos los argentinos, aún ese ministro es consultado y se atreve a dar consejo de las medidas que deberían tomase hoy en el 2021, no nos creería”.
Recuperación de los dólares: “Se quedaron por 10 años con mi indemnización”
Ignacio, ingeniero en Petróleo ya jubilado que vive actualmente en Luján de Cuyo, cuenta que en aquella época vivió momentos de angustia no solo por la crisis política- económica que surgía en el país, sino personalmente. Él trabajaba en una empresa multinacional y a mediados del 2001, calcula que fue en agosto lo despiden sin razón, por lo que le abonaron el 100% de la indemnización en dólares.
Lo deposita y comienza a buscar trabajo urgente para mantener a su familia, compuesta de 3 hijos y su esposa. “Gracias a Dios a principios de noviembre logré que me contratan en otra empresa, pero me tenía que ir a vivir junto a mi familia a Mossoró, una ciudad que queda entre Natal y Fortaleza, al Norte de Brasil. Recuerdo que viajamos el 15 de noviembre de 2001. El dinero lo dejé depositado en una cuenta junto a mi padre. El me lo enviaría cuando yo ya estuviera instalado en mi nuevo destino”, especifica.
“Ya en Brasil y por la televisión nos enteramos de la situación de la Argentina y la crisis. La instauración del corralito, los cacerolazos y los saqueos. Me comunico con mi padre y me cuenta que no había podido retirar el dinero. De todas manera mi nuevo empleo incluía el alquiler de una vivienda, así que dispuse esperar un tiempo hasta que la situación fuese más clara, porque desde fuera del país era muy confuso todo, nadie podía creer lo que ocurría”, sigue Ignacio.
En 2003, regresó a Mendoza en un viaje para visitar a mi familia. Fue al banco y le informan que para retirar el dinero le daban tres opciones: el 50% de forma inmediata; a los 5 años le entregaban el 75% y si aceptaba a los 10 años le entregaban el 100% en la moneda original del depósito. “Mientras tanto ellos trabajaban con mi dinero y yo no recibiría nada. Estaba lejos y no tenía necesidades urgentes, así que firmé un documento dejando el dinero depositado por 10 años”, rememora.
Ignacio destaca que durante ese período lo trasladaron a trabajar a Neuquén, y estando en esa ciudad se cumplieron los 10 años de aquel depósito “capturado por el corralito”.
“El Banco ya había cambiado de dueños, pero respetaron el documento y a fines de 2010 pude recuperar la totalidad de lo depositados, eso sí en dólares”, cuenta finalmente.
Cabe señalar que los entrevistados figuran con su nombre de pila, porque así lo prefirieron, y los nombres de las entidades bancarias no parecieron relevantes darlos ya que todas operaban de la misma manera.