Desterrar mitos para formar nuevas familias: cómo es “adoptar niñes grandes” en primera persona

Adopten Niñes Grandes es una red de madres y padres adoptantes que busca transmitir su experiencia poniendo el foco en lo único que importa: restituirles a los chicos el derecho a una familia.

Adopción, otra forma de construir una familia.
Adopción, otra forma de construir una familia.

Una niña le reclama a su papá que en un año y medio nunca le hizo pastel de papas. ¿A quién se le ocurre no comer pastel de papas en todo ese tiempo? Tiene razón en indignarse esa nena de 13 años, que eligió a su familia hace un año y medio. Miles de historias y anécdotas de ese tipo se agrupan en el hashtag #AdoptenNiñesGrandes de Twitter. Pero no es sólo un hashtag: es un colectivo organizado que este 31 de mayo cumple un año y tiene mucho que decir, mucho mito que romper y mucho que desromantizar.

Vía País habló con cuatro de los integrantes (son más de 80) de la ONG Adopten Niñes Grandes para conocer sus historias y saber cuál es el mensaje que quieren llevar a aquellas familias que están dudando, pensando o en camino a adoptar.

Los conceptos de adopción cambiaron con los años.
Los conceptos de adopción cambiaron con los años. Foto: web

Un “no” al unísono se oye tras la primera pregunta: ¿es difícil adoptar en Argentina? A los fines burocráticos, los avances tecnológicos ayudaron a que el ritmo de inscripción se acelerara. Pero la realidad es que se concibe “difícil” la adopción porque hay un desbalance entre lo que “buscan” las mayorías de las familias y los niños en condiciones de adoptabilidad.

Qué es lo que demora la adopción en Argentina

“Lo que pasa es que el deseo de los padres no se condice con la realidad. No hay un matcheo en ese sentido. Las familias suelen buscar bebés y no hay bebés por una cuestión lógica: para que un bebé llegue a estar en adopción tiene que haberse identificado una falla en su familia y esa identificación suele suceder cuando ese niño está socializado. Es decir: cuando llega a una escuela, cosa que no sucede hasta que tiene tres años, por lo general”, explica Mariano Oviedo.

Por su lado, Mariano Quiroga grafica: “Hay quienes dicen que es difícil porque se imaginan que debería ser como ir al supermercado o un refugio de mascotas, elegir el que más le guste y llevárselo. Eso no existe”.

Daniela Blasco, quien encabeza una familia monomarental, cuenta que el trámite es online, también las constancias se consiguen así. “La inscripción no lleva mucho tiempo. Luego indagan acerca de la seriedad de la postulación y sigue una serie de entrevistas”, explica.

Para Daniela “lo difícil es desarmar el concepto de que uno no va a tener a sus hijos desde chiquitos”. “Hay personas a las que se les da y personas a las que no. Difícil es, por ahí, cuando uno va con una idea y no es demasiado flexible con su disponibilidad para convertirse en madre o padre”, completó.

También destacó que hoy es diferente el acompañamiento: “Hay talleres donde te ayudan a pensar a partir de tu edad, tu voluntad, que querés hacer… Uno va pensando y repensando a medida que pasa el tiempo”, cuenta.

Cómo es adoptar a un niño grande

Nos salteamos la parte de los aprendizajes… y los pañales”, dice entre risas Agustín Ciampagna cuando se le consulta acerca de cómo es adoptar un niño grande. Fuera de eso, por lo que habla con padres biológicos, no nota mucha diferencia, aunque hay ciertas actitudes tardías de los niños, que podría relacionarse con no haber tenido con quien vivirlas en su momento.

“Por ahí notamos que hacen cosas de nenes chiquitos. El mío, que es un grandote de 12 años y 30 kilos, juega a morder como si fuera un bebé. Lo dejamos, porque creemos que hay un faltante, que está quemando una etapa que no pudo en otro momento”, explica Agustín.

En muchos casos los grupos de hermanos deben separarse para ser adoptados.
En muchos casos los grupos de hermanos deben separarse para ser adoptados.

También recuerda como fue su primer día frente a su hijo: “El día que lo conocí puso cara de serio y me dijo ‘ustedes tienen sus costumbres y yo las mías’. Me puso los puntos el primer día. Después fue espectacular”.

Este papá destaca que hay que tener en claro que no es un “proceso lineal”. “Te pueden recibir con los brazos abiertos, a veces pueden verlo como una forma de salir del hogar, puede estar todo bien y puede venir una gran tormenta”, dice.

“Somos extraños que empezamos a vivir juntos: ellos hacen sus procesos naturales de edad y sus duelos de su otra vida. Y uno tiene que tener la flexibilidad de seguir ese proceso, acompañar y esperar los tiempos. No es imposible pero es difícil. Ellos tienen que volver a confiar en adultos, que en algún momento les fallaron”, grafica.

Agustín resalta que el vínculo se va construyendo y que hay que “recorrer ese camino con paciencia, tranquilidad y, sobre todo, presencia”.

Mantener vínculos: entre el pasado y la identidad

“Los niños vienen con historias y no se pueden borrar, hay que mantenerlas vivas. Hay que estar disponible para cuando la quieran conocer y garantizarles que mantendrán los buenos vínculos con las familias anteriores. Pero es cierto que este es un gran filtro para los padres adoptantes”, dice Quiroga. Él cuenta que conoció familias muy buenas, con ganas de adoptar pero que no lograron congeniar con la idea de que los chicos sostengan vínculos anteriores.

“El tema de la identidad es un parteaguas para mucha gente. Hacerse cargo de eso es una decisión que hay que medir, requiere charlas, análisis... No es algo que se puede tomar a la ligera. Hay que meditarlo, pensarlo mucho”, advierte.

Más del 80% de los niños en adopción superan los cinco años de edad.
Más del 80% de los niños en adopción superan los cinco años de edad.

Agustín cuenta que, en su caso, asumieron un compromiso por escrito para que su hijo mantuviera el vínculo con sus hermanos: cuatro niños menores que él. Unos meses antes de conocerlo, el quinteto tuvo una vinculación fallida: una pareja quiso adoptarlos y al mes se arrepintieron. El más grande supo que iba a ser difícil que se fueran todos juntos, así que decidió irse solo y que sus hermanos fueron puestos en adopción de a pares.

“Cada dos o tres semanas nos juntamos, tenemos vínculos con las familias de sus hermanos”, detalla.

“La Justicia en muchos casos te pide la preservación de los vínculos de origen con los hermanos o con alguna parte de la familia o con un referente afectivo. En otros no, se rompe todo tipo de vínculo. Puede pasar que los chicos muchas veces quieren mantenerlo y también que no quieren saber nada”, explica.

Por su lado, Mariano Oviedo cuenta cómo fue para su hijo separarse de sus hermanos: “Cuando él vino quedaron un hermano y una hermana en el hogar. El varón se fue en febrero pasado con su papá y hasta entonces el nuestro volvía preocupado después de visitarlo, tenía una especie de culpa. Recién ahora, cuando conoció al papá de su hermano y vio que estaba feliz, se sacó el peso que le daba tener una familia y que el otro nene no. Tardaron cinco años en conseguirle una familia”.

Cómo nació Adopten Niñes Grandes

El hashtag #AdoptenNiñesGrandes en Twitter se convirtió en un espacio en donde cada familia contaba sus historias, sus anécdotas, las maravillas y también las tormentas por las que se veían invadidos al compartir sus vidas con esos “niños grandes” que los habían elegido. Pero no quedó en un hashtag: pasó a ser una ONG que difunde y acompaña la adopción, a grandes rasgos, porque su tarea es mucho más profunda.

Como todas las grandes luchas, la de estas personas no terminó una vez logrado su objetivo: se convirtió en una importante red.

El logo de Adopten Niñes Grandes.
El logo de Adopten Niñes Grandes. Foto: web

Nos pegó a todos visitar los hogares. Mi hijo estaba con 22 chicos más, de los que diez se encontraban en estado de adoptabilidad. Diez pibes divinos, como mi hijo, y yo pensaba que no podía ser que no haya familias para estos chicos. Es un golpe bajísimo, estar ahí y ver que su amiguito se va con una familia y que él sigue ahí esperando. Y mi hijo me lo contó porque a él también le pasó”, cuenta Mariano Oviedo acerca de por qué surgió armar la ONG.

Mariano Quiroga dice que “cuando se va uno de los chicos del hogar es una fiesta para todos, pero dura un chasquido”. “Porque los que quedan toman conciencia y surge el ‘¿y yo cuándo?’. Me parece que si uno se conecta con eso es imposible volverse indiferente”, agrega.

También reconoce que lo del colectivo tiene dos aristas: por un lado, la necesidad de ellos mismos de hablar con otros padres, contar lo que le pasa a cada uno. “Crear una red con gente que está viviendo cosas parecidas”, resume. Por otra parte, se dieron cuenta que juntos podían ayudar a otras cosas, desde festejar el cumpleaños de los niños en los hogares hasta pensar leyes y mejorar ciertas condiciones.

Agustín también relata su experiencia y qué lo llevó a ser parte del grupo: “Me pasó de ir a buscar a mi hijo y que su hermanito apareciera con la mochila a pedirnos que también lo llevemos a pasear. Y eso te mueve la estantería”.

Daniela considera que son varias las razones de sumarse a este colectivo. Uno de ellos es compartir “un descubrimiento maravilloso”. “Contar que puede funcionar ahijar a un chico grande, que aunque sean grandes hay un montón de primeras veces que se pueden vivir con ellos. Ver todas esas cosas que se pueden construir con un niño grande. Cuando un niño decide ser adoptado es porque tiene sueños por vivir. Y es algo que debe ser compartido”, señala.

La ONG cumple un año este 31 de mayo y sus integrantes cuentan satisfechos que lograron conseguir muchas cosas en este tiempo, principalmente llegar a personas que concibieron la idea de adoptar chicos más grandes.

“Hemos instalado el tema en la opinión pública, un tema que antes estaba ausente, tenemos un libro publicado y otro en preparación, un grupo de apoyo, hacemos vivos, tenemos presencia en las redes… Estamos contentos”, enfatiza Daniela.

Cambiar la óptica: la prioridad es el niño

Para Daniela es clave que los pretensos adoptantes flexibilicen su disponibilidad y extiendan la edad de los niños que están dispuestos a ahijar. Su hija tiene 16 años y viven juntas hace poco más de tres años.

Agustín suma que también es fundamental cambiar la óptica: “Una cosa es el deseo de mapaternar y otra distinta es darse cuenta que lo que importa es restituir al niño el derecho de tener una familia. Eso debe primar sobre el deseo de uno”.

“Muchas familias piensan que los niños son como estatuas de arcilla, que pueden ir modelando a su gusto y ningún niño es así: cada uno trae su carga, su personalidad. Eso también es un mito”, advierte Daniela.

La adopción ha sumado muchos mitos a lo largo de la historia.
La adopción ha sumado muchos mitos a lo largo de la historia.

Además, aclara que los padres y madres adoptivos “no son grandes benefactores”. “Nosotros simplemente conformamos una familia de una manera distinta al resto, la gente tiene que aprender a respetar eso. Somos familias tan normales como cualquier otra, simplemente no gestamos. Queremos que ese cambio se vaya dando, no somos familias de segunda. Quizás nos cuesten un poquito más las cosas, pero es lo mismo”, subraya.

Y agrega: “No es un hijo del corazón: es un hijo. Y un acto de amor, sí, puede ser, pero el acto en realidad es ahijar y punto. No queremos que los chicos enfrenten ningún prejuicio, porque ellos quieren ser como todos: tener una familia, ir a la escuela y disfrutar”.

Mariano Quiroga suma: “Los chicos vienen con unas ganas de que la cosa salga bien que pueden con todo y uno tiene que ponerse a disposición de esas ganas que ellos le ponen”.

No son niños rotos, son niños que salieron de una manera brillante de un pozo y si no pudieron es porque necesitan una familia que los termine de sacar”, destacan.

“Tiene que ser un deseo, no un acto de caridad”

Gabriela Mundiñano es psicóloga y trabajó en el Consejo de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes de CABA en diversas áreas involucradas con adopción. Desde su experiencia habla de la importancia de que los pretensos adoptantes estén informados, sobre todo acerca de que se trata de “un proceso con momentos muy diferentes”.

“Lo principal es saber que la responsabilidad es de los adultos. Los adultos tienen que estar preparados para poder acompañar a los niños. El foco de la adopción está en los niños, no en los adultos. Antiguamente sí, pero los paradigmas cambiaron y la ley también. En función de esto, el foco tiene que estar sí o sí en el derecho de los niños de vivir en una familia y no en el derecho de los adultos de ser padres”, explica la profesional.

Mundiñano reconoce que el cambio de ley no garantiza un cambio de mentalidad y que mucha gente aún sigue pensando la adopción como un “acto de caridad”.

Ser madre o padre tiene que ser un deseo, no un acto de caridad porque no funciona de esa manera. Y si no lo tienen decidido y muy claro es difícil acompañar a los niños en un proceso como el de adopción, que no es sencillo. Pero es difícil en el sentido de que los vínculos no se crean de un día para el otro: requiere de trabajo, tiempo y disposición”, explica.

Como los padres y madres, la psicóloga habla de mitos por derribar y de la necesidad de desromantizar la adopción. “Algún adulto en esta vía de querer ser padre, luego de un primer encuentro, me ha dicho: “Pero yo no siento nada”... Claro que no, por supuesto que no: es algo que hay que construir, hay que construirse como madre o padre y también el vínculo”, señala.

Mundiñano destaca que adoptar tiene muchas etapas y que antes había una tendencia a “endulzar” todo. “Los relatos del amor que se sentía desde el primer momento hacían que mucha gente se acercara desde ese lugar y es lógico porque idealizaciones tenemos todos, pero hay que estar advertido de que, justamente, son idealizaciones”.

La licenciada habla de la importancia de que en el proceso el adulto pueda ser conciente de que no está mal sentir frustración, angustia, ansiedad y saber que todo eso es suyo, que el niño no tiene nada que ver. “El niño lo que tiene es un comportamiento de niño. Cuando el adulto se siente frustrado pero no concibe ese sentimiento como propio se contamina la mirada sobre el chico”, dice.

Y agrega: “A veces a los chicos les pedimos demasiado. Los niños pueden diferenciar pero no van a confiar en alguien que no conocen, ¿por qué confiarían en alguien con quien no tienen un vínculo construido?”.

Para Mundiñano es fundamental que el adulto esté dispuesto a escuchar, no juzgar y contar con mucha paciencia. “El adulto tiene que estar preparado, advertido y poder alojar a ese niño con su historia. Estar ahí para escuchar, sin juzgar, abiertamente. Tener paciencia, muchas veces entender que es inevitable que algunas cosas pasen y que le vayan dirigidas a ese adulto que está tratando de armar un vínculo materno/paterno con ese niño o adolescente”, subraya.

Por último destaca que es necesario echar luz sobre la temática: “Antes había mucha romantización y mucho ocultamiento, no se hablaba con claridad de qué se trata: que adoptar no es ‘hacer como si fuéramos una familia biológica’, es otra manera de la construcción familiar”.

Cuáles son las estadísticas de adopción en la Argentina

Los números de mayo de 2023 propiciados por Adopten Niñes Grandes y que surgen de la Dirección Nacional de Registro Único de Aspirantes a Guarda con Fines Adoptivos hablan de:

  • Alrededor de 9100 niños institucionalizados
  • Alrededor de 2200 chicos en situación de adoptabilidad
  • Alrededor de 2400 legajos de pretensos adoptantes
  • Más del 80% de los chicos tiene más de 5 años
  • Más del 90% de los pretensos adoptantes se inscriben para ahijar niños menores de 5 años

Entre los postulantes, el 74,19% son parejas y el 25,81% monoparentales. Del total, el 59,02% pretende adoptar solo un niño y el 40,98%, dos o más.

En cuanto a la flexibilidad para adoptar según la edad de los chicos, un promedio de entre el 85 y 87% se postula para ahijar niños de entre uno y tres años.

Las cifras descienden notablemente a partir de ahí: un 65% aceptaría ahijar niños de hasta cinco años y, por ejemplo, sólo un 1,43% flexibiliza su disponibilidad hasta los 12 años.

Qué hay que saber sobre el proceso de adopción

  • La inscripción debe hacerse en el Registro Único de Aspirantes a Guarda con Fines Adoptivos (Ruaga).
  • Los requisitos son los mismos sin importar si es adopción simple o múltiple.
  • No se exige ser propietario de vivienda.
  • Se solicita contar con una vivienda cómoda y digna, pero no necesariamente grande.
  • Los solteros pueden adoptar.
  • Se debe demostrar un ingreso y cierta estabilidad económica (el monotributo también cuenta).
  • Si tras la inscripción el aspirante se queda sin trabajo debe avisar, se suspende y cuando vuelve a estar ocupado, se reactiva.
  • Luego de los juicios de adopción, ya no hay seguimientos: los padres son plenos y no se requiere un “control”.
  • Los plazos de juicio de adopción son diferentes dependiendo cada caso.
  • Si las vinculaciones son exitosas, se otorga la guarda por seis meses y empieza el juicio.
  • Siempre es el niño quien tiene la última palabra.

Los padres cuentan que a partir de cierta edad es obligatorio preguntarle al menor si quiere ser adoptado, no obstante siempre se tiene en cuenta la situación de cada niño y se trabaja sobre lo que desea. Daniela señala que, en su caso, su hija al principio no quería ser adoptada. “Nadie los pone en adopción si no quieren. Y también deciden si quieren seguir adelante, una vez comenzado el proceso. Antes del juicio se les pregunta si está todo bien y pueden hasta elegir los nombres y apellidos. En todo momento se los escucha”, afirma Daniela.

Las redes de Adopten Niños Grandes son: