Daniel Hendler: "Me gusta no ser un actor exitista"

El montevideano dice que le cae bien cierta uruguayización en su forma de ser y de actuar. (de La Razón)

Daniel Hendler habló con La Razón.
Daniel Hendler habló con La Razón.

Por Javier Firpo

Revela que sintió miedo como nunca en sus veinte años como actor. Esta noche caen los cortinados de "El inestimable hermano", la obra que sin lugar a dudas será un punto de inflexión en la trayectoria de Daniel Hendler. Su autora y directora, Heidi Steinhardt, logró persuadir primero y pulir después al intérprete que logra, quizás, el mejor rol de su vasta carrera. "Son cuarenta páginas que prácticamente hago de corrido.

Encarno a un hermano perturbado, no muy en sus cabales, cuya verborragia traspasa fronteras”, expresa Hendler, que admite que esta pieza que se despide hoy del Espacio Callejón -y volverá en febrero-, le ha generado unos dolores de panza impensados y una indescriptible satisfacción. “Con incertidumbre, contundencia y frases difíciles de tolerar para un actor, nunca viví un desgaste físico y mental semejante.

Llegué a un límite que no pensaba que podría alcanzar”, revela el uruguayo

¿Cómo se sale adelante cuando se viven esas sensaciones?

Pasé un montón de estados, inclusive no querer hacer la obra. Después pensé en el desafío que significaba para mí y también para mi memoria, porque a los 41 no es lo mismo que a los treinta… De verdad, temía por mi falta de confianza.

¿Cómo te convenció la autora y directora, Heidi Steinhardt?

Heidi me dio ánimo, me dijo que había pensado en mí a la hora de escribir el personaje, que le encantaron los ensayos, por lo que su política de persuasión fue muy eficaz.

Pasados los cuarenta, ¿cómo te llevás con tu estado crítico?

Mejor que antes. Creo que aprendí a ser menos paranoico y también menos fóbico. Cuando sos más joven las inseguridades pueden hacer trizas a un actor vacilante.

¿Estás más sereno interiormente?

Más convencido de lo que hago y menos pendiente del llamado para una oferta laboral. Fue apareciendo el actor de autogestión, que se anima a escribir y a dirigir, como sucedió con “El candidato”, mi segunda película, o esta pequeña serie web, “La división”, en la que describo de alguna manera el sistema de trabajo en el que vivimos.

Las series web asoman como una plataforma interesante...

La verdad que sí, es un canal de trabajo interesante, que está en auge. Yo lo experimenté con “La división”, me parece una alternativa que, en mi caso, me permite descubrir otros caminos a los convencionales, a partir de creaciones propias; de hecho, tengo pensado reincidir con otra idea mía que se va a llamar “Hermanos del espacio” o “Los demonios”.

¿Te reditúa económicamente?

Muy poco. Es más el trabajo que le damos a un grupo de actores que lo que puedo ganar yo como autor y director.

Es una vía por la que hay que apostar para poder conseguir mayor presupuesto… ¿Y la mentalidad de ganar plata?

No me interesa ver mi laburo de esa manera. Cuando se me van acabando los ahorros, ahí tengo que dejar ese costado medio amateur, que tanto me gusta, para pensar en ese otro material que me permite vivir más holgadamente.

Ahí es cuando aparece tu habilidad de entrar y salir de la popularidad...

Yo no podría estar todos los años en la tele, me volvería loco. Necesito conectarme con la actuación desde otro lado, como me pasa con “El hermano inestimable”.

¿Qué te volvería loco?

Estar tan a la intemperie me vuelve vulnerable y sentirse vulnerable es notarse disminuido. Igual quiero reconocer que en los últimos años he demostrado algún signo de madurez, por lo que la fobia y la neurosis bajaron su nivel de agobio.

¿Qué tiene de malo la exposición?

En mi caso, la pérdida de mi propiedad privada. Sentirse invadido, tener que dar una entrevista porque el canal así lo indica, tener que relacionarte con la calle cuando querés pasar inadvertido y estar en tu casa.

Ni adusto, ni recio, ni amargo, ni simpático es Hendler. Sí un caballero serio y respetuoso. Dueño de una calma envidiable desde donde parece brotarle “el uruguayo” que lleva dentro y que también transporta al escenario. “No lo había pensado, pero puede haber algo de ‘uruguayización’ en mi método actuar y de ver y sentir la actuación. El no ser exitista, tal vez... Me gustaría tener la idiosincrasia uruguaya naturalmente, que no sea una postura”.

¿Y el porteño que llevás adentro só- lo por residir en Buenos Aires?

Es difícil escapar del vértigo de esta ciudad. De todas maneras, en tiempos en que el mundo es cada vez más peligrosamente exitista, prevalece el uruguayo que mira con recelo y sospecha del éxito… Como que aflora una resistencia...

Algo así... Como una marca registrada.

Vemos que el progreso hace estragos en todo sentido pero en Uruguay ese tipo de evolución no es bien visto. Y quizás, algo de esa forma de ser permanece en mi mente, pero no muy conscientemente.

Es como un valor extra que tiene el uruguayo...

Ojo, porque hay una apreciación excesiva sobre la humildad y hasta un cierto autoreconocimiento de una humildad que puede rozar la soberbia y creernos los más humildes del mundo. Hoy la globalización hizo que los contrastes siderales entre Buenos Aires y Montevideo no sean tan notorios como eran antes.