Hace 40 años atrás Jorge García fue asignado como personal de la marina en el Crucero General Belgrano. Con tan solo 19 años vivió el hundimiento del mismo, la pérdida de amigos y, posteriormente, el abandono del Estado. El salteño, en diálogo con VíaPaís, recordó su historia en la Guerra de Malvinas.
García es oriundo de Salta (capital), tiene 59 años y se desempeña como presidente del Centro de combatientes de Malvinas de la provincia. Frente al aniversario de la guerra, rememoró sus días cuando se formaba para ser cabo 2° de comunicaciones a los 17 y lo que llegó después.
En 1981, cuando egresó, fue asignado a la unidad en la que participó del conflicto bélico contra los británicos. Incluso cumplió 19 años el 26 de enero del 82′ a bordo del buque, donde comenzó su historia con respecto a la Guerra de Malvinas.
Jorge fue uno de los 770 sobrevivientes del hundimiento del Crucero General Belgrano. El 2 de mayo de 1982 dos torpedos provenientes de un submarino inglés impactaron contra ellos y 323 personas perdieron la vida. Entre ellos, un amigo de él.
“Era como un hermano -arrancó diciendo-. Se trataba del cabo 2° de comunicaciones, Juan Carlos Bollo, oriundo de Bahía Blanca. Estuvimos 2 años compartiendo el aula, las habitaciones y la comida en la Escuela de mecánica de la armada”. Fueron seis comunicantes al crucero. Tres sobrevivieron y tres se quedaron con el buque en las profundidades, entre ellos Bollo.
Malvinas 40 años: el recuerdo de vidas y hermandades perdidas
Ambos amigos se formaron en Puerto Belgrano. Como Bollo era de Bahía Blanca, Jorge -junto al resto de los compañeros- viajaba con él a su casa y era un integrante más de la familia.
Con dos torpedos por parte del enemigo, el crucero se hundió y el salteño quedó a la deriva en el mar hasta que, al día siguiente, lo hallaron y rescataron. Al volver a la base naval, se encontró con la desesperación de la mamá de Bollo.
“Ver el dolor de esa madre fue de las cosas más difíciles que me tocó afrontar, la desesperación por querer saber de su hijo. Lo quería vivo y yo no sabía en qué lugar estaba, realmente no lo vi en ningún momento”, recordó el excombatiente. Luego agregó: “No podía hacer otra cosa que abrazarla y llorar junto con ella”.
Tras sobrevivir al ataque de Inglaterra, el 5 de mayo regresó a Argentina, una vez allí recibió una licencia por 10 días y volvió a Salta. Lejos de despegarse de lo sucedido, muchas familias de la provincia también acudieron a él para preguntar por sus hijos.
Pasados esos días de “descanso” volvió a la base y fue asignado a una estación de comunicaciones del Batallón de Infantería de Marina N° 5 en Río Grande, provincia de Tierra del Fuego. El 1° de junio arribó al lugar, donde se mantuvo dos semanas hasta que terminó la guerra.
Las consecuencias de la Guerra de Malvinas en los veteranos
Es sabido que los traumas de la guerra acabaron con la vida de muchos excombatientes. El Estado y la sociedad olvidó a los veteranos, quienes se tuvieron los unos a los otros tanto en el campo de batalla como al volver.
El estrés postraumático fue una de las consecuencias que tuvieron y cada hombre lo enfrentó a su manera. “Hay una costumbre muy arraigada en el norte y es de hacerse curar el susto. Mi mamá me decía que lo haga”, explicó Jorge, quien se sometió a este procedimiento.
El veterano habló sobre los “curanderos” (sí, entre comillas lo dijo) cuya función es sanar a una persona cuando esta sufrió algún tipo de trauma que le dejó secuelas: no dormir, por ejemplo. Por intermedio de una joven con quien salía en ese momento García se “curó del susto”.
Entre la guerra y el olvido: las heridas de los veteranos de Malvinas
Como presidente del Centro de combatientes de Malvinas de Salta, Jorge se desempeñó en revalorizar la lucha de todos los veteranos en las Islas, habiendo peleado en mar, tierra y aire. “El Estado se olvidó de nosotros, la Junta Militar, después también los gobiernos democráticos. Tuvimos que organizarnos en nuestros centros y hasta marchar”, señaló.
El salteño recordó la cantidad de insultos que recibieron. La guerra se desató bajo una dictadura militar, con lo cual -según contó- se los asoció con ella. “Nos decían que éramos todos fachos, que no tendríamos que haber vuelto de Malvinas. Por ignorancia también nos decían: ‘son unos cagones, perdieron la guerra’. Todo eso choca y pega en el corazón de los veteranos”, indicó.
Con el pasar del tiempo, García aseguró que se fueron conociendo más las circunstancias en que pelearon: los escasos recursos con los que contaron algunos, la poca preparación que recibieron. A 40 años desde el conflicto, lo ve como una hazaña.
“Se suicidaron muchos compañeros en esos 9 años de desamparo que el Estado no ayudó en nada. Sin embargo, acá en Salta hicimos un muy buen trabajo”, confirmó. Desde el centro que preside, el sobreviviente del 2 de mayo trabajó por hacer valer los derechos de quienes pelearon en las Islas.
En este sentido, afirmó que la lucha no terminó en Malvinas, continuó al volver. En varias ocasiones viajaron a Buenos Aires, se manifestaron para exigir el cumplimiento de sus necesidades básicas y se pelearon con la policía federal.
Destacó al gobernador salteño que tuvieron en esa época y que les brindó una obra social en el 86′. No obstante, fue recién en los años 90s que el Estado les otorgó una pensión de $150.
“El centro era para que los excombatientes pudieran sacarse sus penas y angustias; nos sentíamos acompañados, podíamos hablar el mismo idioma. Acá en Salta ningún veterano se quitó la vida por causas directas de Malvinas”, informó Jorge.
Como dirigente rescató este detalle: los grupos de excombatientes fueron indispensables para contener a aquellos que vivieron la guerra en primera persona. También como escudo frente a los insultos: “No teníamos una ideología, solo seguíamos órdenes, la situación era límite, era matar o morir”.
Memoria y conciencia: el pedido de los excombatientes de Malvinas
Con el correr de los años, la lucha de estos héroes de guerra cambió. Si bien en un principio exigían satisfacer necesidades como trabajo, vivienda, educación y salud, principalmente, en la actualidad buscan memoria y reconocimiento.
“Queremos que haya más conciencia y contenido sobre lo que significó esa guerra para la nación”, aseguró. En este marco apuntó contra la educación, y opinó que no se les enseña a los chicos lo que representó ese año.
Desde el proyecto “Malvinizando nuestra provincia”, llevado a cabo por instituciones y familias de veteranos caídos de Salta, lo que hacen es confeccionar banners y mapas, por ejemplo, con la foto de los 34 salteños que murieron luchando para que los maestros lo enseñen en las escuelas. Incluso realizaron un mural por los caídos.
“El mejor reconocimiento que nos pueden hacer a 40 años desde la guerra, es que todos abracen la causa Malvinas con la convicción y certeza que tenemos nosotros de que son argentinas”, finalizó.
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