Como cada 17 de junio, se celebra en nuestro país el Paso a la Inmortalidad del General Martín Miguel de Güemes, héroe gaucho que nos invita a buscar la construcción de un país federal, democrático e igualitario, que respeta la libertad y dignidad humanas. Su figura es una marca de la identidad salteña y argentina, de la construcción de una Nación.
Su vida y figura resultan unificadoras, convocantes de un pueblo más allá de los enfrentamientos y diferencias propios de la política de ayer y hoy. En el Bicentenario de su muerte, es más importante que nunca recordar su cultura de la libertad, su vida desarrollada en las turbulencias de la guerra, y la transformación que se produjo durante su tiempo, tanto en el seno del Imperio Español como también en el resto de América y Europa.
En ese tiempo particularmente revolucionario, Güemes no fue únicamente un jefe militar, un caudillo o un “héroe gaucho”, sino una figura anacrónica que se proyecta todavía en la Argentina de hoy, que se encuentra en una crisis completamente diferente. Su figura puede servir como un punto de partida para la construcción de un país federal, solidario, democrático y plural que emerja de la problemática educativa, social y económica que atravesamos.
La historia no permite una división perfecta entre los buenos y los malos, pero revela la verdad de los hechos tal como fueron, en lugar de cómo se contaron. Al analizar los textos, puede verse que la memoria no es más que un recuerdo de las generaciones con un alto contenido emocional y, muchas veces, ideologizada. El General Güemes fue un gran militar, pero especialmente un estratega en el manejo de la política y las armas.
Aunque su trayectoria ocurre en una época en la que las colonias españolas de América iniciaron su proceso de independencia, no todos los habitantes lo vieron de la misma forma, especialmente en la fractura que desatan las guerras. Como gobernador de Salta a sus 30 años, afrontó el antagonismo que esperaba, sabiendo que debía superarlo para llegar a un objetivo más importante: para él, la nueva Nación debía estar unificada. Compartió los ideales de Manuel Belgrano, San Martín y Manuel Dorrego contra una Buenos Aires que dudaba de la construcción de una América unida e independiente.
Según los historiadores consultados por el medio El Tribuno, la sensibilidad de Güemes tenía un alcance de particular dimensión, generando confianza en sus paisanos a los que formó como soldados de excepción para la guerra. Especialmente, aprovechó su conocimiento del terreno de nuestra región, y su destreza. Es remarcable también el respeto que él mismo sentía por nuestros pueblos originarios y los afroamericanos que vivían en nuestra región, así como también los sectores de más bajos ingresos; todos ellos fueron los más afectados por la guerra.
Tras mucha lucha y movidas a lo largo de los años, en este Bicentenario donde honramos la memoria del héroe gaucho, puede verse de forma clara cómo la figura de este General salteño extraordinario empieza a ocupar su merecido lugar como uno de los fundadores de nuestra Nación. Mucho más que un héroe o un mito, la integridad y coraje de Martín Miguel de Güemes nos inspiran día a día a construir un país mejor.