Lo que realmente merecés, la columna de Agustín Artucio Verzeñassi del Azar

Como cada domingo, el joven escritor paranaense nos regala el arte de su pluma para invitarnos a pensar sobre diversos aspectos de nuestra vida.

La reflexión dominguera de Agustin Verzeñassi del Azar
La reflexión dominguera de Agustin Verzeñassi del Azar Foto: Vía Paraná

A diario se escuchan quejas sobre lo que las personas hacen o dejan de hacer.

Seguramente vos también te hayas quejado alguna vez de algo que te hicieron.

Pero, te lo digo siempre, si bien no sos responsable de lo que te hacen, sí lo sos de lo que te dejás hacer.

De eso se trata este escrito, de lo que aceptás y lo que merecés.

De lo que realmente merecés.

La solución simple es echarle la culpa al otro. Decir que te trató mal, que te despreció, que no te quiso como debería haberlo hecho o que te faltó el respeto.

Es cierto, hay personas que lo hacen sin razón alguna, que son así y que, hagas lo que hagas, no te van a dar lo que vos querés, lo que necesitás, menos aún lo que merecés.

Ahora bien, vamos al punto clave de este asunto, que no hay manera de prevenir lo que otras personas puedan hacerte, no se puede controlar al otro. Sin embargo, no es así en cuanto a lo que aceptás de los demás.

Y es en esto, en lo que permitís que otros te hagan, en lo que se basan para aprender a tratarte. ¿Y qué es la manera en la que enseñás a otros a tratarte sino el reflejo de lo que vos crees merecer?

Sí, tal vez te haya dolido un poco lo que acabás de leer. Pero así funciona, cariño.

Se acepta lo que se cree merecer. Sea bueno o malo.

Cuidado que también puede pasar que de tanto escuchar que no te merecés algo mejor, te hayas comprado la historia. Y vayas por ahí, aceptando lo que estén dispuestos a darte, mendigando amor y atención.

Pero no es así. Te merecés el mismo amor que estás dispuesto a dar. Repito, nada puede hacerse con lo que te hacen, cariño, pero sí con lo que te dejás hacer.

Solo vos sos capaz de decir qué merecés y qué no.

Qué vas a aceptar y qué no.

Hasta qué punto vas a seguir o de qué manera querés que te traten.

Lo siento, pero no todo es culpa del otro, aunque sea la manera fácil de verlo.

Se trata también de alzar la frente, mirar a la cara y decir basta.

De poner un freno y tomar las riendas.

De enseñar a que te traten como vos querés.

De no esperar a que otros te demuestren nada, sino estar convencido de que no vas a aceptar menos de lo que realmente merecés.

Es un proceso difícil y lleva tiempo pero te aseguro que es increíble una vez que lo ves.