“Eterno cambio”, la columna de Agustín Artucio Verzeñassi del Azar

El escritor paranaense nos invita a reflexionar sobre los cambios que experimentamos las personas a medida que evolucionamos y el rol de nuestras vivencias en este camino de aprendizajes.

La reflexión dominguera de Agustin Verzeñassi del Azar
La reflexión dominguera de Agustin Verzeñassi del Azar Foto: Vía Paraná

Seguido nos quejamos de los cambios de las personas.

De como a lo largo del tiempo modifican su accionar o su personalidad.

Algunos nos acercan y otros nos alejan de ellas.

Si tuviera que responder porqué cambian las personas, podría dar una serie de

posibilidades. A veces cambian porque la vida misma se los exige, otras porque deciden

direccionar o enfrentarse a la vida desde otro lado.

Si hay algo que puedo afirmar es que no se cambia por el simple paso del tiempo, o al

menos no es suficiente. Hacen falta eventos y vivencias.

No hay institutriz tan buena y eficaz como la experiencia.

Y, por muy desafortunado que suene, siempre se aprendió mucho más de los eventos

negativos y dolorosos que de los placenteros.

A decir verdad, son los daños y no los años los mejores maestros.

De chico yo pensaba que la adultez tenía que ver con la edad.

Al crecer me di cuenta de que había jóvenes mucho más adultos de lo que ciertos

ancianos serían jamás.

Que la gente cambia es un hecho.

Porqué lo hace es un asunto totalmente diferente y personal.

Ahora bien, si lo pensás, vos tampoco dejás de cambiar.

Pensá en tu versión de tiempo atrás y en los que entonces eran tus objetivos.

En las personas que te rodeaban y en lo que decías que querías lograr.

Puede que haya cambiado, incluso es posible que tu vida haya dado un giro de 360 grados.

Cambiar es parte fundamental de la naturaleza del ser humano.

Es sinónimo de estar vivo, de que aún hay tiempo, de que no todo está perdido.

De que nada está definido.

El cambio, aunque no lo parezca, es bueno.

Es, en cierto sentido, una manifestación de libertad y de la efimeridad de la humanidad.

Es movimiento necesario.

Que ya va a haber tiempo para quedarnos eternamente quietos.

Estar vivos es estar en eterno cambio.