Carolina se jubiló como docente y ahora vende café en la ruta

Desde muy temprano, se puede ver a Carolina Tonon ofreciendo el desayuno a quienes pasan por el acceso a Las Catitas para sumar unos pesos a su jubilación.

Carolina Tonon, la docente jubilada, a punto de salir a vender café.
Carolina Tonon, la docente jubilada, a punto de salir a vender café.

Carolina Tonon tiene 62 años, es docente jubilada y, para sobrevivir a la economía argentina, vende café en el acceso a Las Catitas, Santa Rosa.

Madre de tres hijos y con su marido desempleado debido a problemas de salud, Carolina se jubiló hace cuatro años como maestra de Plástica y comprobó que el sueldo no alcanzaba: dos de sus tres hijos aún viven con ella y la menor estudia en Villa Mercedes.

Su emprendimiento nació cuando arrancaron las restricciones por la pandemia de Covid-19. Sin dudarlo, cambió su rutina.

Desde entonces, se levanta a las 4 de la mañana para preparar el café y, con el cartel hecho por su hijo Lucas con luces led, detiene su auto a las 5.30 en el kilómetro 952 de la ruta 7, para ofrecer su desayuno que acompaña con tortitas que compra caseras.

Es docente jubilada y vende café en la ruta para sobrevivir. Aquí, le entrega el café a un cliente en Las Catitas.
Es docente jubilada y vende café en la ruta para sobrevivir. Aquí, le entrega el café a un cliente en Las Catitas.

“Alguien me dio la idea de salir a vender café y no lo dudé. Claro, empezó el debate: que si es peligroso, que el frío, que tenga cuidado… ¡no pasa nada!”, exclama, y agrega: “Trabajo mucho y no siento que sea un sacrificio porque me encanta lo que hago”.

Para Carolina la lluvia o el frío del invierno y el calor abrasivo del verano no existen. “Si no fuera por este ingreso, con mis 70 mil pesos de jubilada no podría mantener a mi hija estudiando afuera”, confiesa esta mujer que está casada con Diego Wauters y tiene tres hijos: Ivana (docente); Lucas (empleado), y Trixie, estudiante de Agronomía en Villa Mercedes.

La seño Caro

Nacida el 21 de marzo de 1961, dice que tiene su corazón dividido en dos, porque buena parte de su infancia y adolescencia transcurrió en Entre Ríos.

Más tarde regresó a Las Catitas, localidad del departamento Santa Rosa, estudió en la Facultad de Arte y Diseño de la UNCuyo, se recibió de maestra de Plástica; se casó y tuvo tres hijos. Toda la vida dio clases en escuelas de esa zona.

El espíritu de lucha de esta mendocina “todo-terreno” la llevó también a hacer dedo prácticamente toda su vida, incluso en sus épocas de estudiante, cuando iba y venía hacia Mendoza para cursar.

La profesora de arte jubilada, junto al auto con el que llega hasta la ruta para vender café.
La profesora de arte jubilada, junto al auto con el que llega hasta la ruta para vender café.

En realidad, por entonces daba clases en algunas escuelas, aunque sin título universitario. Un día se lo exigieron y no demoró en inscribirse en la UNCuyo para poder seguir trabajando.

“Me recibí en cuatro años, siempre viajando a dedo. Hoy lo sigo haciendo cada vez que tengo que ir al médico o cumplir con cualquier otro trámite”, señala.

Así, ya con su título de profesora, desarrolló una extensa carrera docente en escuelas primarias y si bien ya se retiró de su tarea frente al aula, continúa realizando manualidades, además de especialidades dulces, que suele vender para distintos eventos. La página figura en Facebook como “Dolcedecoraciones” y es un placer para la vista.

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Esta nota se publicó originalmente en Los Andes.