Las especies forrajeras, tanto anuales como perennes, se pueden clasificar de acuerdo con su sistema fotosintético (C3 y C4) y por los requerimientos de temperatura para su crecimiento (microtérmicas/mesotérmicas/megatérmicas, templadas/tropicales, invernales/estivales), aunque los grupos de especies, C3 y C4, pueden crecer en un amplio rango de latitudes y altitudes.
Las especies megatérmicas presentan una pobre capacidad para crecer y sobrevivir con temperaturas bajas, mientras que requieren una temperatura óptima para la fotosíntesis y el crecimiento, que puede ser inhibitoria para las mesotérmicas.
El sistema fotosintético, propio de cada uno de estos grupos, está asociado con importantes características biológicas como: la eficiencia en el uso del agua y de los nutrientes, la velocidad del crecimiento, el contenido de componentes estructurales y el valor nutritivo.
Principales ventajas
Las especies megatérmicas reúnen un conjunto de características que le confiere, a estas plantas, la posibilidad de producir en ambientes desfavorables para las especies mesotérmicas. Éstas tienen menores pérdidas de energía, a través de la fotorespiración, que las templadas.
Consecuentemente, ante condiciones ambientales, que favorecen la fotorespiración y reducen el balance de carbono, como temperatura elevada, sequía y salinidad, las especies megatérmicas tendrían ventajas competitivas por sobre las templadas.
Por otra parte, en suelos salinos, el uso más eficiente del agua que realizan reduce el flujo de sales que ingresa en las plantas y, por consiguiente, se atenúan los efectos del estrés por salinidad.
La alta eficiencia en el uso del agua de las especies megatérmicas se debe a su mayor resistencia estomática a la pérdida de ésta. Este hecho se traduce en tasas de transpiración de 250¬ /400 g de agua por cada kg de materia seca (MS) contra lo que se registra en la región pampeana que en comparación es de 500-700 g de agua por cada kg de MS requeridos por las plantas mesotérmicas propias de la zona.
Esto les permite sobrevivir y continuar creciendo a tasas razonables, aun en condiciones moderadas de déficit hídrico.
El frío es un problema
Al ser originarias de regiones tropicales y subtropicales, la temperatura óptima para la fotosíntesis es alrededor de 10°C superior a la de las templadas. Aunque estas especies se desempeñan bien en aéreas cálidas y secas, su dispersión abarca ambientes húmedos y también integran ecosistemas templados. Sin embargo, temperaturas frías durante la temporada de crecimiento pueden tener efectos perjudiciales sobre ellas.
En varias megatérmicas se demostró que la temperatura mínima para la fotosíntesis oscila entre 5-10°C. El manejo de la intensidad del pastoreo durante el otoño de las gramíneas megatérmicas permitiría controlar los niveles de carbohidratos solubles en corona y a su vez el nivel de tolerancia a frío.
Calidad del forraje
Las características anatómicas de las especies megatérmicas determinan la expresión de componentes que afectan la calidad nutricional, como bajos porcentajes de proteína bruta (PB) y de carbohidratos solubles y altos porcentajes de compuestos estructurales como celulosa y hemicelulosa. Al inicio de la estación de crecimiento el valor nutritivo de las gramíneas megatérmicas puede satisfacer los requerimientos de la cría y la recría bovina.
Sin embargo, debido a su rápido crecimiento y desarrollo, la calidad disminuye en forma significativa con el avance del ciclo de crecimiento. El valor nutritivo se relaciona con el estado de madurez y con el aumento de la proporción de tallos a partir del pasaje al estado reproductivo, dado que tanto la digestibilidad como el consumo de las hojas es mayor que el de los tallos.
Sin embargo, los problemas de calidad nutricional asociados con la presencia de tallos son más importantes en gramíneas megatérmicas ya que éstas, a diferencia de las templadas, no tienen requerimientos ambientales específicos para florecer y la elongación de tallos se produce durante toda la estación de crecimiento en forma continuada.
Luego de la floración la digestibilidad de los tallos declina, produciendo una disminución marcada en el valor nutritivo. En los tallos maduros, donde la digestibilidad es mucho menor que la de las hojas, los entrenudos superiores tienen una baja digestibilidad debido a la elevada lignificación.
Estos tallos tienen una alta proporción de tejidos vasculares y portan hojas con una elevada proporción de vainas, las que también tienen una baja digestibilidad. Estas características pueden afectar las dimensiones del bocado y el consumo diario animal.
La acumulación de forraje y la proporción de tallos reproductivos son afectados por el manejo de la defoliación: a mayor intervalo de corte, mayor acumulación de forraje y proporción de tallos reproductivos.
El porcentaje promedio de proteína en el forraje de gramíneas megatérmicas, cuantificada a través de la evaluación de un gran número de especies, es entre 4 y 6 puntos porcentuales menores que en especies templadas, siendo frecuente la ocurrencia de deficiencias proteicas en ganado alimentado con las primeras.
A partir de las consideraciones previas se deduce que las gramíneas megatérmicas tienen una calidad nutricional inferior que las templadas. Sin embargo, es posible incrementar el % de PB mediante la fertilización con N y el manejo de la defoliación. En tal sentido se demostró que el efecto de la fertilización sobre la concentración del Nitrógeno en el forraje aumentó con una mayor frecuencia de corte.
Los cambios estacionales en calidad y en producción de forraje muestran contrastes entre grupos de especies. Así, el valor nutritivo de gramíneas templadas es elevado en invierno y disminuye a través del verano mientras que en las megatérmicas es alto en verano y disminuye en otoño y en el diferido de invierno. La dinámica del valor nutricional en conjunto con el patrón de crecimiento estacional de las megatérmicas introducidas determina un grado elevado de complemento con el pastizal natural.
Fuente: INTA