“Lo que el Covid se llevó”: la experiencia periodística en plena pandemia

Mis vivencias laborales y personales durante un año inédito marcado por la incertidumbre, la enfermedad y la tristeza.

Si a alguno de nosotros nos hubieran contado en algún momento que viviríamos una pandemia creo que nadie lo hubiera creído. Pero pasó. El 20 de marzo de 2020 marcó el inicio de un hecho inédito que atravesó la vida de todos y en todos los ámbitos. Es que desde ese día entró en vigencia el primer decreto presidencial sobre la cuarentena. Allí, la vida cambió.

La primera sensación fue incertidumbre. Algo totalmente desconocido y sobre todo, lejano, llegó más rápido de lo esperado.

Las noticias, los videos y las imágenes que llegaban desde el viejo continente provocaban miedo y de un momento a otro todo eso estuvo aquí, entre nosotros.

La primera etapa de la cuarentena y sus extensiones posteriores, estuvieron marcadas por el temor ante lo desconocido. Pese a lo resignado desde lo personal, el apoyo ante las medidas gubernamentales era prácticamente unánime, luego vino una etapa de hartazgo. El encierro y todo lo que trajo aparejado desde el punto de vista social, económico y emocional nos afectó a todos y la nueva normalidad comenzó a pesar en la vida cotidiana.

Mi vida profesional dio un giro importante, los viajes, la rutina de la redacción, las reuniones con los colegas del trabajo, la asistencia a eventos y el trato cercano, personal y directo con las personas que es esencial en nuestra profesión se vio reemplazado por la tecnología. Los encuentros por zoom, las videollamadas, audios y las redes sociales reemplazaron el contacto estrecho. Sin duda la tecnología brindó herramientas fundamentales que sobrevivirán a la pandemia y seguirán siendo útiles para el trabajo, pero el pasaje de esa rutina marcada por la movilidad a la quietud del encierro fue complicada.

La adaptación al teletrabajo fue compleja. El trabajo en casa implicó conjugar las obligaciones laborales con los quehaceres cotidianos y de alguna manera, todas las rutinas se vieron modificadas.

Desde el lado estrictamente personal fue el año más duro y triste.

El 6 de octubre de 2020 mientras Tucumán se encontraba en una difícil etapa de la pandemia con más de mil casos diarios de coronavirus, la muerte se hizo presente en mi familia. Unos días antes mi papá, Miguel, enfermó y aquel día nos dejó.

Su fallecimiento no fue producto del virus, sino por otras patologías, sin embargo, tuvimos que padecer todos los dolorosos protocolos con los que los familiares de víctimas del Covid tuvieron que “despedir” a sus seres queridos. Allí debo decir que lamentablemente pude comprobar las dificultades del sistema de salud para responder a las necesidades de quienes padecían otras enfermedades durante la pandemia.

Miguel, mi papá.
Miguel, mi papá.

La partida de mi papá dejó un vacío enorme. Y no es solo una manera de decir. En la gran mayoría de los casos, para los hijos y más aún cuando no tenés hijos, lo más importante son nuestros padres y pese a comprender que la lógica de la vida indica que nuestros padres sean quienes se vayan primero, creo y siento que jamás se está preparado para este momento. Sin duda no hay dolor más grande.

Una vez un peluquero amigo, quien atravesó por la misma pérdida me dijo “este es el peor dolor. Ahora te puede pasar un camión por encima y no pasa nada” y creo que es la mejor descripción de lo que se siente y se vive.

Este año de pandemia lo viví atravesado por el virus, que no me tocó aún padecer y por la perdida más dolorosa. Ya pasaron un poco más de cinco meses y sin duda es un día a día. Una lucha constante donde el apoyo de la familia, los amigos y el trabajo es importantísimo para buscar seguir adelante.

Desde mi punto de vista la pandemia dejó de manifiesto los extremos en la sociedad. La solidaridad, la mezquindad, alegrías grandes y profundas tristezas. El deseo en esta nueva etapa que estamos viviendo a la espera de una segunda ola de acuerdo a los expertos, es que nos encuentre con mayor conciencia y responsabilidad social para que dentro de algún tiempo podamos decir que “sobrevivimos a la pandemia de coronavirus”.