Quién es Enrique, el pampeano de 93 años que sigue trabajando como albañil

El hombre es oriundo de Santa Rosa y continúa su labor dentro de su hogar para mantenerse activo. No obstante, a lo largo de su vida se desempeñó en innumerables cargos.

Enrique Pocchettino, el santarroseño de 93 años que sigue trabajando.
Enrique Pocchettino, el santarroseño de 93 años que sigue trabajando. Foto: La Arena

Con 93 años, cualquiera pensaría que Enrique Pocchettino destina su vida a relajarse y disfrutar los días junto a su esposa, pero lejos de eso, el santarroseño se mantiene activo en su labor como albañil.

Con una amplia sonrisa, actitud jovial y gran disposición para charlar, el pampeano continúa trabajando y haciendo “algunas cositas” para mantenerse dinámico. Dentro de su casa, cada tanto se lo ve con un balde de mezcla y una cuchara en mano para reparar algo.

La edad no es un impedimento para él. Incluso se atreve a hacer cosas que cualquiera diría que no, más allá de sus años. Con mucha experiencia y sin ayuda, se anima a trepar a una escalera para podar las ramas de la planta de su vecina que sobresalen a su jardín.

Lilia, esposa de Néstor Rodolfo, sobrino de Enrique, en diálogo con La Arena dio a conocer la historia del hombre oriundo de Santa Rosa que conserva una vitalidad casi envidiable.

Santa Rosa, donde Enrique se mudó de pequeño y creció.
Santa Rosa, donde Enrique se mudó de pequeño y creció. Foto: (Imagen ilustrativa)

Nació en un campo cerca de Inés y Carlota, pero se mudó cuando su padre compró una chacra en la capital. Creció en el pueblo hasta que este se convirtió en ciudad. Se crió junto a sus cuatro hermanos Catalina, Rodolfo Juan y Alfreno Antonio, pero es al día de hoy, solo él vive.

Hace más de 60 años que está casado con Amelia Olivia, o como la suelen llamar: Tita. “Nos cruzábamos todos los días en la calle Raúl B. Díaz, porque yo iba a la Escuela Hogar y Amelia trabajaba en el sector Fideería del Molino Werner... y además un hermano de ella trabajaba conmigo... así nos conocimos. Y aquí estamos”, explicó Enrique.

Fruto de ese matrimonio tienen a su única hija, Gilda Noemí, quien se desempeña como profesora de inglés. Ahora bien, la familia no termina ahí, pues tienen dos nietos: Agustina, profesora de Educación Física, e Ignacio, estudiante de Ingeniería en Sistemas.

Enrique Pocchettino, el pampeano de 93 años con un gran espíritu emprendedor

El pampeano debe su espíritu emprendedor a la cultura del trabajo con la que se crió. Arrancó su labor como albañil cuando se construía la Escuela Hogar, y cuando se inauguró quedó como auxiliar administrativo durante casi 28 años.

Su currículum es bastante gordo, porque luego ingresó también a la Policía en el Servicio de Radiotelegrafía donde trabajó por 25 años y seis meses. ¡Hay más! Cuando se iba a retirar de la fuerza como sargento, pasó al Departamento Personal Docente, en Casa de Gobierno.

“Tenía dos empleos, uno provincial y otro nacional. Me levantaba a las 6:00, entraba a la Escuela Hogar a las 7:00 y estaba hasta las 13:00. Ya a las 14:00 entraba en la radio de la Policía hasta las 22:00 horas”, recordó con facilidad.

No le faltaron aportes cuando llegó su jubilación: Enrique certificó 67 años de trabajo. No obstante, según detalló, lo que cobró no fue muy significativo para él.

“Lo que pasa es que cuando me jubilaron, Carlos Arias (del Instituto de Seguridad Social) dijo que le estaban buscando la vuelta. Yo había entrado a trabajar el 22 de diciembre de 1958 y dejé el 1° de junio de 1989, y al final me dieron una jubilación ordinaria provincial engrosada. Así le decían”, explicó.

Junto a su esposa, Tita, viven en el corazón de Villa del Busto, el mismo barrio en el que están desde su casamiento en 1958. Cada día se levanta a las 7 de la mañana para leer el diario, también le gusta mirar películas y fútbol: es hincha de Boca.

¿Cuál es el secreto de Enrique para llegar tan jovial a los 93 años?

No solo vive de su jubilación, sino también de la pequeña renta de un salón que le alquila a una joven estudiante y está frente a su vivienda.

En la calle se lo ve con un bastón, pero dentro de la casa lo pueden llegar a encontrar subido a una escalera, levantando objetos pesados e incluso laburando arriba de un tapial. Asegura que vive sin estrés ni urgencias. Tal vez eso sea lo que lo mantiene joven y activo. Quizás es su espíritu. Otra hipótesis que ideó él viene más por lo genético: su madre vivió hasta los 99 años.

“Creo en Dios y antes de dormir, cada noche, rezo un poquito y me persigno. Por eso digo ‘si Dios quiere’ cuando estoy por hacer algo”, finalizó Enrique, el santarroseño que llegó a los 93 años siendo muy joven.