Hace más de 15 años que los habitantes de Paso del Rey, un pueblo del interior de San Luis, piden un puente para que los chicos puedan ir a clases sin problemas, ya que diariamente ponen en riesgo su vida para poder acceder a la educación.
Durante algunas épocas del año el badén del río Cañada Honda se cubre con un flujo normal de agua que permite el paso de los vehículos, pero en otras suele transformarse en un serio peligro que se refleja cuando el río tapa el lomo de los caballos o cuando los autos se quedan varados.
El Chorrillero publicó que la mayor preocupación son los chicos que no tienen opción y deben atravesar ese pedazo de río para ir a estudiar. Son los hijos de esas familias que ya se acostumbraron a quedar aislados y a la espera de un puente que les mejore la calidad de vida.
En total son cinco niños: tres de 5 años, uno de 8 y otro de 12. Todos viven del otro lado del río y son alumnos de la Escuela Nº 146 "Granadero Tomás Cuello". No les gusta faltar y por eso al aula llegan con los pies y sus ropas mojadas. Por eso desean es tener un puente, para que no se sienta tanto el frío del invierno.
Hace más de un año el medio local informó sobre la cruel realidad que Eugenia, una mamá, vive diariamente cuando tiene que pasar el río caminando con su moto al lado y su hijo Germán. Sin embargo, en todo este tiempo nada cambió y para esa familia, la vida sigue siendo la misma, porque la solución no llegó.
Mojada hasta la rodilla, alguien le tomó una foto a la mujer cuando cruzaba, una de las tantas mañanas, las aguas de Cañada Honda. Así, la historia se hizo viral. porque mostraba lo que a nadie le gustaría ver y era la síntesis del esfuerzo que hacen en las zonas rurales para superarse y no resignarse a una vida sin educación.
Las familias Fernández, Barroso, Sosa y Coria trasladan a sus hijos cada mañana en recorridos de hasta dos horas y con temperaturas bajo cero. Y como la naturaleza los sorprende constantemente, muchas veces cuando llegan hasta el río se encuentran con la imposibilidad de pasarlo.
Una vecina de la localidad dialogó con dicho medio y describió que: "Ellos (los lugareños) tienen muy arraigada la cultura de la educación y no les gusta que sus pequeños falten a la escuela o que se atrasen en sus actividades". Por eso desde la escuela, cuando no se puede cruzar el río, preparan tareas para toda la semana y se la entregan a los padres "que cruzan a riesgo de que se los lleve la corriente”, aseguró.
Aproximadamente 60 personas padecen del abandono y el aislamiento. Saben que cuando la corriente del río está muy fuerte, la gente tiene que arriesgarse a pasar de todos modos, para comprar mercadería e insumos necesarios, porque saben que si no quedarán totalmente aislados.
Hoy viven alejados de la salud, de la escuela y de la provisión de alimentos. "Una ambulancia no puede pasar y lo más cercano en salud es El Trapiche, localidad que a estas personas les queda a unos 50 kilómetros de distancia", concluyó la vecina.