El trabajo de una mujer en estancias de Santa Cruz

Mereció la distinción anual de la Sociedad Rural local como mujer de campo.

Una mujer de 53 años con residencia en Río Gallegos armoniza desde hace más de 20 años el trabajo en estancias de la familia, ubicadas a 200 kilómetros, con la crianza de los hijos y la vida citadina, lo que le mereció la distinción anual de la Sociedad Rural local como mujer de campo.

Alejandra Suárez del Solar nació en Caleta Olivia, durante su infancia y adolescencia residió en distintas ciudades del país y del exterior por el trabajo de su padre como petrolero, lo que en los 80 la trajo por primera vez a Río Gallegos cuando cursaba la secundaria.

Durante su residencia en Buenos Aires, esperaba cada enero y febrero para volver a la Patagonia y disfrutar de las tradicionales boleadas en Estancia Los Pozos y colaborar con la familia Halliday en esa tradición. Más tarde se radicó en Río Gallegos por elección propia.

"Me enamoré de Napo, que era de acá, nos pusimos de novios estando en Buenos Aires, vivimos un tiempo en Necochea, aunque siempre quise volver, no sé por qué, en un día como hoy, con tanto viento no lo puedo explicar, quizá por eso me repuse en cada momento", dijo a Télam Suárez del Solar.

La mujer se puso al frente de las estancias La Realidad y Las Perdices al fallecer su esposo Napoleón Zavalía, cuando ella tenía 31 años y dos hijos pequeños, Juan de 7 y Mercedes de 3.

"Entonces mi suegra me preguntó qué quería hacer y decidí que había que seguir", dice. "Quise hacerme cargo para que mis hijos un día pudieran continuar con esa herencia familiar, en su momento fue como una mochila enorme para mí aunque pude superarlo", añadió

Al tiempo que contó que su hijo Juan Manuel, con casi 30, es Técnico en Producción Agropecuaria graduado de la UCA y comparten responsabilidades en el campo. Con calefacción a gas zeppelin, electricidad por paneles solares y un molino de viento, además de conectividad,la realidad es muy distinta a la que le tocó afrontar entonces.

"En esa época no eran como hoy con las comunicaciones ni transitar desde Río Gallegos los 200 kilómetros hasta La Realidad y otros 100 hasta Las Perdices, en un triángulo donde hay mucho ripio y estás lejos de todo", relató.

Además, dijo que "nunca había ido mucho a los corrales, solo para andar a caballo que me encanta aunque ahora no tengo tiempo, entonces lo mío era la administración y no sabía ni cuál era macho o cuál era hembra"

"Tuve que aprender todo, desde distinguir una oveja macho de una hembra, las señales, los dientes que marcan la edad de los animales, la esquila, y tuve muy buenos amigos y amigas que me acompañaron, incluso mis cuñados en Puerto San Julián, y salimos adelante", contó.

Es el comentario dice, que "en La Realidad hay perfume", y aunque "fue bastante duro, el personal que ha pasado por la estancia, siempre con mucho respeto, me ayudó muchísimo, quizá porque siempre tuve la humildad de reconocer cuando no sabía yla voluntad de aprender". Con un emprendimiento Poll Merino, incursiona actualmente en nuevas cruzas.

"Vendemos la lana a firmas nacionales y la carne a Estancias de Patagonia como socios", añadió sobre su presente, aunque también recordó que "para superar épocas malas tuve gamela para albergar a trabajadores petroleros, donde he llegado a tener hasta 40 personas alojadas".

"Ha capitalizado hacienda, alquilado campos y ha incursionado en la suplementación, dicen que siempre decide sin temor a equivocarse", son parte de los fundamentos de la Sociedad Rural, cuya comisión directiva integró en varias oportunidades, al reconocerla como mujer de campo a principios de este año.

Con su esposo Luis Núñez en la estancia vecina y otro hijo de 12 años, la estanciera destacó: "Si le sacamos la parte positiva a esta pandemia, fue pasar mucho tiempo en el campo en familia, salvo en invierno entre junio y septiembre;ahora venimos de días de esquila, primero con mi suegro, y después en La Realidad, conviviendo con las clases virtuales de los chicos".

"Si me preguntan hoy, más que el trabajo de campo lo más difícil, por más que tuve a mi suegra que me ayudó, fue dejar a mis hijos chicos en la época del colegio para poder estar en el campo o ir y venir. Todavía eso me cuesta hoy con Santiago", concluyó Suárez del Solar.