La historia de una familia argentina que cuenta desde sus vivencias la guerra en Israel: “A pesar de la tristeza, el país está entero”

Emigraron a Medio Oriente poco antes de que estallase la pandemia de COVID-19. Superaron obstáculos e incluso la muerte de un ser querido, pero ahora enfrentan uno de los capítulos más difíciles de su historia.

La familia argentina que cuenta sus vivencias de la actualidad de Israel.
La familia argentina que cuenta sus vivencias de la actualidad de Israel. Foto: Archivo

En el contexto de la guerra en Israel que comenzó el pasado sábado 7 de octubre, miles de historias de familias comienzan a surgir, donde se dan a conocer las penurias que deben padecer ante la escalada del conflicto, que no distingue entre soldados y civiles.

En ese sentido, la historia de esta familia en particular, que a continuación cuenta sus vivencias, da un panorama de la realidad que se padece por estas horas en Medio Oriente.

El panorama actual en la Franja de Gaza, donde se desarrolla el foco del conflicto.
El panorama actual en la Franja de Gaza, donde se desarrolla el foco del conflicto. Foto: ATEF SAFADI

La historia de la guerra, en primera persona

Llegamos a Israel con mi marido y mi hija de 10 años en marzo de 2020. Nos habíamos separado de mi hijo mayor, por entonces de 16, seis meses antes, cuando él viajó solo como parte de un plan de estudios. Era la concreción de un largo proyecto que nos había llevado muchos años de planificación. Un sueño hecho realidad. Una nueva vida, livianos de equipaje, pero llenos de proyectos, iniciativas, ganas de progresar.

Atrás había quedado nuestra vida en la Argentina, nuestros trabajos, nuestras queridas familias. A pesar del dolor de la partida, las ganas y el empuje eran enormes; sentíamos una fuerza que nos habilitaba a lograr todo lo que nos propusiéramos.

Los primeros tiempos fueron muy difíciles. Una semana después de nuestra llegada la pesadilla del COVID-19 se hizo realidad; siguió el aislamiento, la cuarentena, el desconocimiento, la incertidumbre. Nada era como habíamos imaginado. Escuelas por zoom, sin idioma, sin red de contención. En junio nuestra hija se contagió de COVID y toda la familia estuvo en cuarentena durante 32 días. Pero cada vez que sentíamos que las fuerzas flaqueaban, una ola infinita de solidaridad de conocidos y extraños nos alentaba, acompañaba y sostenía. Y salimos adelante.

Entonces pensamos que lo peor ya había pasado, pero en noviembre de 2020 y después de tres meses de agonía el COVID se cobró la vida de mi mamá. Con la imposibilidad de volver a Argentina por falta de vuelos comerciales, la despedida tuvo que ser a la distancia, en uno de los momentos más tristes de mi vida.

Y otra vez nos caímos. Y nos levantamos. Nuevamente el apoyo de la gente, de aquí y de allá, el sentir que no estábamos solos.

Hoy la pesadilla nuevamente regresó, ahora disfrazada de guerra. El terror replicado en imágenes de barbarie, asesinatos, rehenes, desaparecidos.

Sabemos y siempre supimos que vivimos en una zona peligrosa. La alerta es parte de nuestra vida cotidiana. Todos, aun los más chicos, conocemos el procedimiento en caso de bombardeos.

Pero nada nos pudo preparar para semejante tragedia. La rutina de nuestras vidas quedó trastocada. Israel está en duelo y en shock. Salimos a la calle sólo lo indispensable, tratando de alternar como podemos nuestras costumbres cotidianas con las incesantes noticias.

Mi hijo hace un año está en el Ejército. Es un deber cívico del cual los israelíes están orgullosos. Y desde hace una semana, como tantos otros, fue convocado hasta nuevo aviso para defender al país. Su base está en el Norte, casi en la frontera con el Líbano.

Una vez más, nos abraza la solidaridad y la contención de propios y extraños. Cientos de mensajes diarios de nuestras familias, amigos y conocidos de la Argentina y de Israel que nos acompañan y nos dan fuerzas.

A pesar de la tristeza, el país está entero y se viste de voluntariado y solidaridad para sostener a los soldados y a las familias de las víctimas. Ahora no es momento para los debates políticos, sino para estar todos unidos por una misma causa.

No hay dudas de que Israel, una vez más, saldrá airoso. Ni de que nosotros, una vez más, como tantas, saldremos adelante. Mientras tanto, rezamos. Por la integridad de nuestro hijo, porque vuelva a casa sano y salvo. Porque la barbarie termine y vuelva la paz.