El nombre es Candida auris. Se trata de un hongo que se expande por el mundo y que puede ser mortal. Ataca a pacientes en largas internaciones hospitalarias, especialmente en cuidados intensivos, y como es resistente a los medicamentos, es muy difícil de eliminar.
Fue identificado por primera vez en 2009 en Japón y desde entonces dejó huellas en Corea del Sur, Sudáfrica, Kuwait y la India. Luego en 2016 se alertó por brotes en América: Venezuela, Colombia y Estados Unidos. Si bien en Argentina aún no se registró, los hospitales están en alerta.
Los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) de Estados Unidos alertaron que el Candida auris "presenta una seria amenaza para la salud global". Y si bien "podría llegar a cualquier lado", "hasta el momento no hubo reportes de ningún caso" en nuestro país, asegura Constanza Taverna, del departamento de Micología del Instituto Dr. Carlos G. Malbrán, consultada por Clarín.
Y explica: "Nosotros tenemos la capacidad diagnóstica de poder detectarlo. Y por eso preparamos a los laboratorios, para que sepan cómo accionar en caso de recibir una cepa. Damos cursos de capacitación y estamos todo el tiempo comunicados con todos los laboratorios".
Con respecto a la transmisión, Taverna destaca que "no es un virus", sino que se los llama "patógenos oportunistas". "En general afecta a pacientes con inmunocompromiso, pacientes que llevan muchos días de hospitalización, que llevan muchos días con antibióticos, que tienen catéteres".
Taverna también informó que el hongo "persiste en los cuerpos" y que podría entrar al país en un paciente infectado, pero aclara que "ahora como está todo el alerta, normalmente no le dan de alta al paciente hasta que no le sacan determinadas muestras y se determina que no la tenga más en el cuerpo".
"Nosotros en el hospital, que tenemos una población importante de inmunosuprimidos, no tenemos casos de Candida auris. Pero eso no descarta que en un futuro aparezca", adhiere el doctor Eduardo López, infectólogo del hospital de niños Ricardo Gutiérrez.
"Estos hongos están distribuidos en el medio ambiente y los puede portar eventualmente alguna persona, pero para que afecte tienen que ser pacientes habitualmente internados, inmunosuprimidos o con tratamientos que bajan las defensas", explica Gutiérrez. "A un individuo normal no le va a agarrar".
Sobre cómo prevenir, el doctor remarca la necesidad de lavarse frecuentemente las manos, usar guantes y camisolín para tratar con enfermos, especialmente inmunosuprimidos. Como factores de riesgo señala también procedimientos de colocación de catéteres, sondas vesicales, y válvulas de derivación.